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Entrevista con Pascal Lamy, director general de la OMC

El director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC) esboza reglas para el futuro del comercio mundial y explica por qué flores de Kenia tienen un menor impacto ambiental que flores de Europa.

15.03.2013
© picture-alliance/dpa

SR. LAMY, las tasas de crecimiento del comercio mundial son actualmente menores que el promedio de largo plazo. ¿A qué se debe?

El comercio se desarrolla en términos generales paralelamente al desarrollo económico global y este está estancado. El Banco Mundial pronostica para 2013 un crecimiento global de un 2,4%, solo un poco mayor que el de 2012, que fue del 2,3%. Europa, el mayor mercado del mundo, prácticamente no crecerá este año. Estados Unidos crecerá muy poco, y ello en tanto no se aísle. Japón tampoco crece casi e incluso en países como China, India y Brasil, que siguen teniendo tasas de crecimiento con las que los países industrializados solo pueden soñar, el crecimiento será menor del que han tenido en los 
últimos años. En vista de ese escaso crecimiento de ninguna manera puede sorprender que el volumen del comercio haya aumentado el año pasado solamente un 2,5% y que para este año se pronostique un aumento 
de solo el 4,5%.

¿Cuáles son los problemas?

La débil coyuntura económica en Europa 
es claramente el mayor obstáculo para un crecimiento de la economía y el comercio globales. Europa es el mayor mercado del mundo y cuando se debilita o se encoge, 
como actualmente, ello tiene consecuencias globales. Los problemas en Europa se diferencian según los países.

¿Qué papel desempeña Alemania?

Las empresas alemanas son muy compe­titivas. El problema de Alemania es que 
sus exportaciones representan aproximadamente la mitad de su producto bruto interno y tres cuartas partes de sus exportaciones van para la UE y Estados Unidos, donde la demanda de productos alemanes se reduce actualmente. Esa es una de las principales razones de la disminución del crecimiento en Alemania a fines de 2012. Por ello habría que estimular la demanda interna y simultáneamente hacer todo lo posible para que la situación mejore aún más en el resto 
de Europa, ya que ello beneficia en última instancia también a Alemania.

La Ronda de Doha ha fracasado y aumentan los tratados de libre comercio bilaterales. ¿Pierde protagonismo la OMC?

Es cierto que la Ronda de Doha está estancada en muchos puntos, pero de ninguna manera puede decirse que ha fracasado. Los ministros reconocieron en 2011 que las negociaciones están trabadas y nos encargaron elaborar un proyecto de acuerdo que contenga los puntos sobre los que puede llegarse a un consenso en la Ronda. En ello se lograron avances el año pasado. En septiembre de 2012, por ejemplo, en la Conferencia Ministerial de la OMC en Bali logramos acordar, en el marco de la facilitación del comercio, reducir la burocracia aduanera a través de un aumento de la transparencia y una unificación de los procedimientos aduaneros. Ello podría tener gran importancia. También acordamos aumentar el comercio con productos de tecnología de la información. Para ello ampliamos el acuerdo de 1997 a otros países y cientos de nuevos productos. Es verdad que no se llegó a un consenso en cuanto a un vasto Acuerdo de Doha y que por ello algunos países firman, más allá del escenario multilateral, acuerdos comerciales preferenciales a nivel regional o bilateral. Pero estos prácticamente no tienen efectos sobre el comercio global.

Su sucesor como comisario de Comercio de la UE, Karel De Gucht, impulsa 
decididamente el comienzo de negociaciones sobre un tratado de libre comercio con Estados Unidos. ¿Cuál es su 
opinión al respecto?

Las negociaciones aún no han comenzado y no se sabe cómo se desarrollarán o qué consecuencias tendrá ese tratado para el proceso multilateral y la OMC. Está claro que las negociaciones no serán fáciles. El punto principal en el comercio transatlántico es una homologación de los estándares y todos sabemos que no es nada fácil. No obstante, un tratado de libre comercio encierra un enorme potencial para aumentar la eficiencia.

Los tratados de comercio son acuerdos complejos, en los que todos los participantes deben llegar a un consenso. ¿Qué son para usted reglas de comercio justas en el siglo XXI? ¿Y por qué son tan importantes?

Esa es una muy buena pregunta, pues actualmente no tenemos reglas de comercio para el siglo XXI. Tenemos reglas negociadas hace 20 años. Algunos principios no pierden vigencia: la no discriminación, la transparencia, la previsibilidad y el compromiso de cada uno de los Estados de conformidad con su nivel de desarrollo. Actualmente, los aranceles aduaneros entre la UE y EE. UU. son de solo un 5% en promedio. Los obstáculos al comercio hoy, y sobre todo mañana, son otros: estándares, normas, certificaciones, disposiciones legales y ciertas prácticas aduaneras generan muchos más costos y son un mayor problema para las empresas que los aranceles aduaneros. Aspiramos a acordar una facilitación del comercio a través de una reducción de la burocracia aduanera y administrativa. De esa forma, los costos de las formalidades aduaneras pueden ser reducidos de un 10% a un 5% del valor de los bienes comerciados, lo cual haría que las empresas pudieran ahorrar un billón de dólares a nivel mundial. Como el comercio se solapa cada vez más con otros elementos, tales como la protección ambiental, los estándares sociales y la seguridad de los productos, las medidas no tarifarias se transforman crecientemente en una fuente de tensiones. Estoy bastante seguro de que las negociaciones entre la UE y EE. UU. mostrarán con qué desafíos nos enfrentamos, pero también que posibilidades se ofrecen si se acometen esos problemas.

La liberalización del comercio promete crecimiento y bienestar, al tiempo que impulsa la globalización. Ello daña a menudo el medio ambiente. Cada vez más se reclama una producción local. ¿Qué responde a esas críticas?

No puede afirmarse que un comercio libre dañe el medio ambiente. El comercio posibilita, a través de una división del trabajo y ventajas comparativas, una eficiente puesta a disposición de recursos. Si cada país quiere ser autárquico y producir sus propios bienes de consumo se genera más basura, ineficiencia y contaminación ambiental. Se debe tener en cuenta que el 90% del comercio mundial se realiza vía marítima, que es el tipo de transporte que menos contamina el ambiente. Corderos alimentados con pastos naturales en Nueva Zelanda transportados luego a Gran Bretaña contaminan menos el ambiente que corderos de cría en gran escala transportados en camión de Escocia a Londres. Flores cultivadas naturalmente en Kenia generan menos emisiones que flores cultivadas en viveros en Europa. Claro que no es incorrecto querer comprar alimentos u otros productos producidos localmente. Si los consumidores 
así lo desean, las reglas de la OMC no lo 
impiden. Pero, ¿qué sucede con los países que importan casi todos sus alimentos? 
Debemos tener cuidado de que la preferencia por productos locales no se transforme en proteccionismo. ▪

PASCAL LAMY, DIRECTOR GENERAL DE LA OMC
El francés Pascal Lamy, nacido en 1947, es desde 2005 director 
general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), con sede en Ginebra. De 1999 a 2004 fue comisario de Comercio de la UE. Su periodo al frente de la OMC finaliza en agosto de 2013.