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“Estamos observando nuevas tácticas de desinformación”

¿Qué hace la UE para combatir la desinformación? Una entrevista con Lutz Güllner del Servicio Europeo de Acción Exterior.

Klaus LüberKlaus Lüber, 12.05.2023
Lutz Güllner, director de Comunicación Estratégica del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE).
Lutz Güllner, director de Comunicación Estratégica del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE). © picture alliance/dpa

Señor Güllner, cuanto más dura la guerra en Ucrania, más intensa e imaginativa se vuelve la propaganda rusa. Entretanto, hasta las portadas de conocidas revistas satíricas alemanas, francesas y españolas están siendo falsificadas. ¿Qué peligro entraña esto?

Llevamos mucho tiempo observando el desarrollo de nuevas formas, técnicas y tácticas. A mí no me sorprende. Y tampoco se trata del primer caso. Pero es cierto que las actividades en este sentido han aumentado como consecuencia de la guerra. Hoy en día, la manipulación de la información se desarrolla de formas muy diversas. Por un lado, de manera muy visible y controlada por el Estado; por otro, más encubierta, casi hasta adentrarse en el terreno de los servicios secretos. Debemos seguir tomándonos esto muy en serio.

Actualmente usted se ocupa intensamente de estos intentos de manipulación en el Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE). En febrero de 2023 se publicó la primera edición de un informe anual sobre las amenazas que suponen la desinformación selectiva y las injerencias procedentes del extranjero. ¿Cómo está evolucionando esta situación?

Estamos observando cada vez más actividades coordinadas y financiadas por el Estado, destinadas a manipular espacios enteros de información. Así que ya no se trata sólo de difundir relatos individuales, sino de una desestabilización a gran escala. Por lo general, la gente no debería confiar ciegamente en los medios de comunicación. Precisamente por eso debemos tener mucha precaución con el término desinformación.

¿Por qué?

La desinformación se está convirtiendo cada vez más en un término de lucha política. Por ejemplo, cuando se difama la opinión de la otra parte calificándola simplemente de desinformación. Por lo general, se trata sobre todo de contenidos. En este caso uno puede argumentar, desacreditar, verificar los hechos. Y esto también está muy bien. Lo que ocurre es que los incidentes de desinformación son ahora algo más que eso. Nos interesan las técnicas empleadas para manipular la información. Y en este sentido las cosas han cambiado mucho últimamente.

¿Por ejemplo?

Por ejemplo, la creciente adaptación a las características locales. Entretanto, las campañas ya no se desarrollan sólo en una o dos lenguas, sino que se desarrollan en muchísimas regiones simultáneamente. Y tal vez la constatación más asombrosa: Se emplean todos los canales. No sólo redes oscuras, creadas a partir de las redes sociales. O cualquier sitio web, enmascarado como canal de información. La desinformación se difunde también abiertamente a través de los canales diplomáticos, como las cuentas de las embajadas y consulados rusos.

Se trata de una desestabilización generalizada, de sembrar desconfianza.
Lutz Güllner, director del departamento de Comunicación Estratégica del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE).

¿Qué pretende conseguir un país como Rusia con esas campañas de desinformación? ¿Intenta con ello incitar aún más a la guerra a su propia población? ¿O se trata de que los mensajes propagandísticos calen también en otros países?

Se trata de ambas cosas. De cara a Rusia, el objetivo es conseguir el respaldo de la población. El discurso central es: “Occidente nos ataca y nosotros únicamente nos defendemos.” Por supuesto, esto no funciona en Occidente. Como ya he señalado, aquí no se trata tanto de la circulación de discursos individuales, sino de una desestabilización generalizada, de sembrar desconfianza. El método consiste en aferrarse a las insatisfacciones existentes y reforzarlas. Esto mismo lo hemos visto durante la pandemia de covid: las opiniones marginales se amplificaron deliberadamente para crear la impresión de un amplio frente contra las medidas del gobierno.

Entretanto, cada vez existen tecnologías más sofisticadas destinadas a la manipulación de los hechos. ¿Existe el riesgo de que en el futuro grandes sectores de la población ya no sean capaces de discernir entre lo que es verdad y lo que es mentira sin recurrir a la ayuda de profesionales?

Ciertamente, a largo plazo vemos este peligro. Esta situación ya la vivimos de forma muy pronunciada con el envenenamiento del doble espía ruso Sergei Skripal. Por un lado teníamos la información proporcionada por el gobierno británico. Del lado ruso, sin embargo, no sólo circuló una contranarrativa, sino que hubo muchas manifestaciones alternativas. Algunos observadores contaron 20, otros incluso más de 80. Ya no se trataba de contrastar una opinión con la otra, sino de crear tantas versiones y variantes diferentes, que la gente al final ya no supiera qué creer.

Un equipo internacional de investigación ha descubierto recientemente una empresa radicada en Israel, que ofrece como servicio el amaño de elecciones. ¿Qué opina al respecto?

Lo considero altamente preocupante. Se trata de un desarrollo que no sólo debería darnos que pensar, sino que también debería hacernos actuar. Porque es indicador de una tendencia claramente identificable hacia la comercialización de las campañas de desinformación. Hoy en día, todavía podemos atribuir con relativa facilidad ciertas campañas a un actor externo específico. En el futuro, esto será mucho más difícil.

Algunas noticias falsas resultan tan absurdas que es difícil imaginar que calen entre la población general. ¿Nos preocupamos a veces demasiado?

No. No puedo sino advertir del peligro de ridiculizar estos contenidos y pensar que no suponen un problema para nuestra democracia. Debemos pensar siempre en las estructuras subyacentes. Me gusta recurrir en este sentido a un símil que la periodista filipina y Premio Nobel de la Paz, Maria Ressa, utiliza muchas veces: El contenido que vemos es sólo la bala, dice. Sin embargo, detrás se esconde un arma, es decir, todo un sistema que genera y difunde la desinformación. Debemos estar atentos a este sistema y preguntarnos: ¿Estamos realmente bien preparados? ¿Sabemos lo que ocurre? ¿Y cómo podemos defendernos?

Lutz Güllner dirige el departamento de Comunicación Estratégica del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) en Bruselas, que se ocupa de la detección y lucha contra la desinformación extranjera.

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El informe: resumen de lo más destacado

En febrero de 2023 se publicó el primer Informe de la SEA sobre la amenaza de la Manipulación extranjera de la información e injerencias, (Foreign Information Manipulation and Interference, FIMI). Se analizó una muestra de unos 100 casos de manipulación informativa destapados entre octubre y diciembre de 2022. Entre ellos predominaban las campañas rusas de desinformación en el contexto de la guerra de Ucrania. En 33 casos, Ucrania y sus diputados fueron objetivos directos. En 60 de los 100 casos, el motivo principal del ataque consistía en respaldar la invasión.

Otros resultados:

  • Los canales diplomáticos son parte integrante en los casos de manipulación de la información e influencia desde el extranjero.
  • Las técnicas de imitación son cada vez más sofisticadas, a veces se falsifican portadas enteras de revistas. La manipulación de la información y la influencia del exterior es plurilingüe, los casos se redactaron en más de 30 lenguas, 16 de las cuales eran lenguas de la UE.
  • La mayor parte de la manipulación informativa y la influencia procedente del extranjero consiste en material gráfico y audiovisual. La facilidad y el bajo coste de producir y distribuir material gráfico y audiovisual por Internet hacen que estos formatos sean los más utilizados.