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El sorprendente éxito de lo imperfecto

Libro, pieza teatral y ahora también un filme: “Tschick” es ya un clásico. El más sorprendido con el gran éxito fue seguramente el propio autor.

12.09.2016
© dpa/Aristidis Vafeiadakis - Fatih Akin
Absolutamente entusiasmado quedó Fatih Akin cuando leyó la novela juvenil “Tschick” (“Goodby Berlín” en castellano), de Wolfgang Herrndorf, poco después de su publicación. El director alemán de cine decidió de inmediato adquirir los derechos de filmación. Con la libertad artística necesaria y deseada por el autor, Akin transformó el texto en un dinámico road movie. La novela trata de dos jóvenes que en pocos días aprenden más sobre la vida que antes en todo un año escolar. Pero no por eso es solamente una película juvenil. 
 
La literatura alemana agradece el pequeño milagro “Tschick” a un triste acontecimiento. Cuando, en la primavera de 2010, Wolfgang Herrndorf pasó revista a proyectos inconclusos, para decidir cuáles de ellos podrían ser publicados lo más rápidamente posible, en su cerebro había sido descubierto poco antes un tumor maligno. Ningún médico podía decirle con exactitud cuánto iba a vivir todavía. Herrndorf se decidió por revisar una novela juvenil de 150 páginas que había escrito en pocos días seis años antes. 
 
Tschick se llama realmente Andrej Tschichatschow, es un inmigrante ruso de origen alemán y el nuevo alumno en el mismo curso de música al que asiste Maik Klingenberg, de 14 años, y relator de la novela en primera persona. Tschick proviene de un entorno precario y pobre. Los padres de Maik son adinerados, pero el padre se halla de vacaciones con su amante y su madre se somete a un tratamiento contra el alcoholismo. Comienzan las vacaciones de verano y Tschick roba un viejo coche de la marca rusa Lada. Los dos jóvenes se hacen al camino en dirección al sur de Alemania. Atraviesan el extraño paisaje de una mina de lignito a cielo abierto, tienen accidentes con el coche y huyen continuamente de la policía. Nada es realmente sorprendente en esta novela, pero todo es desconcertantemente fresco y está contado como si sucediera por primera vez en la historia del mundo. 
 
La relación de Herrndorf con la historia de Mail y Tschick fue ambivalente. “Si los capítulos fatigosamente ensamblados en las últimas semanas sirven para algo, no lo sé”, escribió en su blog y diario “Trabajo y estructura”. La novela, agregó, es en gran parte “prosa juvenil estilísticamente cuestionable con ocurrencias triviales y sin una estructura de conjunto”. Posiblemente, que Herrndorf deseara publicar el libro lo antes posible contribuyó a su éxito, pues no le quedó tiempo para repensarlo y corregirlo. En el libro ya impreso, el autor encuentra horrorizado errores de contenido. Pero la magia de la novela se deriva justamente de esa falta de perfección, de aristas en bruto y todo tipo de curiosidades. Para perplejidad del autor, inmediatamente de su publicación, en octubre de 2010, la novela cosecha críticas en su mayoría positivas. En el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung, la crítica literaria Felicitas von Lovenberg dice: “Dentro de 50 años, esta será una novela que aún vamos a querer leer”. 
 
Efectivamente, “Tschick” se transformó en poco tiempo en un clásico. Su éxito se debe también a que la novela apela a imágenes y sentimientos que lleva en sí todo ser humano. Pocas veces los favoritos de los críticos se transforman también en favoritos del público. “Tschick”, por el contrario, tuvo un éxito comercial fulminante e inmediato. La novela recibió numerosos premios y fue publicada ya en 26 países. Cuando, en 2013, el autor dio por perdida la lucha contra el cáncer y optó por abandonar voluntariamente la vida se habían vendido ya más un millón de ejemplares. Más sorprendente aún es el éxito de la versión teatral. En la escenificación de Robert Koall, “Tschick” se representó 764 veces en 29 teatros, transformándose en la pieza más llevada a escena en la temporada 2012/2013. También los años siguientes, la versión teatral de este road movie siguió batiendo a Goethe, Schiller y Shakespeare en cuanto a cifras de público. 
 
Seguramente la recientemente editada versión ilustrada de Laura Olschok no sea el último intento de plasmar gráficamente los personajes de Herrndorf. También la versión cinematográfica de Fatih Akin contribuirá a seguir popularizando el libro. La desigual pareja de amigos Maik y Tschick mantiene vivo el recuerdo de un maravilloso autor que sin su enfermedad quizá nunca hubiera terminado de escribir la novela. ▪