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“Solo quien participa puede cambiar algo”

Frank-Walter Steinmeier, sobre la importancia de las elecciones europeas y una diplomacia inteligente.

07.03.2014
© picture-alliance/dpa - Frank-Walter Steinmeier
Sr. ministro, a fines de mayo, los ciudadanos de los 28 países miembros de la Unión Europea eligen un nuevo Parlamento. ¿Qué importancia tienen estas elecciones para el futuro de Europa?  
Europa necesita un Parlamento Europeo fuerte. Y el Parlamento Europeo necesita un fuerte mandato de los ciudadanos de Europa. Pues las decisiones que tomamos juntos con el Parlamento Europeo y la Comisión Europea tienen consecuencias directas sobre la vida cotidiana de todos nosotros. Que podamos hablar con el teléfono móvil en el exterior sin tener que preocuparnos por la cantidad de segundos se lo debemos a una regulación europea, lo mismo que la garantía de que los ahorros hasta 100 000 euros estén asegurados de igual manera en toda Europa. Temas que nos atañen diariamente a todos son debatidos apasionadamente en el Parlamento Europeo: la protección de datos, la política climática, los situación de los refugiados y la conservación de la cohesión social son solo algunos ejemplos. Por lo tanto, en las elecciones europeas no votamos por una idea abstracta de Europa, sino por decisiones políticas concretas. 
 
No obstante, en las elecciones europeas se registra hasta ahora una escasa participación. ¿No estiman lo suficiente los ciudadanos de la Unión Europea la mayor importancia y las tareas del Parlamento Europeo?
Para una Europa democrática necesitamos un diálogo vivo entre los electores y sus diputados. A algunos les parece difícil. A una alcaldesa se lo puede encontrar en un mercadillo de la ciudad, pero ¿y a los parlamentarios que debaten en Bruselas o Estrasburgo en más de 20 idiomas? También ellos, los 750 diputados europeos, representan, sin embargo, cada uno una determinada región y sus preguntas son nuestras preguntas. ¿No pagamos todos los días con euros, en cuyo valor estable debemos poder confiar? ¿No compramos en la tienda cercana alimentos de otros países europeos esperando que allí rijan los mismos estándares de protección del consumidor? Espero que las elecciones primarias de las cabezas de lista de los partidos europeos, que se realizan por primera vez, movilicen a más ciudadanos. Pues las elecciones europeas tienen así “rostros”, como es usual en las elecciones nacionales. 
 
Según las encuestas, los euroescépticos, tanto de derecha como de izquierda, cuyas voces se oyen con particular estridencia en algunos países, podrían obtener en total más del 20 por cientos de los votos en las elecciones para el Parlamento Europeo. ¿Sería eso una bofetada para la idea europea?
Los problemas que la crisis ha hecho aflorar en algunos países miembros de la UE se deben mayormente a las consecuencias de una acelerada globalización, pero fueron atribuidas en muchos casos, sin embargo, a nuestra moneda común. Eso llevó en los últimos años a una clara pérdida de confianza. Ese proceso afecta a Europa, pero no solo a Europa. Las encuestas demuestran que en algunos países, los políticos y las instituciones nacionales han perdido a menudo más prestigio que la Unión Europea. Los euroescépticos intentan jugar con las preocupaciones de los ciudadanos. Sus soluciones aparentemente fáciles no resuelven, sin embargo, los problemas de la gente. Ese populismo no solo es una bofetada para la idea europea, sino también para todos los esfuerzos sensatos destinados a fortalecer la competitividad de Europa y simultáneamente preservar la cohesión social. 
 
¿Con qué argumentos se puede exigir “más Europa”?
Debemos asegurar que la Unión Europea sea percibida nuevamente en primer lugar como solucionadora de problemas y no como la causa de problemas. Eso no significa, sin embargo, que, para participar en las elecciones europeas se deba estar satisfecho con el estado actual de la Unión Europea. Solo quien participa puede cambiar algo. También yo veo que es necesario una “Europa mejor” y una “Europa más fuerte”. Necesitamos más reformas en la Unión Económica y Monetaria, para asegurar el futuro del euro. Viceversa, Europa vive de su diversidad. Allí donde las cosas puedan ser mejor reguladas a nivel nacional o regional, la UE debería retraerse. También esa verdad es parte de una Europa próxima a los ciudadanos. Esos argumentos los podemos exponer en forma fundada y objetiva, pero también con compromiso y convicción. 
 
A pesar de los progresos, la crisis en Europa aún no ha sido superada. ¿Ve una luz al final del túnel?
La balanza se inclina nuevamente hacia el crecimiento, han sido implementadas reformas y saneados presupuestos. Sí, veo luz. No obstante, no debemos cejar ahora en nuestro empeño. Pues no basta con una mejoría de las cifras macroeconómicas. Mucha gente ha sufrido en los últimos años. La crisis ha dejado secuelas en el tejido social de la Unión Europea. Ahora el objetivo es que la gente en Europa vuelva a confiar en que juntos nuestro continente puede conquistar el futuro. La cohesión y la solidaridad entre los países de la Unión Europea son las herramientas en esa senda. 
 
Hace poco exigió –en forma similar a Joachim Gauck, el presidente federal– un mayor compromiso de Alemania en política exterior. ¿A qué se refiere concretamente?
Debemos estar dispuestos a comprometernos más tempranamente y con mayor decisión en cuestiones de política exterior y de seguridad. La responsabilidad en política exterior siempre es concreta. Comentar los acontecimientos solo desde la línea de banda no ayuda. Un ejemplo: Alemania ofrece destruir en instalaciones alemanas restos de materiales de armas químicas sirias. Ese es un aporte explícito para resolver un problema concreto. Solo si los Estados europeos arrojan su peso juntos sobre el platillo de la balanza, Europa podrá hacer una diferencia en el mundo. Eso se ve en nuestro compromiso europeo conjunto para ayudar a sociedades y países europeos vecinos a lograr un desarrollo democrático y estable. También en África apoyamos con ese espíritu a Estados frágiles, concretamente a 
Mali y la República Centroafricana, con medidas concretas. 
 
¿Significa eso también el fin de la mesura militar de Alemania, hasta ahora siempre subrayada?
Alemania seguirá con su mesura, también en el futuro. El empleo de la fuerza militar es siempre solo el último recurso. Debemos diferenciar, sin embargo, entre “mesura” y “abstinencia”. Para abstenerse, Alemania es sencillamente demasiado grande. Mi objetivo es utilizar las herramientas de la diplomacia en forma más activa, creativa, valiente y vasta. Importante es que busquemos la estrecha coordinación con nuestros socios y desarrollemos creativamente enfoques inteligentes para poder emplear nuestros recursos más exitosamente. 
 
En 2014 se conmemora en muchos países el estallido de la Primera Guerra Mundial, hace cien años. En un artículo muy comentado, usted reflexionó sobre el “fracaso de la diplomacia” en aquella época. ¿Es la diplomacia hoy más inteligente?
La diplomacia dispone hoy, por suerte, de otros medios. Instituciones para el equilibrio pacífico de intereses, tales como la Unión Europea y las Naciones Unidas, no existían a comienzos del siglo XX. No obstante, aun cuando la paz y el bienestar en Europa nos parezcan hoy un sobreentendido, no debemos engañarnos. Incluso unos meses antes del comienzo de la crisis de julio de 1914, la mayoría de los ciudadanos pensaban que el estallido de una gran guerra era imposible. Nuestro mundo está lleno de puntos de fricción y conflictos de intereses, es vulnerable. En vista de las crisis actuales debemos tener claro que para conservar la paz y el bienestar debemos trabajar duramente. Una inteligente política exterior, que tenga en cuenta también los intereses de los socios y evalúe las consecuencias con una mente clara, es hoy más importante que nunca. 
 
Entrevista: Janet Schayan