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Cuidado con los ciclistas

Sobre el amor no tan secreto de los alemanes por la bicicleta.

13.08.2012
© picture-alliance/Schönher

“¿La gente de dinero va también en bicicleta?” “Sí, gente de dinero también va en bicicleta.” Mi tía de Estambul no sale de su asombro. “¿Y qué piensa el cliente cuando ve a su asesor financiero circulando en bicicleta?” Yo: “Pues probablemente piensa, este tipo me quiere restregar su riqueza por las narices: mientras que él monta su bicicleta de lujo, mis acciones están por los suelos.” Ella: “Nunca confiaría mi dinero a un ciclista”.

Muchos de los no europeos que vienen a Alemania apenas se imaginan que desplazarse mediante la propia fuerza muscular sea una cuestión voluntaria. ¡Pero lo es! El diputado va en bicicleta al Parlamento y el médico jefe llega pedaleando al hospital. Incluso existe una autoridad que controla la seguridad de obras de construcción a fin de evitar que un ciclista se estrelle contra una valla o caiga en una zanja. Hablar por teléfono mientras se conduce una bici está prohibido, del mismo modo que bajo la influencia del alcohol. Circular en bici por la acera está prohibido y la Policía controla realmente su cumplimiento. Además, la Policía aplica fuertes multas si de noche no están encendidas las luces o no están instalados todos los reflectores sobre los rayos. El diseño de bicisendas en obras públicas es algo habitual en el plan presupuestario de los municipios, al menos de aquéllos que tienen dinero. Prefieren prescindir de piscinas antes que renunciar a vías para bicicletas.

Mi tía escuchó mi explicación y luego comentó secamente: “¿Y es ésa la tierra en la que todos sueñan vivir? ¿Y cómo se moviliza entonces una mujer con tacos altos?”. Le explico: “Esto es Alemania y aquí no se usan los tacones sino el casco de ciclista y una gruesa chaqueta contra el viento y la lluvia. Y antes de que me lo preguntes te respondo que a las mujeres que tienen sus propios ingresos y su propia cuenta bancaria, poco les importa la apariencia. Van a la peluquería y piden un peinado cómodo y aerodinámico que resista los viajes en bicicleta.”

Alemania, el país de los automovilistas, es en realidad el país de los ciclistas. Aquí circulan 45 millones de automóviles y 70 millones de bicicletas. Pero estas estadísticas engañan, porque hay que tener 17 años para conducir un automóvil, mientras que los niños se suben a la bici no bien aprenden a caminar. A propósito: la bicicleta es un invento alemán. Karl Drais, quien fue contemporáneo de Goethe y vivió entre 1785 y 1851, inventó el primer medio de movilidad sobre dos ruedas. En base a su “máquina de correr” se creó más tarde el velocípedo. Pero muchos alemanes ni siquiera conocen estos detalles. De lo contrario, no se oiría a peatones que residen en barrios con familias numerosas quejándose de “esas nuevas y modernas bicicletas” que bloquean las aceras. Dan ganas de contestar: no, no son ni nuevas ni modernas, al contrario, la bicicleta es algo tradicional y genuinamente alemán. La bicicleta es algo bien alemán, incluso más que el automóvil.

En esos casos mi tía de Estambul suele comentar: “¡Qué típico alemán, estos alemanes!” ▪

MELY KIYAK vive en Berlín. Sus ensayos, análisis y comentarios se publican, por ejemplo, en los periódicos “F.A.Z”, “Die Zeit” y “taz”. En 2011 recibió el Premio Theodor Wolff.