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“Me permito soñar”

No es un monstruo burocrático, sino una oportunidad única: lo que fascina de la UE al exitoso escritor Robert Menasse y por qué la ampliaría a más países. 

12.12.2017
Robert Menasse
Robert Menasse © dpa

Señor Menasse, en muchos de sus ensayos ha expresado su preocupación por la situación de Europa, por este proyecto de paz, seguridad y apertura. ¿Por qué es atacada tanto Europa y la Unión Europea (UE)?

En el transcurso de sus 60 años, el proyecto de integración europea ha avanzado enormemente dando muchos pequeños pasos. Pero desde el año 2010 ha surgido una contradicción improductiva, que ya no se puede compensar con acuerdos y compromisos: la contradicción entre el desarrollo posnacional - cuya configuración sería la aspiración de la EU - y la creciente oposición de los estados nacionales, la renacionalización de las políticas de los Estados miembros y la conciencia política de cada vez más votantes. Así no se pueden hallar las soluciones comunitarias para enfrentar los principales desafíos actuales y futuros, incluso tampoco las soluciones nacionales. Hemos acumulado varias crisis desde 2010, y todas se deben a esta contradicción.

Desafortunadamente hemos cementado institucionalmente este problema en la UE: el Tratado de Lisboa fortaleció el poder del Consejo, es decir, la posición de defensa en contra de los intereses nacionales y los egoísmos. Pero todos los nuevos pasos necesarios de integración comunitaria chocan contra el bloqueo de este consejo fortalecido. Es algo inaceptable, porque esa no es la forma de aprovechar la globalización, sino de padecerla.

La UE parece ser algo anónimo. Pero esto es descabellado, porque la idea de integración europea es muy concreta, mientras que la idea de identidad nacional es algo extremamente abstracto.
Robert Menasse, ganador del Premio Alemán del Libro

Su novela ”Die Hauptstadt” (La capital) ha recibido el Premio Alemán del Libro. Aunque el tema UE parece ser para muchos algo inaccesible, la novela ejerce una sorprendente atracción. ¿Como se explica?

La mayoría de la gente ve en la UE ve solo una gran abstracción, algo errático sin rostro, nada que pueda ser imaginado de forma palpable. Lo que viene de Bruselas siempre se compara con la política nacional. Pero la política nacional, el Gobierno nacional y la oposición, tienen rostros, nombres conocidos, historias narradas diariamente en los medios. En cambio, "la UE" o "Bruselas" parecen algo anónimo, incluso un poder hegemónico que nos gobierna desde sus castillos en la capital de un país extranjero. Pero esto es naturalmente descabellado, porque la idea de integración europea es muy concreta, mientras que la idea de identidad nacional y de los intereses nacionales es algo extremamente abstracto." Cuando tomé conciencia de eso, supe que tenía que ir a Bruselas y verla con mis propios ojos.

La novela “Die Hauptstadt” ha recibido el Premio Alemán del Libro.
La novela “Die Hauptstadt” ha recibido el Premio Alemán del Libro. © dpa

“La UE” es algo hecho por el ser humano, y todo lo que hacen los seres humanos se puede contar. Esta era la aspiración: darle un rostro a la UE. Por supuesto que no he podido contar todo lo que aprendí y vi en mis años en Bruselas. Pero tal vez esto sea el inicio de un ciclo: de una "tragicomédie européenne", una tragicomedia europea. Y ¿qué puede ser interesante de esto para lectores fuera de Europa? Pues ¿qué puede ser interesante de la literatura escrita fuera de Europa para lectores europeos? Permite conocernos mutuamente. Es la comedia humana en toda su amplitud.

En “La capital” usted describe una Bruselas llena de carreristas, poderosos e intereses particulares. ¿Qué necesita la Unión Europea para un futuro sostenible?

Antes que nada, y una vez más, un presidente fuerte de la Comisión. Solo si el poder del Consejo remite, podrá Europa desarrollarse y cumplir con lo que se nos prometió.

¿Qué es para usted Europa?

La UE es doblemente fascinante: es el primer sistema político que no surgió y evolucionó debido a la dinámica de las fuerzas productivas, sino que se estableció como doctrina a partir de la experiencia histórica. Es decir, que en principio supera en racionalidad a todas las fuerzas ciegas de la historia. Al mismo tiempo, la UE es el único proyecto político a nivel mundial que constituye ya hoy una respuesta sistémica lógica al futuro que ya ha empezado, es decir, a la globalización. En definitiva, la globalización no es otra cosa que la eliminación gradual de todas las fronteras nacionales y de los ámbitos de acción nacional soberanos. En este contexto, la UE tiene, o debería tener, la mejor pericia. Pues el proyecto europeo ha desarrollado en más de 60 años una política posnacional dando pequeños pasos. Y siempre escuchamos que aquellos que asumen la responsabilidad política europea repiten hasta la saciedad que ¡la UE necesita una narrativa! Ya el oír eso me pone mal. ¡Claro que la UE tiene una narrativa! Cuantas veces he pensado: ¡Cuéntala por fin! ¿A qué viene tanta habladuría acerca de la “narrativa” que aún hay que hallar?

El nacionalismo redujo a Europa a ruinas, casi destruyó la civilización europea. Millones de personas fueron víctimas de conflictos y guerras entre naciones rivales. Los fundadores del proyecto de unificación europea aprendieron la lección y se propusieron firmemente dejar atrás el nacionalismo. Esta fue el gran anhelo: construir el primer continente posnacional. ¿No es esto una narrativa fascinante?

A diferencia del realpolitiker y del pragmático, yo me permito soñar, sabiendo que la historia ha demostrado una y otra vez que los soñadores al final siempre tienen la razón.
Robert Menasse, ganador del Premio Alemán del Libro 2017

Hoy, con la UE, tenemos un sistema político en permanente construcción, que podría satisfacer precisamente ese anhelo: actuar, desarrollar y organizar políticamente allí donde los estados nacionales no pueden hacerlo. Debemos tener presente que Europa es la vanguardia mundial en este ámbito. Y allí no veo límites en una perspectiva a largo plazo. A diferencia del realpolitiker y del pragmático, yo me permito soñar, sabiendo que la historia ha demostrado una y otra vez que los soñadores al final siempre tienen la razón.

¿Y se imagina usted algún límite geográfico?

Por supuesto que Israel debería ser alguna vez miembro de la UE. Israel es el producto de un problema generado en Europa. Por eso debe ser “devuelta” a Europa. También en el proceso de paz en Medio Oriente se podrían abrir así oportunidades completamente nuevas en el marco de la responsabilidad del proyecto de paz europeo. Ya el hecho de que Israel pudiera contar con el deber de asistencia de 28 países europeos contribuiría a estabilizar esa región. Y desde luego los países del norte de África deberían ser parte de la UE. Hay que reconstruir el espacio cultural histórico común, el “Mare nostrum”. Esto daría lugar también a la consecuente y lógica solución de lo que hoy es una zona de la muerte: el mar Mediterráneo.

Pero mi fantasía acaba aquí: el resto va más allá de mi tiempo de vida. En todo caso la UE es el primer proyecto político que ha hecho del reconocimiento de los derechos humanos su fundamento constitucional. Quien no reconozca esto y no lo defienda contra los nacionalistas, está ciego a la historia y al futuro.

Entrevista: Sarah Kanning

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