El grafiti como objeto de culto
En Berlín surge un museo del graffiti, investigadores desarrollan una base de datos sobre grafitis y empresas muestran gran interés por los artistas.
En los años 1980, el "grafitero de Zúrich“ Harald Nägeli solía terminar en la cárcel por haber pintado muros con figuras de palitos. Hoy sus obras son reconocidas por la ciudad de Zúrich como "dignas de protección". La veneración por este arte nuevo es tal, que algunas obras son cubiertas con paneles de plexiglás o retiradas en su conjunto de las paredes con el fin de venderlas en subastas de arte. Esto sucedió con motivos del artista británico Banksy.
Museum für Urban Contemporary Art
También en Alemania esta manifestación es objeto de mayor reconocimiento. En el verano de 2017 está prevista la apertura en Berlín del primer museo de street art de Alemania, el llamado Museum für Urban Contemporary Art. Para ello se está remodelando una mansión del siglo XIX en el barrio de Schöneberg. Es un verdadero reto, ya que "el lugar de exposición es, en realidad, la propia ciudad", dice Thomas Willemeit del estudio de arquitectos Graft encargado de la obra. Pero los vanguardistas arquitectos de Graft, llamados por la prensa "las estrellas pop de la arquitectura", ya han enfrentado con éxito otros grandes desafíos.
Una base de datos de grafitis
Científicos del prestigioso Instituto de Tecnología de Karlsruhe (KIT) y de la Universidad de Paderborn, han puesto en marcha un proyecto de digitalización de grafitis, con el que se registran en una base de datos cientos de miles de obras en todo el país. El "Sistema de información sobre grafitis en Alemania" (InGriD) será apoyado en los próximos tres años con alrededor de 850.000 euros por la Fundación Alemana para la Investigación. El objetivo es observar la evolución y los cambios a través del tiempo, y explorar científicamente su estética visual, sus alegorías específicas, su gramaticalidad, su situación espacial dentro de la ciudad, así como sus funciones sociales y relevancias.
Demandados artistas
También los propios artistas se benefician de esta tendencia. Quienes hasta hace pocos años eran considerados gente de dudosa reputación, son ahora artistas muy demandados por las grandes empresas. Marcus Dörr, gerente de la agencia de grafiti en Offenbach "artmos4", fundada en 1997, recibe pedidos de fabricantes de automóviles, proveedores de energía y agencias inmobiliarias de toda Europa. Para el Instituto Goethe ya han pintado muros incluso en Moscú, Hong Kong y China.