La Iniciativa Académica Alemana para Refugiados Albert Einstein (DAFI)
Unos 2.000 jóvenes refugiados pueden actualmente estudiar con ayuda del programa de becas DAFI, financiado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania.
Kave Bulambo tenía 17 años cuando huyó de la guerra civil en el Congo. Dos años vivió en campos para refugiados en Tanzania y Mozambique, recibiendo luego asilo político en Sudáfrica. “En la estación de ferrocarriles de Durban a las cuatro de la mañana, todo lo que poseía eran las pocas cosas que llevaba conmigo”. En el Congo, Kave Bulambo estaba a punto de terminar la escuela. En Sudáfrica, al principio todo le fue extraño: la vida, el idioma, la forma de enseñanza. Pero la joven aprendió rápidamente y terminó la enseñanza secundaria con distinción. Luego oyó hablar de “DAFI”, la Iniciativa Académica Alemana para Refugiados Albert Einstein (DAFI). “Fue lo que cambió mi vida”, dice.
Cuando el Gobierno federal alemán fundó la iniciativa en 1992 la bautizó con el nombre del famoso físico porque la experiencia de fuga y exilio lo une con los jóvenes que fomenta “DAFI”. Einstein se marchó al exilio en 1933 luego del ascenso al poder de los nacionalsocialistas y vivió en Estados Unidos hasta su muerte, en 1955. Lo que diferencia a Einstein de personas como Kave Bulambo es el acceso a la educación. Einstein llegó a Estados Unidos como famoso científico y Premio Nobel y pronto comenzó a investigar en la Universidad de Princeton. Para muchos refugiados, estudiar es imposible.
“La educación me fortaleció”
Allí comienza la tarea de la iniciativa, financiada por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania e implementada por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). DAFI posibilitó ya estudios a unos 6.000 jóvenes. Actualmente apoya a unos 2.000 becarios en 40 países. Por lo general, los becarios estudian en una universidad del país en que se refugiaron. Muchos de ellos regresan luego a su patria, para ayudar a la reconstrucción de su país como médicos, economistas o ingenieros. La mayoría proviene de Afganistán, Burundi, Eritrea, Sudán… o el Congo, como Kave Bulambo.
Bulambo estudió en Sudáfrica psicología y comenzó a trabajar para una organización de ayuda local. “En esa época me di cuenta de que mi vida es un sueño inalcanzable para la mayoría de las refugiadas”, dice Bulambo, hoy de 29 años, que ya fundó una organización propia para posibilitar a las refugiadas educación y cualificaciones profesionales. Bulambo acaba de recibir ahora otra beca: en Alemania realizará estudios de máster de “Public Policy and Good Governance”. “La educación me hizo mejor y más fuerte, ayudándome a superar algunos de los más difíciles desafíos del mundo”.
Día Mundial de los Refugiados, el 20 de junio