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La protección de las especies no conoce fronteras

Ya se trate del antílope saiga en Kazajistán o de las aves migratorias en Europa y África; la cooperación internacional es necesaria para su protección.

23.05.2023
Menudo morro: el antílope saiga de Kazajistán
Menudo morro: el antílope saiga de Kazajistán © Adobe Stock

La protección de las especies y la preservación de la biodiversidad son tareas de cada individuo y de las comunidades o estados. Sin embargo, a menudo los proyectos más exitosos son aquellos en los que los países y las organizaciones no gubernamentales reúnen competencias y recursos financieros en proyectos conjuntos. Te presentamos dos proyectos especialmente exitosos con participación alemana.

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Altyn Dala - La recuperación del antílope saiga en Kazajstán

El antílope saiga, con su enorme nariz protuberante, se asemeja un poco a una criatura generada por ordenador de una película de La Guerra de las Galaxias. Y casi acaba convirtiéndose también en un ser virtual. En las estepas y semidesiertos de Kazajistán apenas vivían unos 150.000 ejemplares, hasta que un esfuerzo conjunto de la Sociedad Zoológica de Fráncfort (ZGF), Fauna & Flora Internacional (FFI), la Real Sociedad Británica para la Protección de las Aves (RSPB) con ONGs de Kazajistán y el gobierno de ese país, salvó al antílope de la extinción. La investigación sobre el modo de vida, el establecimiento de zonas protegidas y corredores migratorios, la formación y el despliegue de guardas, así como las elevadas penas por caza furtiva, han conseguido que el número de animales en Kazajistán roce de nuevo el millón. Y algo más acerca del morro del saiga: ayuda a templar el aire al respirar, que puede superar los 40 grados de calor en verano y los 30 grados bajo cero en invierno.

Cría en el norte, inverna al sur del Sáhara: la cigüeña blanca.
Cría en el norte, inverna al sur del Sáhara: la cigüeña blanca. © Adobe Stock

AfriBiRds - Bases para la protección de las aves migratorias

Pocos animales reflejan tan claramente la inmensidad de la biosfera como las aves migratorias. Ya se trate de agujas colipintas canadienses, capaces de recorrer 12.000 kilómetros sin escalas a través del Pacífico hasta Nueva Zelanda en poco más de diez días, o de millones de pequeños pájaros cantores que emigran de Europa al África subsahariana en otoño y regresan en primavera exactamente a “su” arbusto en Noruega. Para estudiar su vida y supervivencia se precisan datos fiables. El hecho de que existan cada vez más se debe al trabajo de base de una coalición internacional financiada por ministerios alemanes. El proyecto AfriBiRds (African Biosphere Reserves as pilot sites for monitoring and conservation of migratory birds) es el resultado de la cooperación entre la Unión para la Conservación de la Naturaleza y la Biodiversidad de Alemania y la organización internacional para la conservación de las aves Birdlife International, la Red Mundial de Reservas de la Biosfera de la UNESCO, el Parque Nacional de Comoé en Costa de Marfil y la Reserva Forestal de Omo en Nigeria. Juntos han probado y estandarizado métodos de observación y recuento, sentando las bases para una mejor comprensión de la migración de las aves y su conservación internacional.