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Donde Europa es algo cotidiano

Europeos comprometidos: hacen de Europa algo vivo y dan nuevos impulsos al continente – cada uno a su modo.

13.08.2012
© Jonas Ratermann

De la crisis europea, ni huellas. Por los pasillos del colegio Textorschule de Fráncfort se oyen sólo gritos de júbilo. La clase 4d sale de excursión la semana que viene y Lina Koch, de diez años, no oculta su entusiasmo: “¡Nos vamos a Francia!” Desde hace cuatro años, los niños aprenden francés en su curso bilingüe alemán-francés, ya que su colegio es una Escuela Europea, una de las 30 que existen tan solo en el Estado federado de Hesse. Y Europa es la idea rectora. Además de las clases bilingües y de los contactos con Francia, la escuela participa, entre otras cosas, en el proyecto Comenius, el servicio de intercambio pedagógico en la UE. “Nuestra clase de intercambio está en Chipre“, comentan Lina y sus compañeros Sean Donohoe y Marie von Ilberg, y hablan de la isla del Mediterráneo como si fuera un barrio de Fráncfort.

Para estos niños, este puente europeo es algo cotidiano, conocen la variedad, por ejemplo cuando presentan en clase a países vecinos durante una Eurocopa de fútbol o cuando envían por correo a todo el mundo el “Theo Textor”, la mascota del colegio hecha de cartón. Cuando estos jóvenes hablan de Europa no parece algo ensayado. Irradian una hermosa curiosidad. Es el mérito en especial de un comprometido cuerpo de docentes, como la directora, Marina van der Linden, y la maestra Jana Eckert. Esta docente de 30 años habla con fascinación de sus experiencias. “Gracias a mis estancias en 
el extranjero, me he vuelto mucho más abierta”, comenta, y ahora desea compartir esas experiencias. “Es más importante vivir personalmente la experiencia de Europa que solo percibirla en la teoría.” En esto, la maestra coincide completamente con su directora. Su vivaz colegio se caracteriza por el trato respetuoso mutuo, y Marina van der Linden desea que esto trascienda a otros ámbitos.

A pocos metros del edificio de piedra de más de 100 años de antigüedad de la Textorschule se encuentra el moderno campus de la Frankfurt School of Finance & Management (FS). Aquí se forma la futura elite bancaria y aquí el profesor Christoph Schalast, de 51 años, imparte clases de, entre otros, derecho europeo. Desde hace diez años enseña a sus estudiantes nociones básicas de Europa: cómo funciona el sistema de gobierno europeo, la Comisión, el Consejo, el poder legislativo. Un curso de 30 horas. “Yo podría dar más horas sobre el tema, porque muchas veces no nos queda tiempo para el debate”, cuenta Schalast, mientras contempla el barrio de Fráncfort a orillas de río Meno, que ya hoy lleva como signo distintivo el futuro Banco Central Europeo (BCE). A pocos pasos de la universidad crece cada día el inmenso rascacielos. Sobre un contenedor modular hay una pancarta con la palabra “alma”. Schalast siente un especial vínculo con el alma, el corazón y la esencia de Europa. Y cuando empieza a hablar, se nota enseguida que no es alguien parecido a un simple jurista. Este alemán de Fráncfort ya en sus épocas de estudiante participó en la Acción Reconciliación, y ha colaborado en la conservación de los campos de concentración Auschwitz y Majdanek como sitios conmemorativos. Su padre, nacido en 1927 en la Alta Silesia, le dio dos mensajes básicos: nunca más guerra y reconciliación con Polonia. Quizás es esta biografía familiar la que ha llevado a Schalast a comprometerse tan activamente con la idea europeísta. “Hemos olvidado el increíble progreso que ha significado Europa después de 1945.” Pero como de nada vale lamentarse, aborda el tema no sólo en su diálogo con los estudiantes, sino también a través de modernas plataformas de comunicación. Así, por ejemplo, en TEDx, un foro en Internet, pronunció el manifiesto “Cread una nueva Europa”. “Esperaba críticas, pero el manifiesto convenció a los oyentes”, comenta con satisfacción y continúa trabajando para que los jóvenes aprendan más de Europa y para revitalizar el sueño europeísta.

Es el mismo sueño que sueña Franziska Maier, mientras trabaja en la oficina de la eurodiputada Sabine Verheyen, del partido demócrata cristiano alemán (CDU). Maier, de 21 años, cursa su semestre de prácticas en Bruselas y viene de Friedrichshafen, ciudad situada a orillas del Lago de Constanza. Allí estudia ciencias políticas y administración, al menos cuando no está de viaje por diferentes puntos de Europa por su participación en el Parlamento Europeo de los Jóvenes (EYP). Franziska Maier es presidenta de la asociación alemana del EYP con sede en Berlín y tiene mucho que hacer en la preparación de las futuras reuniones. El EYP existe en 36 países y las asociaciones intercambian miembros, los cuales después deliberan como en las sesiones del auténtico Parlamento Europeo, que incluyen mociones y votaciones. Desde que se unió al Parlamento Europeo de los Jóvenes a través de un concurso, crece su entusiasmo por Europa.

Recorrer Europa es también parte de la experiencia personal de Klaus Rennings, ya desde su juventud. Casi todas las semanas este economista de 48 años visita una ciudad europea diferente. Trata temas de medio ambiente y de innovación, la especialidad de este experto del Centro para la Investigación Económica Europea (ZEW). Pero el reflexivo científico de gafas azules no es para nada un activista ecológico. El subjefe de la división de estudios económicos investiga, entre otras cosas, por qué las empresas desarrollan innovaciones favorables al medio ambiente y cuáles son las consecuencias para los resultados económicos. Él mismo acuñó hace una década el término “innovación medioambiental” en su artículo “Redefining innovation”. Acaba de elaborar un informe final para la Comisión Europea, en el que trata el impacto de la innovación del medio ambiente para la competitividad de las empresas. Aunque no puede revelar los resultados del estudio, Rennings considera que Europa está a la vanguardia en materia de política climática y altos estándares ambientales. En su visión de Europa de 2030, el continente seguirá siendo pionero en materia de tecnologías verdes.

 

Ya hoy muy popular entre los jóvenes, digamos de entre 18 y 35 años, es la revista europea en línea “Café Babel”. Fundada hace diez años por estudiantes franceses de Erasmus, “cafebabel.com” se ha convertido en una plataforma de Internet en seis idiomas que llega a casi 400.000 usuarios al mes en toda Europa. Sus jóvenes autores informan sobre todo lo que les interesa, desde el rey de la albóndiga de patatas de Praga hasta el movimiento “occupy”. Entretanto, 1500 personas (periodistas, científicos, traductores) de 27 países europeos colaboran periódicamente ad honórem con la revista. Christiane Lötsch es una de ellas. “Café Babel representa una generación de jóvenes europeos que no cuentan con otro medio igualmente apropiado. En los periódicos alemanes leemos el punto de vista alemán de las cosas, pero ¿dónde se trata un tema desde diferentes perspectivas?”, dice esta periodista de 31 años. Está esperando en un bar cerca del HAU2, el Hebbel-Theater am Halleschen Ufer en el barrio Kreuzberg de Berlín, a sus colegas de la Redacción. Porque no debaten sus temas en aburridas salas de conferencias, sino que se reúnen en cafés o bares de Berlín. “El Berlin Blog es el corazón”, cuenta Lötsch. Blogs escritos desde un total de 34 ciudades europeas completan la revista en línea, coordinada por el equipo de redactores permanentes en París. Christiane Lötsch, alemana oriunda de Berlín oriental, se unió a “Café Babel” hace cuatro años. Aquello que empezó con un taller es hoy parte esencial de su vida. “Somos un buen equipo”, resalta Christiane Lötsch, y su colega, el bloguero Sébastien Vannier, confirma con satisfacción: “Observamos Europa no desde el punto de vista de Bruselas o Estrasburgo, sino a partir de nuestro día a día.”