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Ayuda para la herencia cultural siria

Muchos son los peligros para la herencia cultural en Siria. El Ministerio de RR. EE. de Alemania piensa ya en los tiempos después de la guerra y apoya iniciativas y redes.

29.09.2016

Delante del Museo de Pérgamo, en la Isla de los Museos, en Berlín, se han formado largas filas. Hombres y mujeres esperan delante de la entrada, con una guía de arte debajo de un brazo. También algunas familias han incluido una mirada al museo en su visita a la ciudad. Todos quieren ver el palacio de Mushatta, pasar por la reconstruida Puerta de Ishtar, de Babilonia y ver de cerca el revestimiento de madera de la “Sala de Alepo”: los tableros, artísticamente pintados, son vestigios de una época en la que Alepo, en el norte de Siria, era una ciudad poderosa y rica. Hoy, de grandes partes del casco antiguo quedan solo escombros.

Cinco años de guerra civil han causado grandes destrozos en Siria. La guerra tampoco se detuvo antes los seis sitios del Patrimonio Mundial de la UNESCO. El ­Bazar de Alepo, con su magnífico techo, 
se quemó en parte como consecuencia de batallas en la zona. El minarete de la Mezquita de los Omeyas de Alepo, del siglo XI, se derrumbó. El Ministerio de Antigüedades sirio documentó cuán dañado se halla el castillo Crac de los Caballeros, cerca de Homs, también un sitio del Patrimonio Mundial de la UNESCO. En las fotos se ve cómo ayudantes sacan colchones y basura de arcadas derrumbadas y muros de piedra agujereados por esquirlas de granadas y disparos de artillería.

Friederike Fless, presidenta del Instituto Arqueológico Alemán (DAI), sabe que el tiempo corre contra la herencia cultural. “Hay diversos y numerosos peligros”, dice. Entre ellos se cuentan las destrucciones llevadas a cabo adrede por el “Estado Islámico”, como en Palmira, la guerra de posiciones en sitios antiguos y las excavaciones clandestinas. Según estimaciones para el año 2015, de unos 740 sitios arqueológicos, más de 200 han sido dañados por excavaciones clandestinas. “La destrucción de casas y la falta de material de construcción hacen que a menudo los antiguos edificios sean derribados para utilizar las piedras como material de construcción”, dice la arqueóloga.

Desde 2013, su instituto y el Museo de Arte Islámico de Berlín desarrollan, con apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania, un registro digital de los sitios arqueológicos y monumentos históricos en Siria. La razón: grandes partes de la herencia cultural siria no ha sido evaluadas aún históricamente. En su archivo, los científicos han registrado ya más de 100.000 objetos. El objetivo del Syrian ­Heritage Archive Project es que luego del fin de la guerra puedan ser reconstruidos sitios antiguos, como, por ejemplo, Palmira.

Los daños en Alepo, Damasco y Homs son desafíos para la Siria del futuro. Alemania conoce los problemas por su propia historia: luego de la Segunda Guerra Mundial, mil millones de toneladas de piedras y escombros se amontonaban en las ciudades de Alemania. Nadie creyó entonces que de esas ruinas pudieran surgir nuevamente ciudades acogedoras. Pero se logró. “La hora cero: un futuro para el tiempo después de la crisis”, se llama el proyecto de la Archaeological Heritage Network, una red de expertos. Bajo la dirección del DAI y financiada por el Ministerio de RR. EE., une iniciativas y proyectos en los países vecinos de Siria y planes para la reconstrucción.” Quizás podamos aprender de los alemanes cómo se logra reconstruir un país en ruinas”, duce Bashar Almahfoud, arquitecto y guía en el Proyecto Multaka, en cuyo marco refugiados guían a otros refugiados en visitas a los museos de Berlín.

En “La hora cero” se alberga la esperanza de que Siria pueda volver a ser un país pacífico y que funcione. “Integramos a colegas sirios que se han refugiado aquí”, dice Friederike Fless. “Ahora planean su propio futuro”, agrega. Entre esos colegas se cuenta Hiba Al-Bassir, que en 2013 logró huir de Damasco a Berlín. “Llegamos, estábamos todavía muy confundidos, y tres días después comencé a trabajar en el Syrian Heritage Archive Project”, recuerda. Al-Bassir, dibujante técnica, que aprendió restauración arqueológica en Alemania, registra ahora los metadatos de vasijas de arcilla, trozos de columnas, lámparas de aceite, “todo lo que en los próximos años pueda ser ofrecido en el mercado negro”.

Sobre la protección de la herencia cultural siria y los peligros del robo de arte debatieron en junio de 2016 en Berlín por invitación del Ministerio de RR. EE. y la UNESCO más de 170 expertos, entre arqueólogos, arquitectos, urbanistas y conservadores de monumentos. “Nos une el compromiso, la preocupación y el conocimiento de la extraordinaria importancia universal del patrimonio cultural en Siria”, dijo Maria Böhmer, la ministra de Estado en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Los expertos se ocupan también de la cuestión central acerca de cómo los sitios culturales pueden ser reconstruidos algún día y por quién.

El DAI aborda el tema prácticamente ya hoy: en Baalbek, Líbano, y Umm Qais, 
Jordania, enseña a artesanos las técnicas tradicionales de cantería. Esos proyectos y los programas de estudios del Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD) son financiados por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania. Refugiados sirios pueden obtener una beca para la carrera de máster “Cultural Heritage Studies” y para 
la Universidad Germano-Jordana, en Amán. Todo está dirigido al futuro. Un futuro en que los interesados podrán ver los tesoros artísticos no solo en los museos, sino visitar personalmente los sitios del Patrimonio Mundial en Siria. Sin filas delante de la entrada. ■