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Laboratorio creativo Berlín

Desde la unificación, Berlín ya no es una ciudad dividida y trasciende desde hace mucho tiempo la contraposición Este-Oeste. Es ahora un laboratorio internacional de creativos, en la que el futuro está muy cerca

18.06.2015
© dpa/Wolfram Steinberg - Berlin, Spree, Molecule man

Ost. Con tres grandes letras sobre el techo, la Volks­bühne en la Plaza de Rosa-Luxemburgo juega con la confusión. “Ost” en Berlin Mitte yo no es parte del “Este” y esto se debe en parte al teatro Volksbühne. Aquí se han explorado los límites del teatro en los últimos 25 años. Aparte de obras clásicas de teatro de autor, reinterpretadas en la Volksbühne, Christoph Schlingensief y René 
Pollesch han celebrado aquí sus primeros éxitos. La Volksbühne ha presentado espectáculos teatrales políticos con alto grado de compromiso, contribuyendo así a llevar al mundo el mensaje de Mitte como escenario de incansables experimentos. Y era la lógica consecuencia que se escuchara en toda Europa el estruendo que acompañó en el mundillo del teatro a la cuestión de quién debía ser el sucesor de director artístico Frank Castorf, en funciones desde 1992. El distrito Mitte es ahora un lugar mundano y cosmopolita, en el que el “Ost” constituye solo un apunte geográfico.

Chris Dercon, el director de la prestigiosa Tate Gallery de Londres que ganó la carrera por el cargo de director artístico, no se queda corto al hablar de Berlín, sino que se expresa en eufóricos superlativos: “Muchos artistas van a Londres. Pero Londres se ha quedado estancada en su desarrollo. En Berlín, en cambio, hay una constante transformación”. Para este belga, la Volksbühne, con sus más de 100 años de historia, es el lugar donde está “el futuro del teatro” del siglo XXI. Si durante mucho tiempo Berlín se comparó con Londres y Nueva York, ahora parece capaz de superarlas, eso al menos piensa Chris Dercon.

El que inicia un paseo por el centro del nuevo Berlín en la plaza Rosa-Luxemburgo, deja atrás la antítesis Este-Oeste. Lo que se discute en Berlin Mitte ya no son sensibilidades entre las dos Alemanias, sino temas internacionales, en la que la palabra “futuro” nunca falta. Lo mismo que el Cine Babylon, que se ocupa del futuro de la cinematografía con una óptica internacional. Fue allí donde se proyectó, después de su triunfo en Los Ángeles, por primera vez la película polaca “Ida”, premiado con el Oscar a la mejor película en lengua no inglesa. Con este drama sobre una chica judía en la Polonia de posguerra se abrió también el festival de cine “Film Polska“, que como resalta su curador Kornel Miglus, es el mayor festival de cine polaco fuera de Polonia.

Quién camina por la Rosa-Luxemburgo-Strasse rumbo a Alexanderplatz, llega indefectiblemente a la Karl-Liebknecht-Strasse, que suena a RDA y a tradición, si se consideran los nombres de calles como memoria del espacio urbano. Sin embargo, aparte de los edificios de paneles de hormigón, ya nada recuerda la RDA. Los testimonios del urbanismo comunista fueron eliminados casi todos después de la Caída del Muro. La atención se centraba en la reconstrucción de una “nueva Berlín” y también –no sin cierta ironía posmoderna– del Palacio Real de Berlín. Para muchos berlineses orientales, y también para jóvenes arquitectos y activistas urbanos, esto era un sacrilegio. ¿Celebrar de repente en el centro de la Berlín unificada el pasado monárquico de la dinastía Hohenzollern? ¿Siglo XIX en vez de siglo XXI, casco prusiano en vez de gorro de lana, bloques de piedra en lugar de cristal?

Entretanto la crítica se ha acallado, ya que el nuevo Palacio Real, que celebró en primavera de 2015 su cubierta de aguas, solo albergará el Foro Humboldt, el “proyecto cultural más importante de la República Federal de Alemania”, según la ministra Federal de Cultura Monika Grütters. Con las colecciones del Museo Etnológico y el Museo de Arte Asiático, el “Laboratorio de Humboldt” de la Universidad del mismo nombre y la exposición “Welt.Stadt.Berlin” de la Fundación Stadtmuseen, Berlin Mitte traerá el mundo al Palacio. Director fundador del Foro Humboldt es el historiador de arte británica y ahora jefe del museo, Neil MacGregor, quien durante su presentación mostró su convicción de que: “en Berlín se reinventa Europa.” Anteriormente MacGregor fue director del Museo Británico de Londres. ¿No será que de tanta internacionalidad se pierde el sabor local? De hecho, por el bulevar Unter den Linden de Berlín, que es la continuación de la Karl-Liebknecht-Strasse, pero también en muchos bares y cafeterías en Mitte, Kreuzberg o Friedrichshain, se puede escuchar más inglés, español e italiano que alemán y mucho menos el dialecto local. Pero el colorido local está garantizado. Al final del bulevar nos espera la Puerta de Brandenburgo, emblema de Berlín. Recorrieron el mundo las imágenes del 9 de noviembre de 1989, con la celebración de la Caída del Muro delante de la Puerta de Brandenburgo. Desde entonces, esta Puerta construida en 1791 con piedras de arenisca del Elba, es una marca iconográfica, infaltable en cualquier foto de turistas, pero también telón de fondo para grandes eventos. Cuando Alemania en 2006 fue sede de la Copa Mundial de la FIFA, las imágenes de los hinchas delante de la Puerta de Brandenburgo dieron la vuelta al planeta, y las bulliciosas celebraciones en Berlín se convirtieron en símbolo de una Alemania diferente, abierta y tolerante. Las imágenes tuvieron el efecto esperado. El número de turistas ha aumentado año tras año, y ya hace tiempo que Berlín es, junto con Londres y París, una de los tres destinos turísticos más visitados en Europa.

Berlin-Mitte es el distrito de los superlativos, pero también tiene sus lados oscuros. Con una tasa de desempleo de casi un 14 por ciento, Mitte es, junto a Spandau y Neukölln, uno de los distritos con mayores problemas sociales de Berlín. No solo el antiguo centro de Berlín Oriental es ahora parte de este distrito, sino también los barrios de trabajadores Moabit y Wedding. 
Y a veces el lado brillante de Berlín está a solo un paso del lado oscuro. También esto comparte la capital alemana con otras ciudades: ricos y pobres viven muy cerca. Y no es raro que en los distritos “pobres” surja el campo de cultivo para la creatividad que más tarde se celebrará en “la pasarela” Mitte.

Siguiendo desde la Puerta de Brandenburgo por la Wilhelmstrasse, avenida que fue epicentro del nacionalismo alemán y de la tiranía nazi, cruzando el río Spree, a cuyas orillas se yuxtaponen insignias de la “República de Berlín”, como la Cancillería y el Reichstag como sede del Parlamento, se llega a la Friedrichstrasse. Esta avenida, antes símbolo de la vibrante vida urbana, ha recuperado con Checkpoint Charlie y la estación central de trenes, su conexión con la historia. Pero al norte del puente Weidendamm, la Friedrichstrasse es solo la columna de un barrio común, con tiendas, viviendas y algunas oficinas. Aquí Berlín fue alguna vez un laboratorio. Poco después de la Caída del Muro, artistas ocuparon las ruinas de unos grandes almacenes que se convirtieron con el nombre de “Kunsthaus Tacheles” en uno de los emblemas de la salvaje década de los 90. Hoy un inversor financiero es propietario del inmueble. Un destino similar sufrió el Postfuhramt en la Oranienburger Strasse. Este antiguo edificio de correos de estilo morisco acogió numerosas iniciativas artísticas después de 1990. Pronto gente normal trabajará aquí en normales oficinas detrás de la interesante fachada. ¿Se convertirá pronto Mitte, este laboratorio alemán e internacional de experimentos, en algo absolutamente normal? ¿Serán en el futuro la Volksbühne en la Plaza de 
Rosa-Luxemburgo y el Humboldt-Forum solo altos faros en una vida urbana correctamente planchada?

Pero Berlín no sería Berlín si no se planteara a sí misma exactamente esas preguntas. ¿Serán las respuestas siempre las correctas? No lejos de la plaza Rosa Luxemburgo se apilan algunos contenedores formando una especie de Art Hipster-Favela “Kunst­halle Platoon” se llama esta instalación provisional que existe desde hace tres años en la Schönhauser Allee. Platoon, 
una red mundial que en 2000 construyó 
su primera galería de arte en Seúl, Corea del Sur, se propone tender “un puente entre los principales actores de la escena cultural: artistas y creativos, por un lado, y marcas e instituciones, por el otro”. Si bien Platoon ha demostrado hasta ahora ciertos méritos, entretanto al parecer la balanza se inclina cada vez más hacia el lado comercial. Por eso más importante aún es el mensaje que proclamó Chris Dercon durante su presentación como nuevo director de la Volksbühne. El teatro deberá ser en el futuro un planeta alrededor del cual 
giran varias lunas. Entre otras ideas se desea utilizar un hangar abandonado del aeropuerto de Tempelhof para representaciones y también se desea conservar el “Prater”, en la Kastanienallee, como campo experimental de teatro. El Cine Babylon formará parte del cosmos de la Volksbühne. “El teatro es un sitio real pero a la vez simbólico, que crea una situación abierta de gente para gente”, resaltó Dercon en declaraciones a la revista de arte Monopol. “El teatro no debería temer abrirse aún más.” Lo mismo podría haber dicho el (aún) director de Londres sobre la creatividad de Berlín. ▪