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Investigadores con 
espíritu de equipo

Raúl Rojas de la Universidad Libre de Berlín es experto de prestigio internacional en inteligencia artificial y activo mediador entre culturas. Durante el Año de Alemania en México, Rojas colabora con estudiantes de su país

07.07.2016

¿Qué viene allí? Una silla de ruedas circula por el oscuro pasillo del piso de oficinas, guiada como por arte de magia. Toma con cuidado las curvas, gira y desaparece de nuevo. En el Instituto de la informática de la Universidad Libre de Berlín (FU) esto es un espectáculo habitual. Aquí no solo entran y salen personas, sino que también pulula una gran cantidad de robots.

Visitamos al Sr. Raúl Rojas, catedrático 
especializado en inteligencia artificial y robótica. Nació en 1955 en la Ciudad de México. Su padre, un ingeniero mecánico, trabajó muchos años para General Motors. El entusiasmo por la mecatrónica, sin embargo, no se transmitió al hijo, quien prefirió estudiar matemáticas y física. Durante sus estudios Rojas conoció el tema inteligencia artificial. Sus intereses académicos ya eran bastante diversos, aprendió alemán y francés y estudió, aparte de matemáticas, ciencias económicas.

Así entró en contacto con el politólogo alemán Elmar Altvater a mediados de años 1980, quien se encontraba de visita en 
México. Altvater lo invitó a ir a Berlín a escribir su doctorado. “Al principio era solo por solo tres años”, cuenta Rojas. Entretanto vive ya más de tres décadas en la capital alemana y fue testigo de la Caída del Muro y la unificación. Pese a las muchas estancias de investigación en otros países, por ejemplo en Princeton y Stanford, Berlín ha sido siempre el centro de su vida.

Lo que le entusiasmó ya en su época de doctorando fue la cultura de investigación en las universidades alemanas. A diferencia de México, donde todo se basa en el régimen más bien escolar de Estados Unidos, en Alemania se otorga espacio para los propios proyectos. “Cuando yo llegué, era relativamente fácil formar grupos de estudiantes que preparaban juntos las clases desde el primero hasta el último semestre.” Esto beneficia sobre todo a los más jóvenes, cree Rojas. “Los estudiantes aprenden más de sus compañeros que de las clases teóricas.” El profesor habla de la escuela del pueblo en 
México, a la que asistió su abuela y en la que niños de diferentes edades se sientan en la misma aula. “Es lo mismo que sucede aquí.”

En honor a su pasión por la mediación ente culturas, Rojas recibió en 2014 el premio “Profesor Universitario del Año”. “Es un corifeo que logra combinar la investigación y la enseñanza de forma ejemplar”, expresó en los motivos el presidente de 
la Asociación Alemana de Universidades. Además de la oficina de Rojas se puede conocer de cerca el espíritu innovador que predomina en su cátedra. La puerta que conduce al laboratorio de robótica está abierta e invitar a entrar. La primera mirada sorprende: la habitación se parece más a un piso compartido que a un laboratorio de TI. Botellas de agua delante de notebooks, cajas apiladas y copas alineadas en estantes. Dos estudiantes se inclinan sobre un pequeño robot. Juntos reflexionan sobre formas de evitar de que se tropiece debido a desniveles del suelo.

Los “FUmanoids” –así se llaman estos 
robots humanoides en referencia al nombre de la universidad– son famosos por sus habilidades futbolísticas. Pero no tiene nada que ver con las preferencias 
deportivas del profesor. El juego es parte del desarrollo de la inteligencia artificial. “No se puede programar robots para 
todo”, explica Rojas. “Las máquinas tienen que aprender mediante la interacción, como un niño.” El juego en equipo ofrece para eso el entorno perfecto. El robot debe reaccionar, esquivar, atacar. “Es algo por un lado simple, porque todo se realiza sobre el suelo, pero por otro lo suficientemente complejo para que los robots adquieran nuevos conocimientos.” Con sus máquinas futbolistas, Rojas y sus estudiantes ya han ganado varios concursos internacionales de robótica.

Otro proyecto importante liderado por Rojas es el coche de conducción autónoma “Autonomos”. Desde 2007 se viene investigando. “En la actualidad existe una fuerte competencia en torno a esta tecnología.” Tres países están a la vanguardia: EE.UU., Japón y Alemania. También en México es grande el interés. Muchas universidades quisieran dedicarse a la investigación, 
pero para ello necesitan elevadas inversiones. Con motivo del Año Dual Alemania-México, Rojas desarrolló por eso una idea. Impulsó la construcción de 13 modelos de automóvil en escala 1:10. Los coches están equipados con un escáner láser, cámara de vídeo y computadora. El hardware por ello es completo y operativo.

En junio de 2016 se distribuyeron los vehículos en dos universidades mexicanas. Allí, los estudiantes disponen de algunos meses para darles vida, es decir, para programar el software. “Así entran en contacto ya al comienzo de sus estudios con la conducción autónoma”, resalta Rojas. En el otoño de 2016 se mostrará lo 
que han logrado los jóvenes informáticos. En un concurso como parte del Año Dual Alemania-México, los equipos de las diferentes universidades competirán entre sí. Los coches deben demostrar sobre 
un recorrido especial si saben girar, reconocer luces rojas y tener en cuenta otros vehículos y peatones. ▪

Astrid Herbold