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Un desafío para todo 
un país

Más de 800 000 solicitantes de asilo llegaron a Alemania en 2015. Cómo reaccionar al incesante flujo migratorio es un gran desafío.

29.12.2015

La policía de Passau y alrededores cuenta los refugiados que llegan diariamente ya solo de a miles. “La situación nos supera”, dice Thomas Lang, jefe de la Policía Federal de Freyung. Su personal casi no da abasto para registrar a los recién llegados. La idílica región en la frontera germano-austriaca se ha transformado en foco de una huida masiva que la Alemania moderna nunca antes había experimentado. Durante lo peor de la guerra en la antigua Yugoslavia huyeron a Alemania cientos de miles de personas, en 1992 fueron 438.000. A fines de 2015, sin embargo, las cifras se acercan ya al millón. Actualmente, hasta unas 10.000 personas llegan a cruzar la frontera por día, la mayoría provenientes de Siria.

No solo Passau vive en estado de excepción. A un alcalde alemán se lo reconoce hoy por sus ojeras. Alojar a tantas personas aunque sea por corto tiempo es una tarea abrumadora. Los gimnasios han sido transformados en albergues. En Berlín, el antiguo aeropuerto de Tempelhof aloja hoy a miles de personas. Autoridades como la Oficina Federal de Migración y Refugiados (BAMF) se ven casi superadas por el trabajo. La BAMF da fechas para trámites de solicitudes de asilo para mediados de 2016, a pesar de que tiene 3000 nuevos empleados.

Como una “cita con la globalización” definió Wolfgang Schäuble, el ministro de Hacienda, la nueva experiencia. Nunca antes las personas, las imágenes y la información habían sido tan móviles como ahora. Las víctimas de guerras civiles huían antes a los países vecinos. Hoy buscan su futuro allí donde el smartphone muestra imágenes de bienestar, paz y gente amable. Para Alemania, el flujo migratorio se ha transformado en el “mayor desafío desde la reunificación”, como dijo Angela Merkel, la canciller federal, en una declaración de gobierno. Hasta ahora, el país se mantiene fiel a la frase de Merkel “Lo lograremos”. Aun con todos los problemas, las estructuras soportan sorprendentemente bien la masiva llegada de refugiados. En pocas semanas surgió una red logística que distribuye rápidamente a los recién llegados en todo el país. Las más afectadas son las ciudades, que a menudo deben poner disposición en pocas horas lugar para cada vez más refugiados. No obstante, ningún alcalde ha dicho hasta ahora “¡Cerrado por abarrotamiento!”. A ello contribuye el admirable trabajo de numerosos voluntarios. La ayuda de parroquias y escolares, enfermeras después de su jornada laboral y estudiantes en las vacaciones es invalorable. Muchos desarrollan actividades sin cesar, algunos hasta al borde del agotamiento. Pero la cuestión de los límites de la cultura de la bienvenida se la plantean no solo ciudadanos en los que la inmigración masiva desata inseguridad y temor. También personas de buena voluntad se preguntan por cuánto tiempo puede seguir así.

Financieramente, las masas de refugiados no son problema alguno por ahora. El Gobierno federal puso a disposición de los estados federados y municipios 4100 millones de euros complementarios. Y se ha comprometido a dar más, si ese dinero no alcanza. En el presupuesto federal para 2016 fueron incluidos 6100 millones de euros adicionales. Para ello no son necesarias más deudas, gracias a la buena coyuntura económica por la que atraviesa el país.

No obstante, nadie se hace ilusiones: si día tras día llega al país la población de una pequeña ciudad deben ser modificados todos los planes, desde la construcción de viviendas hasta el mercado laboral. El proyecto de integración del Gobierno de Baviera lo demuestra de forma ejemplar. Ese estado federado prevé en su presupuesto para 2016 casi 3300 millones de euros para infraestructura, cursos de integración y 3700 nuevos puestos de trabajo en la administración, de ellos 1200 para maestros. Paralelamente, el sector privado de Baviera se ha comprometido a crear solo el año próximo 20.000 plazas de trabajo y capacitación profesional.

Los políticos están de acuerdo en que quien ya está en Alemania debe ser rápidamente integrado en el mercado laboral y la sociedad. Los economistas prevén que, si se lo logra, los refugiados serán a mediano plazo un beneficio para el país. Y que ese beneficio más que compensará los costos que los refugiados generan en los primeros años. Sobre todo los refugiados sirios poseen en su mayoría buenas cualificaciones. Quien puede pagar entre 3000 y 10.000 euros a alguien que lo guíe para pasar la frontera proviene por lo general de las capas media o alta. En esencia tampoco se discute –incluso en partes de la oposición en el Bundestag– que si continúa la masiva llegada de refugiados, ello superaría las posibilidades prácticas, políticas y sociales del país. También Angela Merkel quiere seguir dando la bienvenida a los refugiados, pero subraya que el flujo debe ser ordenado, regulado y reducido.

Ya han sido tomadas medidas para reducir drásticamente el número de solicitantes de asilo de países balcánicos tales como Albania, Bosnia y Herzegovina, Kosovo, Montenegro y Serbia. Prácticamente ningún solicitante de esos países tiene posibilidades de obtener asilo. Una serie de leyes más severas facilitará las expulsiones, hasta ahora difíciles y largas. ­Sobre solicitudes de personas de los Balcanes se decidirá en el futuro en centros especiales de acogida, en procedimientos rápidos de tres a cuatro semanas de duración, como es usual ya en los aeropuertos. En caso de que la decisión sea negativa, los solicitantes pueden ser expulsados de inmediato. La reducción de la presión inmigratoria es con esa medida más simbólica que real, ya que la mayor parte de los solicitantes de asilo tienen derecho a protección: sirios, iraquíes y la mitad de los afganos, por nombrar solo los mayores grupos. Según los acuerdos de Schengen y Dublín, las personas deberían en realidad solicitar asilo en el país al que primero llegaron a la UE. Pero en vista de la inmigración masiva, esas regulaciones legales han quedado de facto sin efecto. Políticos alemanes reconocen hoy que el sistema de Dublín no era justo, ya que la responsabilidad recaía solo en los países situados en las fronteras exteriores de la UE.

La senda hacia una distribución justa de cuotas ha revelado, sin embargo, ser difícil. El sistema de Dublín era cómodo para Alemania. El flujo actual de refugiados hacia Alemania y los países escandinavos no interesa ahora a los otros países europeos. La idea de enviar por lo menos 160.000 personas que actualmente se hallan en Italia y Grecia a otros países de la UE fue aprobada bajo la protesta de países del este de Europa. Angela Merkel; François Hollande, el presidente de Francia, y Jean-Claude Juncker, el presidente de la Comisión de la UE advierten de un retorno a la Europa de las alambradas y los egoísmos nacionales. Y no es una declaración táctica, sino una preocupación real.

Por eso, el Gobierno alemán deposita grandes esperanzas en una distribución de responsabilidades con Turquía, país de entrada de los flujos migratorios provenientes del Próximo Oriente. Merkel desea que Europa ayude a Turquía con miles de millones de euros, para que el país puede dar albergue a los refugiados en su propio territorio. En contrapartida, Europa acogería a determinados contingentes de refugiados. Según el plan, Turquía debe ayudar también a proteger las fronteras exteriores de la UE y combatir a las bandas de traficantes de personas en el Mar Egeo. El plan es visto con reparos por CDU y CSU, los partidos cristianodemócrata y crisitanosocial alemanes, porque Turquía exige como contrapartida una más rápida aproximación a la UE. Sobre la mesa de negociaciones se halla también la vieja exigencia turca de crear zonas de protección en el norte de Siria con ­masivo apoyo militar occidental.

No obstante, Angela Merkel no debe temer serias resistencias en su propio bando, debido a que a los partidos en el Gobierno los inquieta la posibilidad de que sin una solución en las fronteras exteriores, muchos votantes puedan optar por apoyar a partidos radicales. La Alternativa para Alemania (AfD), un partido populista de derecha, pasaría ya a integrar el Bundestag si se realizaran hoy elecciones. Merkel y su partido han perdido apoyo, ­pero no su capacidad de generar mayorías. En sondeos de opinión no se constata hasta ahora un rechazo radical a los recién llegados. Pero quien habla con amigos y conocidos registra en muchos casos preocupación, escepticismo y reparos. Los ataques contra ­albergues de refugiados se multiplican. La violencia verbal contra los recién llegados gana espacio en Internet y en los mítines de Pegida, un movimiento populista de derecha. Aún no está claro si los atentados terroristas de París alentarán el temor y el rechazo o, por el contrario, prevalecerá la solidaridad con los ­refugiados. Lo que sí está claro es que la cita con la ­globalización conmueve a Alemania como ningún otro suceso en el pasado reciente. La gran sorpresa para los alemanes es quizás su propio espíritu abierto, del que hasta ahora no habían creído ser capaces. ▪

#MiHuida - El proyecto (DW)

¿Cuáles son sus vivencias durante su huida? ¿Qué han dejado atrás en sus patrias? Con ayuda de videos grabados con sus celulares los refugiados documentan su despedida, su huida y su llegada a Alemania.