Ningún fabricante de coches puede prescindir de Brasil
Casi todos los fabricantes de automóviles alemanes tienes planes de expansión para Brasil.

Durante los últimos meses se ha hecho constantemente casi la misma foto en una oficina del Gobierno brasileño: el mismo cuadro en la pared, la misma mesa de madera pulida y detrás la presidenta Dilma Rousseff. Lo que cambiaba era la indumentaria de la presidenta, el modelo de coche que tenía sobre la mesa y el señor que estaba a su izquierda sonriendo a la cámara. En una ocasión era el miembro del directorio de Daimler Andreas Renschler, en otra Rupert Stadler, presidente del directorio de Audi, y en otra Thomas Schmall, presidente de Volkswagen do Brasil.
Responsables de casi todas las grandes compañías automovilísticas alemanas acabaron hablando con la jefa de Estado brasileña. Quieren reforzar sus actividades en el país latinoamericano erigiendo nuevos centros de producción o ampliando los existentes. BMW, por ejemplo, tiene previsto construir una planta en la región de Joinville, en el Estado de Santa Catarina. El Gobierno brasileño aprobó el proyecto en febrero de 2013 y la producción debería empezar ya en 2014. BMW quiere producir unos 30.000 vehículos al año en Joinville. El volumen de inversión supera los 200 millones de euros. Algo más tarde, previsiblemente en 2016, se pondrá en marcha la planta de Daimler. La compañía quiere abrir otro centro de montaje en Iracemápolis, cerca de São Paulo. Va a invertir 170 millones de euros en el centro, del que saldrán hasta 20.000 vehículos al año. “Brasil es un importante mercado para el futuro”, dice Andreas Renschler, y con la producción local se puede hacer frente a la competencia. Lo mismo pretende Audi. El fabricante de coches de Ingolstadt está considerando comenzar en 2015 con la producción en Curitiba, en el Estado de Paraná. Se pretende que en el centro existente del grupo Volkswagen, al que Audi pertenece, se fabriquen a largo plazo hasta 36.000 vehículos al año. Audi destinará a ello 150 millones de euros. La propia Volkswagen, que está presente en Brasil desde los años 60, quiere pisar el acelerador y ha anunciado que va a producir el Golf también en Brasil y a ampliar la capacidad de Curitiba en un veinte por ciento.
La afluencia de fabricantes no es de sorprender dado el movimiento que existe en el mercado brasileño. El nivel de consumo de la clase media aumenta y, con él, la demanda de coches nuevos. En el primer semestre de 2013 se matricularon unos 1,8 millones de vehículos, casi un cinco por ciento más que en el mismo periodo del año anterior. Según la sociedad para el fomento del comercio exterior alemán Germany Trade & Invest (GTAI), los observadores pronostican un aumento de las ventas de hasta el 10 por ciento anual de aquí al 2017. ▪
Helen Sibum