Los halligen
La serie "Entdecke.de" invita a recorrer bellos rincones de Alemania. Esta vez visitamos los islotes del Mar de Wadden en Frisia del Norte.
Mar, marisma y a veces marea: todo eso forma parte de la vida cotidiana de Gunda Erichsen. Esta cocinera profesional y ornitóloga aficionada es una de las 230 personas en Alemania que viven en un "hallig", un islote de marisma en el Mar del Norte. Se crio en el islote Nordstrandischmoor, pero con su esposo Gonne y sus dos hijas vive ahora en el islote Südfall. Mientras que Gonne se dedica en su trabajo a la preservación del hallig, Gunda atiende a turistas que llegan durante el día al islote y les informa de la vida en la isla.
10 halligen pertenecen hoy a Alemania: Nordstrandischmoor, Langeneß, Oland, Gröde y Hooge, así como Habel, Südfall, Süderoog, Norderoog y el islote de Hamburgo. Están situados cerca de la costa del Mar del Norte en el Parque nacional del mar de Frisia de Schleswig-Holstein. Surgieron apenas en el anterior milenio: por sedimentación del antiguo suelo pantanoso o como restos de una isla anteriormente más grande. Como espigones rompeolas delante del continente, los islotes cumplen hoy una función importante en la protección de la costa.
Cuando sube la marea se inundan los islotes
Lo particular es que, a diferencia de las "auténticas" islas, estos islotes están situados solo a unos pocos metros sobre el nivel del mar. Cuando sube fuertemente la marea, los islotes se inundan. Solo asoman por fuera del agua los llamados "warften", las elevaciones artificiales sobre la que se posan las casas. Esto sucede unas cincuenta veces al año. En caso de inundación, el limo y la arena se depositan sobre el suelo y hacen que el islote crezca aproximadamente un centímetro al año.
La vida en un islote tiene que estar muy bien organizada. No se puede ir en cualquier momento a cualquier lugar. Apenas hay tiendas, y solo en los islotes más grandes atienden médicos. Los habitantes van de compra al continente, y en caso de emergencia médica hay que llamar un helicóptero. Toda la vida depende de las mareas y del clima. Pero si una marea alta llega con más fuerza de lo normal, un refugio de emergencia en cada hogar, amarrado a pilares de hormigón, ofrece la protección necesaria. Gunda Erichsen no se siente sola en el islote: "Creo que la gente de la ciudad siente más soledad que nosotros."