Ir al contenido principal

Alemania y sus hogares

Constanze Kleis sobre la más bella zona privada de juegos: la sala de estar del alemán.

17.12.2014
© dpa/Felix Hörhager - Living

En Alemania hay 19 millones de hogares, por eso 
se plantea 19 millones de veces la misma pregunta: ¿Cómo es la morada detrás de las fachadas? Pues: 
¡pasional! Quienes creen que las pasiones del alemán se limitan al fútbol y a su automóvil, deberá cambiar su forma de pensar. En Alemania el cuidado de la propia vivienda es un deporte nacional. Apenas hay naciones que inviertan más en ello que nosotros. Nadie en Europa gasta más dinero en muebles y en esta pasión por la vivienda. Esto se debe a la estrecha relación entre la decoración del hogar y la psique y el bienestar, la que el alemán cultiva tan devotamente como el mantenimiento del césped del jardín. El hogar es una especie de antibiótico emocional de amplio espectro: es a la vez refugio, realización personal y zona privada de juegos. Por eso no se trata simplemente de equipar un par de habitaciones, sino de amoblar la propia imagen y el hogar emocional. Y ha de hacer, de preferencia, con objetos sólidos, resistentes y duraderos, que como Atlas lleven sobre sus hombros la carga de las 
expectativas de una vivienda perfecta: cocinas prefabricadas, armarios de pared e inmensos aparadores.

El concepto básico de todo diseño alemán es el “ambiente acogedor”. Es lo absolutamente esencial. Un ejemplo de esto se puede visitar en Hamburgo. En la sede de la agencia de publicidad Jung von Matt se exhibe la típica sala de estar alemana: 20 m2, un 
sofá, armario de pared con chapeado de haya, lámpara de pie con haz de luz dirigido al techo y alfombra de terciopelo azul. Es el resultado de estadísticas sobre estilo de vida, análisis de estudios y artículos sobre el tema. El propósito de la muestra es que los empleados de la agencia, acostumbrados a vivir en loft, vean cómo es el cosmos de sus potenciales clientes. Una buena idea, por un lado; por otro, muchos de los habitantes de estas típicas salas de estar de Alemania se quejan de que se les ha robado su gusto personal y la convicción de creerse algo especial. Porque una de las características de la sala de estar ideal es justamente la originalidad. Y por eso nos entusiasman frases como “Con la compra de cualquiera de estas cocinas, el cliente adquiere un objeto singular y único”. Ignoramos así que estos objetos son tan “originales y únicos” como el ciclamen, la hiedra y las orquídeas que adornan nuestras macetas, las tres plantas de interiores preferidas en Alemania. Y negro, marrón y blanco son los colores más vendidos.

En ningún otro tema como la decoración del propio hogar es más largo el trecho entre lo ideal y lo real, el sueño y la realidad, lo posible y lo deseable o entre el 
anhelo de originalidad y la aspiración de ser parte de un colectivo. Pero nada de eso nos importa. Porque somos dueños de hacer lo que queramos dentro de nuestras cuatro paredes. Es decir, vivimos 
cercanos a la vida, a aquello que es la realidad existente y un poco también a aquello que debería ser. Por eso, tres millones de alemanes hojean cada mes revistas especializadas de brillantes fotos, compran libros de consejos para decoración de interiores, y navegan en portales en Internet 
del tema. A veces van a mueblerías –uno de sus pasatiempos favorito– y prueban la minimalista tumbona de diseño tan recomendada o la excéntrica mesa de sala de estar al precio de un automóvil pequeño. Pero al final compran un monstruoso sofá de felpa cuyo respaldo se puede regular por control remoto a cinco posiciones, desde reclinada hasta totalmente plana. Hay que tener coraje para comprar estos objetos tan profanos. Por eso el alemán vive no solo en un “ambiente acogedor”, sino también fenomenal. ▪

CONSTANZE KLEIS vive y trabaja en Fráncfort. En su casa la escritora no tiene armario de pared, pero sí un sofá negro.