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Un consejero muy solicitado: el Consejo Mundial de la Biodiversidad

El Consejo Mundial de la Biodiversidad IPBES, con sede en Bonn, lleva desde 2012 recopilando datos científicos y asesorando a los responsables políticos.

Friederike BauerFriederike Bauer, 22.05.2023
Licénidos sobre centaureas negras.
Licénidos sobre centaureas negras. © picture alliance/dpa

De los ocho millones de especies que hay en el mundo, un millón se encuentran en peligro de extinción. La mitad de los arrecifes de coral ya ha desaparecido. Se trata de cifras procedentes del Consejo Mundial de la Biodiversidad, denominado oficialmente “Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services” (IPBES), cuya secretaría tiene su sede en Bonn. Pero a pesar de la relevancia de sus informes y advertencias, el propio organismo sigue siendo en gran medida desconocido para el público en general.

A diferencia del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el Consejo Mundial de la Biodiversidad apenas está ganando notoriedad pública. Ambos organismos emergieron de las Naciones Unidas, concretamente del Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA), pero trabajan independientemente, al margen de la influencia gubernamental. Su misión: evaluar y difundir los últimos descubrimientos científicos, para que los responsables políticos puedan formular estrategias y tomar decisiones sobre esta base. El IPBES y el IPCC son por tanto una especie de consejos consultivos científicos mundiales.

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El IPBES existe desde 2012

No obstante, el Consejo Mundial de la Biodiversidad es mucho más reciente que el IPCC: el IPBES se fundó en 2012, el IPCC existe ya desde 1998. Esta diferencia cronológica también refleja el estatus respectivo en el debate político: Mientras que la amenaza del cambio climático ya está reconocida y los informes del IPCC se esperan con impaciencia, el asunto de la biodiversidad todavía debe recuperar terreno en términos de atención pública. Entre tanto, está claro que se trata de una doble crisis, con dos fenómenos que se refuerzan mutuamente, tanto positiva como negativamente.

Una naturaleza virgen ayuda en la lucha contra el cambio climático

Cuando los bosques desaparecen o los pantanos se secan, se liberan grandes cantidades de CO2. Por el contrario, la naturaleza virgen es la que mejor ayuda a frenar el calentamiento global. Por eso, especialistas como el biólogo marino y copresidente de un grupo de trabajo del IPCC, Otto Pörtner, recomiendan que el IPCC y la IPBES presten más atención a las interacciones entre la biodiversidad y el clima: “Esto nos permitiría mostrar exactamente cómo son las conexiones y las medidas recomendadas.”