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¿Plástico? ¡No, gracias!

Prescindir del plástico es más fácil de lo que mucha gente piensa. Eso es lo que experimenté en una prueba personal que consistió en renunciar al plástico durante cuatro semanas.

Martin Franke, 25.10.2018
Martin Franke intenta prescindir del plástico.
Martin Franke intenta prescindir del plástico. © Martin Franke

¿Se puede vivir sin plástico? No, no del todo. Los automóviles, los aviones y la tecnología contienen mucho plástico. El material hace que los productos sean ligeros, económicos y resistentes. Pero el plástico también tiene enormes desventajas: desde la contaminación visible del medio ambiente hasta los microplásticos invisibles que acaban en nuestras platos de varias maneras. Mi experimento personal de prescindir del plástico durante cuatro semanas fue solo en relación con plástico de corta vida útil, que es más fácil de evitar de lo que mucha gente piensa.

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Consejos para comprar sin plástico

Ya no uso tazas de café para llevar, pido mis bebidas en bares sin pajitas y compro mi pan en la panadería del barrio. En el supermercado se pueden comprar incluso yogur y leche en envases de vidrio. A veces se hace trampa con el plástico: por ejemplo, la ventana de plástico del envase de pasta hecho de cartón. Desde el queso crema hasta el salmón, la mayoría de los alimentos están envueltos en plástico y no siempre existe una alternativa sin plástico. Por lo tanto, prescindir del plástico también significa prescindir de algunos bienes de consumo.

Pasta, arroz y muesli pueden comprarse en tiendas que venden esos productos sin envase. También las verduras y las frutas pueden comprarse sin envoltorios. En la ducha, un jabón para el cabello sustituye al champú en botella de plástico, para afeitarme utilizo una máquina de afeitar tradicional, de metal. Mi cepillo de dientes está hecho de bambú, la pasta de dientes la compro en un vaso.

Cuestionar el propio consumo

Lo que aprendí es que si se quiere vivir sin plástico, se lo puede hacer sin mucho esfuerzo. El objetivo no tiene por qué ser prescindir del plástico por completo. Ya pequeños pasos tienen mucho valor. Lleva más tiempo y a veces es más caro, pero uno se siente bien y prescindir de plástico nos hace cuestionar nuestro propio consumo: ¿realmente necesito esto? En la mayoría de los casos, después de cuatro semanas de experimento personal, solo puedo decir: plástico, ¡no, gracias!

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