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Ayuda alemana después de la catástrofe del tsunami

Un terremoto submarino en el Océano Índico desató hace diez años una serie de catastróficos tsunamis. Alemania prestó gran ayuda. Entrevista con uno de los responsables sobre la sostenibilidad de esa ayuda.

22.12.2014
© picture-alliance/dpa - Aceh Tsunami Museum

El 26 de diciembre de 2004, un fuerte sismo submarino generó una serie de calamitosos maremotos en el Océano Índico. Muchas regiones costeras fueron devastadas, muriendo 230.000 seres humanos, 165.000 solo en Indonesia. La disposición a ayudar a los damnificados, tanto de parte estatal como privada, fue enorme en todo el mundo. La Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit (Cooperación Alemana, GIZ) fue una de las organizaciones que, por encargo del Gobierno alemán, desarrolló actividades de ayuda en Sri Lanka, Tailandia e Indonesia. Una entrevista con el Dr. Wolfgang Hannig, que de 2005 a 2008 fuera coordinador general de los programas de reconstrucción apoyados por la GIZ en Indonesia (y hoy director de la GIZ en Etiopía).

Dr. Hannig, usted estuvo después de la catástrofe en la devastada provincia de Aceh, en Indonesia, y experimentó mucho como coordinador de reconstrucción de la GIZ. ¿Qué fue lo que más lo impresionó personalmente?

Mucho me impresionó que en Aceh la gente no desesperó por la enormes daños provocados por el tsunami. Lo tomaron como que Dios los estaba poniendo a prueba.  La voluntad de ayudarse entre sí fue conmovedora, especialmente entre las mujeres. Estuve a mediados de 2005 en los campamentos, muchas personas estaban como paralizadas. Pero entonces, sobre todo las mujeres, comenzaron a tratar de generar ingresos. Comenzaron, por ejemplo, a hacer tortas o a trenzar esteras. Fueron las que dijeron que no necesitábamos construirles casas, que ellas mismas las iban a construir, que solo les diéramos herramientas para trabajar y poder ganar dinero. Sin esa actitud de la población, nuestro trabajo no hubiera dado frutos. Solo la GIZ puso a disposición en Aceh unos 55 millones de euros en el marco de la cooperación técnica. Pero aunque hubiera sido diez veces más, sin esa voluntad de la gente de ayudarse a sí misma, no hubiera funcionado.  

¿La reconstrucción ha sido entonces un éxito, diez años después de la catástrofe?

Sí, en septiembre de 2014 hubo un informe de la Embajada de Alemania en Yakarta. Personal de la embajada visitó la zona y se preguntó exactamente lo mismo, arribando a conclusiones positivas. En 2004 aún había una guerra civil en Aceh. Debido al tsunami comenzó un proceso de paz, ya que en vista de la catastrófica situación de la población sobreviviente, ambas partes podían deponer las armas sin perder la cara. Eso permitió a su vez a partir de 2006 impulsar el desarrollo económico, lo cual contribuyó enormemente a conservar la paz. La gente comprendió que la paz valía la pena. La GIZ financió, entre otras cosas, herramientas y maquinaria. A una cooperativa de pesca, por ejemplo, se le entregaba un barco en sustitución de otro que había sido destruido por el tsunami. Y a una cosedora se le daba una máquina de coser. A quienes poseían destrezas técnicas para trabajar, pero carecían de conocimientos económicos les proporcionamos un entrenamiento de gestión de pequeñas empresas. Otra área prioritaria fue la capacitación profesional. Fueron construidas escuelas de oficios, se dieron cursos de perfeccionamiento para docentes y se modernizaron los planes de estudio. Además capacitamos a un quinto de los excombatientes del movimiento separatista GAM para que accedieran a una perspectiva de reintegración civil en la sociedad. Una de esas personas fue, por ejemplo, el más conocido constructor de armas del GAM, con el que me reuní un año después del fin de la guerra civil, y que entonces hacía hélices de barcos con viejas armas del GAM. En total capacitamos a 1100 excombatientes para que pudieran trabajar en una profesión civil. Alemania realizó de esa forma un destacado aporte a la paz en Aceh. Y la paz se mantiene hasta hoy.

En Indonesia fue construido también con apoyo alemán un moderno sistema de alerta temprana de tsunamis. ¿Funciona?

El hardware fue construido por el Centro de Geoinvestigaciones (GFZ) de Potsdam. El sistema es, según el GFZ, uno de los más modernos del mundo. También se ha aprendido de errores. Un sistema basado en boyas, que reveló ser no muy efectivo, fue sustituido por un sistema con apoyo terrestre. Funciona con 300 estaciones de registro dotadas de sensores y conectadas al sistema de posicionamiento GPS. Es exacto y rápido. Eso es muy importante para Indonesia, ya que los epicentros de los sismos submarinos se hallan generalmente muy cerca de la costa. En pocos minutos, las autoridades competentes en Yakarta pueden decidir con ayuda de un “Decision Support System” si es necesario desatar una alarma de tsunami. Según el GFZ, el sistema es muy eficaz y las autoridades indonesias están muy capacitadas para operarlo. Desde marzo de 2014 lo operan sin ayuda externa alguna.

La técnica es una cosa. Pero, ¿está la población de la región mejor protegida hoy contra tsunamis?

Sí, sin duda alguna. La población sabe ahora mucho más sobre tsunamis y tienen conocimientos sobre cómo reaccionar correctamente. La “gestión de la última milla” fue la tarea central de la GIZ. Cuando en Yakarta se da alarma de tsunami, debe ponerse en marcha una cadena de información hasta la población en la costa. La información debe llegar hasta las administraciones locales y ser transmitida luego a través de megáfonos, radio, teléfono y otros medios, como Internet, a la población local, para que la gente pueda ponerse a resguardo en puntos altos del terreno. La GIZ elaboró material de información y entrenamiento para la población, llevó a cabo regularmente cursos de entrenamiento e identificó lugares de resguardo seguros. Por lo que sé, todo funciona muy bien y es tomado también muy en serio por la población indonesia.

¿Son transferidos los conocimientos también más allá de Aceh?

Indonesia, como país marítimo con 17.000 islas, ha transmitido naturalmente esos conocimientos a otras regiones. El archipiélago se halla en el “anillo de fuego”, una zona en una fractura tectónica, en la que hay muchos volcanes y terremotos. En peligro están las regiones que van desde la Isla de Flores hasta el norte de Sumatra. También hubo un intercambio de conocimientos entre los diversos países del Océano Índico que pueden ser afectados por eventuales futuros tsunamis como el del 26 de diciembre de 2004.