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Una nueva era de la transformación

Los efectos de la guerra en Ucrania presentan retos para la transición energética. Pero la crisis puede convertirse en una oportunidad para un futuro mejor.

VerenaKernVerena Kern, 13.03.2023
Solarpaneele
© mmphoto/AdobeStock

Alemania se ha propuesto alcanzar la neutralidad climática para 2045, cinco años antes que la Unión Europea. Para alcanzar este ambicioso objetivo, es necesario transformar radicalmente el suministro energético, dado que es donde se produce la mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero. Deben ocurrir muchas cosas en todos los niveles y en relativamente poco tiempo: Los combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas natural, que aún predominan en la actualidad, deben ser sustituidos por energías renovables, los coches con motores de combustión, por vehículos eléctricos, las calderas de calefacción y los calentadores de gas, por bombas de calor y otros sistemas de calefacción sostenibles. Además, también es preciso continuar trabajando en la eficiencia energética, es decir, en el uso reducido de la electricidad y del calor.

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Los efectos de la guerra de agresión rusa contra Ucrania han presentado grandes retos para el proyecto de transición energética. “Dominaron el año energético 2022”, resume un reciente análisis del laboratorio de ideas Agora Energiewende. La seguridad del suministro era la consigna del momento. Así, las centrales de carbón abandonadas volvieron a funcionar para compensar una posible falta de gas, y muchas plantas industriales comenzaron a utilizar cada vez más petróleo para sustituir el costoso gas natural. Esto permitió a Alemania hacer frente a la crisis energética. Sin embargo, al mismo tiempo, se emitieron gases de efecto invernadero adicionales porque el carbón y el petróleo provocan más emisiones que el gas.

El consumo alcanza su nivel más bajo desde 1990

El balance es desigual. Desde un punto de vista positivo, los hogares y la industria ahorraron mucha energía. El consumo total descendió aproximadamente un 5 %, alcanzando el nivel más bajo desde la reunificación alemana. Según la Agencia Federal de Redes (Bundesnetzagentur), el consumo de gas también registró un importante descenso del 14 %. Pero el retorno del carbón y del petróleo hace que los objetivos climáticos de Alemania sean aún más ambiciosos. En 2022, se emitieron cinco millones de toneladas de CO2 más de lo previsto. De este modo, no se alcanzó por poco la reducción del 40 % con respecto a 1990. El objetivo es una disminución del 65 % para 2030.

Las energías renovables establecieron un récord en 2022. Con un 48 %, ya cubrieron casi la mitad del consumo de electricidad de Alemania. Sin embargo, este pico se debió, sobre todo, a condiciones meteorológicas especialmente favorables: hubo mucho viento y más horas de sol que nunca antes. “Tenemos que aumentar drásticamente la velocidad de expansión de las energías renovables”, afirma la especialista en economía energética Claudia Kemfert del Instituto Alemán de Investigación Económica. En este contexto, la crisis energética provocada por la guerra de Ucrania puede incluso convertirse en “un auténtico impulsor de la transición energética”, asegura Kemfert. Porque las energías verdes no solo reducen la dependencia del suministro energético de los combustibles fósiles y ayudan a disminuir los gases de efecto invernadero, sino que también contribuyen a bajar los precios. De no haber sido por ellas, los precios de la electricidad habrían sido aún más altos en 2022.

2 % de la superficie nacional para la energía eólica

Con el fin de acelerar la transición energética, el Gobierno federal ha adoptado nuevas disposiciones legales en 2022. La cuestión más importante es que el uso de energías renovables en el futuro “sea de gran interés público y atienda a la seguridad pública”. Esto permite allanar el camino para un procedimiento acelerado en la planificación y aprobación de proyectos, como sucede desde hace tiempo con la construcción de carreteras o la minería de carbón a cielo abierto. Por otro lado, en el futuro, deberá destinarse un promedio de un 2 % de la superficie nacional a proyectos de energía eólica.

Los objetivos de expansión de la energía eólica y solar también han aumentado considerablemente. En 2030, al menos el 80 % de la electricidad en Alemania deberá ser renovable. Anteriormente, el objetivo era el 65 %. El aumento de este objetivo es especialmente ambicioso. Se prevé que el consumo de electricidad aumente un tercio si, según lo previsto, a finales de la década circulan al menos 15 millones de coches eléctricos y se instalan seis millones de bombas de calor.

Adelanto de la eliminación gradual del carbón

La aceleración de la eliminación gradual del carbón también forma parte de los objetivos. Según el acuerdo alcanzado con la empresa de suministro energético RWE, en el yacimiento de carbón de Renania se adelantará para 2030, de modo que tendrá lugar ocho años antes de lo previsto. En cambio, la eliminación gradual de la energía nuclear se ha postergado hasta la primavera de 2023 para garantizar el suministro de electricidad. En realidad, las últimas centrales nucleares deberían haberse cerrado en 2022.

Por estos motivos, la crisis energética actual puede convertirse en una oportunidad para la transición energética. Ya hay algunos indicios de ello. Por ejemplo, en estos momentos está en pleno auge la demanda de instalaciones solares, coches eléctricos y bombas de calor. Tanto las empresas como el público en general han mostrado un gran interés por las tecnologías de transición energética. El número de puestos de trabajo en el sector de las energías renovables, que cayó bruscamente 15 años atrás, también se ha recuperado y ahora ronda los 350 000. De esta situación, Agora Energiewende extrae una conclusión positiva: “El año 2022 ha dado inicio a una nueva era para la transformación hacia la neutralidad climática”.

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