Una nación en proceso de fermentación

Mientras algunos siguen preparando infusiones frías de café o haciendo dibujitos en la espuma de su flat white, otros ya han descubierto la próxima tendencia: borbotea en las bodegas, burbujea en los balcones berlineses: Alemania está fermentando. Con convicción y con hierbas. Lo que antes se cocinaba en ollas de barro en casa de la abuela es ahora tendencia en los restaurante de alta gama. El tradicional sauerkraut alemán (el chucrut) tiene compañía internacional: kimchi, kombucha, kéfir.
En las cocinas de muchos pisos compartidos hay ahora más tarros de conservas que tazas de expreso. Las zanahorias flotan junto a la cúrcuma y el kimchi sustituye al bote de ketchup. Ya sean probióticos para el intestino o biokarma para la conciencia, la vida fermentada encaja con el espíritu de la época. Es sostenible, misterio y huele a aventura... y a ácido láctico.
Talleres de chucrut en Tik Tok
Alemania tiene una larga historia con los alimentos fermentados y está encantada de difundir sus conocimientos al respecto por todo el mundo: la masa madre de toda la vida y, por supuesto, la cerveza, que levanta el ánimo gracias a la fermentación, son dos de los grandes éxitos de la exportación. En la actualidad, Alemania no solo suministra levadura de cerveza, sino también conocimientos técnicos: desde cursos de fermentación en los centros de formación para adultos hasta talleres de chucrut en TikTok: mires donde mires, la gente machaca, sala y pica a lo loco.
En un mundo siempre ajetreado, es bueno saber que algunas cosas simplemente necesitan tiempo. Y sal. Y un tarro de conservas. Alemania se ha dado cuenta. Si la próxima vez que mantengas una conversación trivial no quieres hablar de bombas de calor ni de promesas electorales, simplemente di: “Mi lombarda está fermentando en estos momentos”. Y la conversación fluirá sola.