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De la investigación a la aplicación

Numerosos institutos de investigación alemanes no universitarios llevan sus ideas a la práctica por medio de start-ups. 

Klaus LüberKlaus Lüber , 19.03.2024
Los emprendimientos científicos son motores de innovación.
Los emprendimientos científicos son motores de innovación. © iStock

¿Cómo se convierte la investigación en innovación? Las condiciones ideales para la transferencia de conocimiento de la ciencia a la economía se hallan en las start-ups formadas a partir de grupos de investigación para convertir las ideas en productos. En este marco, es fundamental el apoyo de los cuatro principales institutos de investigación no universitarios de Alemania: la Sociedad Max Planck, la Sociedad Fraunhofer, la Sociedad Leibniz y la Asociación Helmholtz. Tres ejemplos: 

Baterías del futuro 

Los coches eléctricos son todavía muy caros. Uno de los motivos principales son las numerosas láminas de contacto ultrafinas en las baterías. La start-up Batene GmbH de Baden-Wurtemberg ha encontrado una manera de reemplazar las láminas con fibras de alambres metálicos. De este modo, se reducen drásticamente los costes de producción, a la vez que se aumenta la capacidad de los acumuladores. Un equipo de investigación del Instituto Max Planck de Investigación Médica de Heidelberg desarrolló las fibras. Por su innovación, la start-up de la organización de investigación obtuvo el premio Max Planck Start-up de la Stifterverband. 

Lentillas para el oído 

La start-up Vibrosonic está trabajando en unas “lentillas” para los oídos: un audífono diminuto recubierto con silicona que se coloca en el tímpano y transmite el sonido directamente a la membrana para una mayor audición, en comparación con los audífonos convencionales. Se trata del primer audífono a nivel mundial que se ha desarrollado con los métodos de la tecnología de microsistemas. Además, cuenta con estructuras individuales mil veces más finas que un cabello humano. Vibrosonic es una start-up nacida del Instituto Fraunhofer de Ingeniería de Fabricación y Automatización IPA de Mannheim.  

Máquinas que sienten 

El objetivo del investigador Michael Strohmayr del Centro Espacial y Aeronáutico de Alemania (DLR, por sus siglas en alemán) era crear robots con yemas en los dedos que les permitan sentir al tacto. Las puntas artificiales de los dedos debían tener flexibilidad y sentir la presión, como sucede con los dedos humanos. ¿El resultado? Una superficie sensorial con el nombre Plyon. Con el objetivo de que el novedoso material pueda usarse para controlar dispositivos técnicos, Strohmayr creó la empresa Tacterion en Múnich junto con su hermano y con el apoyo del programa de fomento de emprendimientos Helmholtz Enterprise de la Asociación Helmholtz, a la que también pertenece el DLR.