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Retrospectiva de un largo camino hacia Occidente

El final de la cuestión alemana – retrospectiva de un largo camino hacia Occidente.

Heinrich August Winkler, 14.09.2018
Brandenburg Gate
© picture alliance / Peter Kneffel

184 años fueron los que duró, la cuestión alemana. Surgió cuando el 6 de agosto de 1806 el último emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Francisco II, se plegó al ultimátum de Napoleón, abdicó la corona del Imperio y exoneró a los estamentos imperiales de sus obligaciones, disolviendo así el “viejo Imperio”. La cuestión alemana se resolvió cuando el 3 de octubre de 1990, con la anuencia de las cuatro antiguas potencias de ocupación, la República Democrática Alemana se adhirió a la República Federal de Alemania. Con ocasión del acto de Estado celebrado en la Filarmonía de Berlín, el Presidente Federal Richard von Weizsäcker describió la significación histórica de la reunificación (Reunificación) con una frase que merece entrar en los libros de historia: “Ha llegado el día en que por primera vez en la historia Alemania entera ocupa un lugar permanente en el círculo de las democracias occidentales.”

Entre 1806 y 1990 la cuestión alemana no se planteó de forma ininterrumpida. Durante la época del Imperio Alemán, entre 1871 y 1918, nadie se hubiera referido ni por asomo a la existencia de una cuestión alemana pendiente. Es incontrovertible que a más tardar la cuestión alemana volvió a plantearse el 8 y el 9 de mayo de 1945, cuando el Imperio Alemán capituló incondicionalmente ante los vencedores de la Segunda Guerra Mundial. La división de Alemania en dos Estados fue una respuesta provisional a la cuestión alemana. La respuesta definitiva sería la unión de esos dos Estados, asociada al reconocimiento internacional de las fronteras de 1945. Desde el 3 de octubre de 1990 queda definitivamente claro dónde está Alemania, qué abarca y qué no abarca.