“La cultura puede ser la argamasa de una sociedad”
Para Thibaut de Champris, director del Institut français de Maguncia, la cultura tiene un papel curativo.

Sr. de Champris, ¿se encuentra Europa no solo en una crisis financiera, sino también en una crisis de identidad cultural? ¿No debería ser esta la hora de la cultura, la hora de una gran idea?
Europa está insegura, pero eso no es nada nuevo. Sin embargo, se trata ahora de dudas que afectan el núcleo de la cultura: el culto. Las consecuencias son el estrés y la predominancia de las modas y las tendencias. La cultura puede desempeñar un papel curativo si ayuda a desacelerar, despierta curiosidad y asombro y agudiza nuevamente el sentido de la forma.
¿Qué une a la cultura europea, más allá del trasfondo histórico?
Si no conocemos los fundamentos o no los queremos conocer, podemos buscar durante mucho tiempo los lazos de unión, que no los encontraremos. No hay un hoy sin un ayer, sin la retrospectiva y las certezas del pasado. Theodor Heuss, el primer presidente federal de la Alemania “posprusiana”, que quería volver a hallarse a sí misma, dijo una vez: Europa es el la Acrópolis, el Capitolio y el Gólgota. ¿Somos hoy conscientes de ello?
Desocupación, falta de perspectivas. ¿Qué puede aportar la cultura en un clima social de ese tipo?
La cultura puede ser la argamasa que une a la sociedad y proporciona fundamentos esenciales, siempre y cuando busque el diálogo con los seres humanos –también con los supuestos incultos– y las otras disciplinas, desde la teología y la arquitectura hasta la historia y las ciencias económicas. Sin prejuicios, con humildad y rastreando lo esencial.
El escritor colombiano Héctor Abad manifestó recientemente su temor de que Europa haya perdido los amigos de años anteriores. Ve en ello el peligro de que populistas transformen a la Unión Europea en pesadillas nacionalistas. ¿Es esa una típica mirada desde afuera?
No, Europa no solo despertó entusiasmo en el pasado y hoy tampoco es vista solo negativamente. En realidad todos los europeos son partidarios de Europa, también hoy. No obstante, debe mantenerse un equilibrio entre arriba y abajo. La gente quiere niveles de toma de decisiones que les sean próximas. La Unión Europea no puede sustituir esos niveles sin desatar movimientos reflejos de rechazo. El papel de la Unión Europea es el de protectora de la paz, buscadora de consensos y también el de defensora de los intereses europeos. Donde lo es, es también aceptada y querida.
¿Tiene una idea de Europa como lugar de añoranzas culturales?
Para mí, Europa es la añoranza de un paisaje de colinas donde se cultiva un verdadero equilibrio entre lo rural y la densidad urbana, donde se respeta al ser humano y la naturaleza, donde las proporciones correctas aseguran que lo desmesurado no tenga espacio ni lugar. Esa Europa está quizás ya surgiendo, por ejemplo en el movimiento Slow Food y en la decidida protesta de los ciudadanos contra la desfiguración de paisajes y ciudades.
¿Cómo ve el estado de ánimo en Francia y cómo reacciona a ello en su trabajo programático?
No veo a mi patria separada del país y el lugar donde trabajo y vivo. Esa es Europa, tal como yo la vivo. Nuestro programa es interdisciplinario y transtemporal, es decir, que no está enfocado en una supuesta o real actualidad. Esa es la cultura, tal como yo la entiendo. Solo así hallamos respuestas a las cuestiones de nuestro tiempo.
Este año se celebra el 50 aniversario de la amistad germano-francesa: ¿han sido develados ya todos los secretos entre los vecinos?
Gracias a Dios aún queda mucho por descubrir… en el propio país y en el otro. No es que la relación siga siendo interesante, sino que en efecto ahora se vuelve realmente interesante, ya que del respectivo otro país no conocemos en realidad tanto como a veces creemos.
THIBAUT DE CHAMPRIS es director del Institut français de Maguncia. Politólogo y abogado especializado en derecho internacional, trabajó anteriormente en el servicio diplomático y es un reconocido experto en Alemania. www.institutfrancais.de