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“Ayudamos a 
salvar vidas”

Ute Kollies es directora de la oficina de OCHA en Malí y coordina la ayuda humanitaria en el país.

14.04.2016

La Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de las Naciones Unidas tiene, además de sus sedes en Nueva York y Ginebra, 35 oficinas y 1900 empleados en todo el mundo. En Malí, luego de luchas entre las tropas gubernamentales y rebeldes tuareg en el norte del país y un golpe militar en marzo de 2012 se refugiaron internamente cientos de miles de seres humanos. Grupos islamistas conquistaron grandes partes del norte. Francia intervino militarmente a pedido del Gobierno de Malí. Desde mediados de 2013 opera en el país la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en Malí (MINUSMA). En enero de 2016, el Bundestag Alemán aprobó una ampliación de la misión. La estabilización de Malí es una de las tareas más importantes en la región.

Sra. Kollies, usted es la directora de la oficina de OCHA en ­Bamako desde abril de 2012. ¿Cuál es la situación en Malí a comienzos de 2016?

Tres cuartos de año después de la firma del acuerdo de paz. que tuvo lugar en en junio de 2015, la población no ve aún los prometidos ­beneficios de la paz. Si bien unos 400.000 de los 522.000 refugiados internos han regresado ya a sus casas, aún deben darse otras ­señales positivas para reintegrarlos por completo y acabar con el reclutamiento de jóvenes en el marco del conflicto armado o para el tráfico de drogas y ­personas. Urgentemente necesarias son sobre todo iniciativas en la educación y la formación profesional. En el país prácticamente no hay trabajo. Malí es uno de los países más pobres del mundo. Particularmente difícil es la situación en el norte. Muchos servicios ­sociales básicos funcionan solo gracias a la ayuda humanitaria. Más de 2,5 millones de ­seres humanos, que representan el 14 por ciento de la población, aún necesitan ayuda para el abastecimiento básico.

¿Qué logró hacer OCHA hasta ahora en Malí para mejorar la situación de la población?

En 2015, organizaciones humanitarias ayudaron con unos 132 millones de dólares –que representan solo un tercio de la financiación pedida– a más de un millón de personas: proyectos de abastecimiento de agua, programas de ayuda alimentaria y campañas educativas contribuyeron a salvar vidas. Como centro de coordinación, OCHA concertó las actividades de diversos actores de la ONU y de organizaciones no gubernamentales con el objetivo de optimizar la eficiencia del abastecimiento. Agradezco explícitamente el apoyo durante muchos años de Alemania para OCHA en Malí.

¿Qué desearía para su trabajo a efectos de aumentar la eficiencia de la ayuda?

Muy importante es asegurar la financiación. Para 2016 necesitamos 354 millones de dólares. Además debe ser mejorada lo antes posible la coordinación entre los cooperantes y las organizaciones humanitarias para lograr soluciones de largo plazo. Y la implementación activa y práctica del acuerdo de paz debe avanzar lo más rápido posible. Solo así puede tener éxito la transición de la ayuda humanitaria a la cooperación para el desarrollo.

¿Qué le da impulsos?

Reconocí tempranamente en mi vida que no todos los seres humanos tienen las mismas posibilidades. Deseo hacer todo lo posible para eliminar esa desigualdad no causada por las propias personas. En un mundo cada vez menos solidario soy consciente de que poco puedo hacer. Pero algo hago. Todos los días. Y veo que también otra gente pone al ser humano en el foco de sus actividades. Eso me alegra mucho. ▪