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Embajadores de la UE en bicicletas de carrera

En cuatro fines de semana, Thomas John y Johannes Rosenberger anduvieron 4.700 kilómetros a través de toda Europa, para promocionar un continente sin fronteras. En el camino entusiasmaron a numerosas personas.

13.12.2016
© Sabrina Kraal - Thomas John, Johannes Rosenberger

Thomas John y Johannes Rosenberger, de Fráncfort del Meno, salieron a entusiasmar gente todo un verano. Su objetivo había sido en principio solo deportivo: para su proyecto “EU Ride” se propusieron recorrer en bicicleta de carrera rutas europeas, partiendo siempre de Fráncfort. 

Que a los dos extriatletas, ambos de algo menos de treinta años, se unieran una y otra vez acompañantes, no estaba planeado, pero fue bienvenido. Al fin y al cabo, el objetivo no era que su “EU Ride” fuera una prueba de resistencia, sino promocionar sobre todo la idea europea como comunidad de países sin fronteras. “Con nuestro tour queremos visualizar deportivamente la unidad de Europa. En un fin de semana, partiendo de Fráncfort puede descubrirse Europa en todas las direcciones”, escriben los dos deportistas extremos en su página web. Agregan que en ningún otra parte, la diversidad es tan grande en un espacio tan pequeño, y que tampoco en ningún otro lugar puede verse tan claramente la unidad en la diversidad. “Europa es el nombre de un continente, pero también el de un espacio unitario y sin fronteras”, concluyen. 

Con Simon, que los acompañó un trecho, por ejemplo, se encontraron en el camino hacia Varsovia. Simon, un alemán, quedó tan encantado con la idea del dúo, que se compró una bicicleta de carrera de segunda mano, para acompañar a los “EU Riders” en su último viaje, a fines de septiembre de 2016. Simón visitó en esa oportunidad a un tío que vive en la ruta hacia Italia y luego siguió acompañándolos hasta Roma.  

Generalmente, el pelotón de voluntarios del Equipo UE estaba formado por diez ciclistas. Además, los seguían cinco acompañantes en dos camionetas. El grupo anduvo en cuatro fines de semana 4.700 kilómetros. La primera excursión finalizó antes de lo planeado: los ciclistas no lograron llegar, como estaba previsto, hasta Normandía. Rosenberger tuvo problemas en el tendón de Aquiles y debió abandonar en París. Después, sin embargo, todo salió bien: los ciclistas embajadores de la UE llegaron hasta Gotemburgo, luego Varsovia y finalmente, Roma.

En casi todos lados, su acción a favor de una Europa sin fronteras fue bien recibida, dicen John y Rosenberger. En Italia, el grupo fue invitado a la mejor heladería de Roma. En Suecia los escoltaron hasta 20 ciclistas, por lo que ambos quedaron algo protegidos del fuerte viento y pudieron recuperar fuerzas. Tampoco en Varsovia sintieron rechazo alguno a Europa.

Problemas les depararon a los héroes del pedal sobre todo algunos automovilistas. En Italia, John y Rosenberger debieron constatar más de una vez que las reglas de tráfico son consideradas más como recomendaciones que como normas vinculantes. También constataron también, sin embargo, que un bocinazo en Italia no es siempre algo negativo.

En sus cuatro expediciones, los eurociclistas conocieron no solo países y gentes, sino que adquirieron también útiles “destrezas de gestión de proyectos”, como las llama Rosenberger. Ya solo la planificación de los trechos con ayuda del sistema GPS les exigió talento logístico, para que el viaje no terminara en medio de un campo baldío. Capacidad de liderazgo fue, por su parte, importante para la cohesión del grupo de ciclistas, dice John: “Siempre hay situaciones en las que uno se siente como Superman y el otro como una lombriz”. 

Algunas experiencias que John y Rosenberger recogieron en el “EU Ride” les servirán seguramente también en su vida profesional. John trabaja en una start-up técnica que desarrolla aparatos de análisis de entrenamiento para futbolistas. Rosenberger hace un máster en construcción de maquinaria en la Frankfurt University of Applied Sciences. La universidad integró la salida de los ciclistas en dirección a París, en junio, en la fiesta de inauguración de su Centro de Estudios Europeos Aplicados.

La expedición europea en cuatro etapas no fue la última hazaña deportiva de ambos. John y Rosenberger, que ya participaron también en la carrera ciclista “Transsibirian Extreme”, quieren salir nuevamente juntos de viaje. Preferiblemente los fines de semana, porque es más fácil compatibilizarlo con el trabajo y los estudios. ¿Y hacia dónde? John ya tiene una idea: a la vecina Francia.