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“Sobre Europa no hay que hablar, hay que hacerla”

Georg M. Blochmann, director del Goethe-Institut de Varsovia, desea que se respete más la diversidad.

19.06.2013
Gerog M. Blochmann, Goethe-Institut, Warschau
© Marcin Kalinski/laif - Gerog M. Blochmann, Goethe-Institut, Warschau

Sr. Blochmann, ¿se encuentra Europa no solo en una crisis financiera, sino también en una crisis de identidad cultural? ¿No debería ser esta la hora de la cultura, la hora de una gran idea?

Con respecto a las grandes ideas soy en principio escéptico. En el pasado han traído más desgracia que bendiciones sobre el mundo. No obstante, que Europa debe ser un proyecto cultural lo reconoció ya la inolvidable ministra de Cultura griega Melina Mercouri, cuando, en 1985, creó la iniciativa para la Capital Europea de la Cultura. Era la visión de un continente que se define a través de su cultura común. Si bien esa cultura es común, no es uniforme. Lo fascinante de esa cultura europea es justamente esa diversidad. Y allí es donde quizá surja un destello de esa “gran idea”: el nuevo respeto por la diversidad, que también incluye diversas culturas políticas.

¿Qué es lo que une a la cultura europea, más allá del trasfondo histórico?

Reconozco que me resulta difícil definir la cultura más allá de las grandes líneas históricas de desarrollo. Si busco un concepto para describir la nueva cultura europea, lo que se me ocurre espontáneamente es “movilidad”. La movilidad dentro de Europa es única vista históricamente y transforma nuestra definición de cultura específica de un país. ¿Quién puede decir hoy quién es un artista alemán, francés o polaco, en tanto viven y trabajan un par de años aquí y otro par de años en otro lado? Y los artistas son solo la punta del iceberg. Hoy ya no cultivamos la herencia idiomática y cultural en forma competitiva, sino porque la vemos como puentes.

Desocupación, falta de perspectivas. ¿Qué puede aportar la cultura en un clima social de ese tipo?

La cultura es práctica utópica. Por ello, su tarea es justamente dar forma a esas perspectivas, una forma que modifique el primer plano “realista”: “Occupy” es un proyecto cultural, “share economy” es un proyecto cultural. Y cuando, debido al cierre de la fábrica de Opel en Bochum es teatro local reúne las cuatro sedes europeas de General Motors en un proyecto teatral común, ¿no surge allí una perspectiva social?

El escritor colombiano Héctor Abad manifestó recientemente su temor de que Europa haya perdido los amigos de años anteriores. Ve en ello el peligro de que populistas transformen a la Unión Europea en pesadillas nacionalistas. ¿Es esa una típica mirada desde afuera?

Lo mismo puede escuchar dentro de la Unión Europea. Pesimistas culturales hay en todos lados. Populistas, también. En 
este contexto, sin embargo, no quiero remitir ni siquiera a la cultura, sino solo al pragmatismo de la gente. Estoy seguro 
de que debajo del actual mal momento sigue habiendo un potencial de entusiasmo. 
Basta con ver a los cientos de miles de estudiantes del programa Erasmus. Cuando vuelven a las universidades de sus países, saben que Europa vale la pena.

¿Tiene una idea de Europa como 
lugar de añoranzas culturales?

Estambul, como símbolo de una idea ampliada de Europa.

¿Cómo ve el estado de ánimo en Polonia y cómo reacciona a ello en su trabajo programático?

En Polonia se nota relativamente poco de la tan citada crisis anímica en Europa. Existen un amplio consenso proeuropeo, incluso en los sectores más nacionalistas y conservadores, aunque suene paradójico. Aquí se siente aún mucho de la alegría y el entusiasmo que exige Héctor Abad. Sobre Europa 
no hay que hablar, hay que hacerla. Para nosotros, ello significa participan o iniciar grandes proyectos regionales o suprarregionales, proyectos de intercambios de igual a igual en todas las áreas de la cultura. La cultura, eso es Europa.

El DR. GEORG M. BLOCHMANN es director del Goethe-Institut de Varsovia, (Polonia). Doctor en historia, fue anteriormente director del Goethe-Institut de Tel Aviv.

www.goethe.de