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El Goethe desconocido

Cinco datos sobre el gran poeta alemán que no todo el mundo conoce. 

22.08.2024
La cabeza del poeta: parte del monumento a Goethe y Schiller en Weimar
La cabeza del poeta: parte del monumento a Goethe y Schiller en Weimar © picture alliance / Andreas Franke

¿Qué le interesaba a Goethe aparte de escribir? 

Además de su obra literaria, Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) fue un apasionado de la ciencia. Le gustaba especialmente la botánica. Y el ser humano: en 1790 descubrió el hueso intermaxilar, prueba de su teoría de que el ser humano y los animales —como todo en la naturaleza— también estaban emparentados. Se encontró con una feroz resistencia. “Estoy tan contento que todos mis intestinos se mueven”, escribió sobre su descubrimiento en el cráneo de un embrión. 

¿A qué genio llegó a contradecir Goethe por escrito? 

Isaac Newton era y sigue siendo considerado un brillante físico, matemático y astrónomo. Esto no impidió que Goethe escribiera su propia teoría del color, que contrastaba con la de Newton y se basaba en experiencias cromáticas subjetivas. Su enfoque holístico sigue siendo válido hoy en día, pero en el campo de especialización de Newton, la física de los colores, el que se equivocaba era él y no Newton. En su vejez, Goethe dijo que no tenía en gran estima su poesía, “pero me atribuyo ser el único en mi siglo que sabe lo que es correcto en la difícil ciencia de la teoría del color”. 

¿Qué bebida tenía Goethe en especial estima? 

Bueno, este no es un gran secreto. Goethe era un gran amante del vino y no lo ocultaba: “La vida es demasiado corta para beber mal vino”. Pero, ¿cuál era su vino favorito? El riesling Johannisberg del Rheingau y el Steinwein de Wurzburgo. De este último decía: “Ningún otro vino me sabe bien y me fastidia que me priven de mi bebida favorita”. 

¿Tenía seudónimo el poeta más famoso de la lengua alemana? 

No cuando empezó a tener fama, por supuesto, pero publicó algunas de sus primeras obras bajo el nombre de “Plinius”. 

¿Tenía Goethe miedo a algo cotidiano? 

En su juventud, el poeta sufrió a menudo dolores de muelas. En repetidas ocasiones afirmaba que tenía las “mejillas gordas”. Consta que tenía mucho miedo al dentista y solo se dejaba tratar en caso de urgencia. Teniendo en cuenta las habilidades de los dentistas de la época, probablemente compartía este temor con la inmensa mayoría de la gente. En cualquier caso, aunque el propio Goethe nunca estudió la materia, en 1794 fue nombrado doctor honoris causa en Medicina por la Universidad de Jena.