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Joachim Schmidt, embajador en Etiopía

En la serie de deutschland.de "En misión", embajadores y altos funcionarios alemanes en organizaciones internacionales informan sobre su labor. Joachim Schmidt es embajador en Etiopía.

11.08.2015
© dpa/Jörg Carstensen - Joachim Schmidt

Sr. Schmidt, ¿qué temas marcan hoy las relaciones bilaterales entre Alemania y Etiopía?

Las relaciones germano-etíopes son extraordinariamente polifacéticas. Etiopía es para Alemania un país socio muy importante en la cooperación económica. Aun cuando Etiopía seguirá siendo por algún tiempo uno de los países más pobres del mundo, en los últimos años su economía ha crecido notablemente. En cuanto al logro de los Objetivos del Milenio de la ONU, Etiopía se cuenta entre los países más exitosos. Alemania apoya a Etiopía particularmente en las áreas de la agricultura sostenible, la educación y la biodiversidad.

Etiopía es para Alemania también un importante socio en cuestiones de seguridad regional. El país es un ancla de estabilidad en una región muy volátil. Etiopía es el país que más tropas pone a disposición en el continente para misiones de la ONU y de la Unión Africana y desempeña también un importante papel en los esfuerzos de mediación en conflictos, como actualmente la guerra civil en Sudán del Sur.

Para Etiopía la prioridad en la cooperación con Alemania es atraer inversionistas alemanes al país. Juntos trabajamos en mejorar las condiciones marco económicas para inversionistas alemanes en Etiopía.

¿Qué une a Etiopía con Alemania de forma particular y en qué puntos querría profundizar las relaciones?

Los más antiguos puntos de contacto entre Alemania y Etiopía nos llevan varios siglos atrás, hasta el año 1652. El monje etíope Abba Gregorius visitó entonces la corte del duque de Sajonia-Gotha y colaboró allí estrechamente con el sabio Hiob Ludolf. Ludolf y Gregorius están considerados desde entonces fundadores –y Alemania país de nacimiento– de los estudios etíopes.

Las relaciones diplomáticas oficiales fueron iniciadas en 1905. Por lo tanto se trata de 110 años de una cambiante historia de relaciones diplomáticas entre nuestros dos países. En las primeras décadas del siglo XX, la política no desempeñó un papel importante. Mayor importancia tuvieron las excavaciones arqueológicas y los viajes de investigación, tanto en las tierras altas como en las tierras bajas de Etiopía.

Luego de 1945, el carácter de las relaciones cambió. Hoy ya casi se ha olvidado que Etiopía fue uno de los países que más apoyó a la joven República Federal de Alemania luego de las convulsiones de la II Guerra Mundial. El por entonces emperador de Etiopía, Haile Selassie, cuando se enteró de las penalidades que pasaba la población alemana después de 1945 realizó envíos de ayuda humanitaria a Alemania en forma de frazadas y café. El emperador fue también el primer jefe de Estado extranjero en realizar una visita oficial, en 1954, a la joven República Federal de Alemania, aún no completamente soberana. Luego de la caída del régimen comunista de Mengisto, en 1991, la República Democrática Federal de Etiopía tomó el federalismo alemán como modelo para una nueva Constitución del Estado etíope.

Nos unen, por lo tanto, lazos muy fuertes y antiguos, sobre los que podemos desarrollar nuestras relaciones. Me gustaría profundizarlas, sobre todo en el área económica. Para ello es necesario, por un lado, que empresarios alemanes presten más atención a Etiopía como un mercado con gran futuro. El cliché de un país azotado por la guerra civil y hambrunas pertenece al pasado. Etiopía, con una población de unos 96 millones de habitantes, tiene hoy un alto y estable crecimiento económico. Su transformación en uno de los mercados más importantes de África solo es cuestión de tiempo. Por otro lado, el Gobierno etíope aún tiene mucho por hacer. Para atraer a inversionistas alemanes, el país debería abrirse más a inversiones extranjeras; simplificar la desbordante burocracia, que ahoga a la economía, y eliminar los déficits de Estado de derecho, sobre todo en cuanto a la protección de inversiones.

Adís Abeba está considerada la capital de la cooperación para el desarrollo. ¿Por qué? ¿Y qué actores se hallan en la ciudad?

Ello se debe sobre todo a dos factores. El Gobierno etíope aplica una estrategia nacional de desarrollo muy ambiciosa, con grandes gastos en áreas sociales, tales como la educación y la salud, pero también con grandes inversiones en infraestructura, particularmente en el abastecimiento energético y el desarrollo de los ferrocarriles.

Los éxitos son innegables, si bien el desarrollo democrático no tiene lugar al mismo ritmo. Durante varios años, la economía creció en parte a una tasa de dos dígitos y también la escolarización aumentó considerablemente en la última década. Quizás Etiopía no logre alcanzar en todos los sectores los Objetivos de Desarrollo del Milenio, pero los avances que realizó en las últimas décadas son notables.

Adís Abeba es también la capital de África y con ello sede de la Unión Africana y de la Comisión Económica de la ONU para África (CEPA). Más de 35 instituciones y organizaciones de la ONU, como, por ejemplo, UNICEF y el Programa Mundial de Alimentos, tienen oficinas en Etiopía. También en el caso de organizaciones alemanes de la cooperación para el desarrollo, tales como GIZ y KfW, que cooperación con Etiopía y la Unión Africana por encargo del Gobierno alemán o de otros donantes, las cifras son impresionantes: más de 650 personas –entre ellas 530 locales– trabajan para GIZ y KfW, como cooperantes para el desarrollo o como expertos integrados. Y, como en las mejores orquestas del mundo, quizás uno que otro instrumento no esté perfectamente afinado, pero todos los músicos tocan con gran compromiso y en cuanto a resultados, armonizan todos entre sí.

En julio de 2015 tuvo lugar en Adís Abeba la Conferencia de la ONU sobre Financiación para el Desarrollo, uno de tres cumbres sobres cuestiones claves de un desarrollo global sostenible en solo seis meses. ¿Ve progresos en la senda hacia la Asamblea General de la ONU de septiembre de 2015, en la que se espera se apruebe la Agenda Post 2015, y la Cumbre del Clima de París, en diciembre?

Para decirlo con palabras del ministro federal de Cooperación Económica, Dr. Gerd Müller, que encabezó la delegación alemana a la conferencia: lo decisivo fue que los países en desarrollo, emergentes e industrializados acordaran una agenda global para el futuro. Eso vale particularmente para la cuestión de cómo se quieren financiar los desafíos globales. Durante mucho tiempo, en la discusión internacional se puso énfasis en la “Ayuda Oficial para el Desarrollo” (ODA) y el objetivo de poner a disposición de la ODA el 7 por ciento del PIB. En la conferencia se supera esa clásica dicotomía Norte-Sur, en tanto se exigieron explícitamente mayores esfuerzos de los propios países en desarrollo y emergentes. Los fondos de la ODA completarán esos esfuerzos propios. Por su parte, el Gobierno alemán incluyó en el proyecto de presupuesto para 2016 claros propósitos de un aumento de la ODA alemana.

Decisivo es, sin embargo, que fueran subrayados otros dos elementos: por un lado, que los países socios lleven adelante un buen gobierno, combatan la corrupción más que hasta ahora y movilicen más recursos nacionales. Por otro, que se quieran ganar más medios financieros e inversiones para el financiamiento del desarrollo. Por eso, la conferencia fue un importante paso intermedio en la senda hacia la cumbre de septiembre en Nueva York. Con el previsto acuerdo sobre una Agenda Post 2015, la comunidad de Estados creará un nuevo pacto global, en cuyo marco también los países industrializados deberán realizar más aportes para un desarrollo sostenible. La transformación energética en Alemania, tampoco hay que pasarlo por alto, abre en ese contexto nuevas perspectivas.

A menudo, la imagen interna y la imagen que se tiene de un país en el exterior divergen. ¿Qué puede decir de Etiopía de acuerdo con sus experiencias personales?

Etiopía es un país con una antigua alta cultura y una historia de tres mil años. Desde el descubrimiento del fósil humano “Lucy” está considerado la cuna de la humanidad. Etiopía es además, después de Armenia, el segundo Estado cristiano más antiguo del mundo. A diferencia de muchos otros países africanos, Etiopía nunca fue realmente colonizada. Tiene una lengua literaria, una cultura y una cocina únicas. La población etíope está, con razón, muy orgullosa de esa herencia.

En Alemania, la percepción de esos aspectos de Etiopía no está muy desarrollada. Por el contrario, en la memoria colectiva internacional se hallan profundamente grabadas las guerras civiles y las hambrunas de los años 80. Sería bueno que en Alemania se difundiera una imagen más actualizada del país. Hoy, en Etiopía son construidas enormes represas, líneas electrificadas de tranvías y trenes y cientos de miles de kilómetros de calles pavimentadas. Ethiopian Airlines, un socio en la “Star Alliance” de Lufthansa, es una de las aerolíneas con mayor tradición y más exitosas de toda África. Naturalmente, tampoco en Etiopía es oro todo lo que brilla. Pero deberíamos tomar más noticia de los grandes esfuerzos de desarrollo y progresos del país.

Para mí como embajador, eso significa también trabajar día tras día para que la imagen de Etiopía en el exterior sea más diferenciada y tenga más en cuenta la complejidad del país. En las áreas de la seguridad y el desarrollo, Etiopía es un socio de confianza. Hablamos con una sola voz. Por otro lado, nos preocupa el presente y futuro del pluralismo y la libertad de opinión en el país. La victoria de la alianza de partidos en el gobierno con un cien por ciento de los escaños parlamentario en las elecciones de mayo de 2015 no fue justamente una señal de transición hacia una democracia plural. Y activistas, periodistas y blogueros siguen en prisión en Etiopía. También sobre esas preocupaciones hablamos con nuestros socios etíopes, que conceden que en eso existe un claro potencial para realizar mejoras.

www.addis-abeba.diplo.de

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