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Entrevista con Heiner Bielefeldt, Relator Especial de la ONU

El Relator Especial de la ONU sobre la idea y la práctica de los derechos humanos.

18.03.2013
© UN-Photo/Paulo Filgueiras

Profesor Bielefeldt, ¿cuán importante es la idea de los derechos humanos para Alemania?

El artículo 1 de la Constitución comienza 
con la frase “La dignidad del ser humano es inviolable”. Ese artículo marca un nuevo 
comienzo fundamental, no solo en comparación con el régimen dictatorial del nacionalsocialismo, sino también en comparación con la Constitución de Weimar. Se trata de dejar en claro ya en el primer artículo que la política debe orientarse vinculantemente por estándares de derechos humanos, que también pueden ser impuestos judicialmente. Los derechos humanos son el leitmotiv de la Constitución, conformando esencialmente la identidad del orden constitucional.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU de 1948 es solo un par de meses más antigua que la Constitución de Alemania. ¿Cómo se ha transformado desde entonces la idea de los derechos humanos?

También los derechos humanos se desarrollan. Pero existen elementos de con­tinuidad. En primer lugar el principio 
general de la dignidad humana. Además pueden mencionarse otros principios que integran los derechos humanos, tales 
como la libertad, la igualdad y la solidaridad. Transformaciones se registran tanto 
a nivel de los contenidos como de las instituciones. En cuanto a los contenidos, se han agregado algunos aspectos nuevos, por ejemplo la protección de datos, que 
hace más de 60 años no podía desempeñar aún papel alguno. Entre los nuevos derechos humanos se cuentan también los derechos de las personas minusválidas como componente de la protección contra la discriminación, los derechos al reconocimiento de la orientación sexual y los derechos de identidad de género. Los últimos aún no se han impuesto en todo el mundo, pero sí han llegado a las Naciones Unidas. Los derechos humanos pueden describirse como un proceso de aprendizaje y simultáneamente como un proceso de creación 
de instituciones. En los últimos años se registra por ejemplo una focalización en la prevención.

¿Qué experiencias se han realizado hasta ahora con la prevención?

El enfoque preventivo es un verdadero modelo de éxito, porque no solo se reacciona a quejas, sino que tiene lugar un monitoreo estructural no anunciado en áreas de 
riesgo: comisiones independientes visitan cárceles, establecimientos psiquiátricos y últimamente también residencias de ancianos. Ese es un enfoque estructural que proporciona importante información y con el que mucho se puede lograr en la práctica.

La vigencia universal de los derechos humanos es cuestionada una y otra vez. A veces es vista como un “producto 
de Occidente”. ¿Qué contesta a ese reproche?

Sorprendentemente lo escucho menos de lo que esperaba. En el debate académico es más pronunciado que en la diplomacia internacional. Los derechos humanos no son un producto de Occidente, sino el resultado de una historia de aprendizaje complicada, a menudo conflictiva, en la que diferentes países y regiones resaltan también por sus diferencias. Esa historia de aprendizaje no se ha desarrollado simultáneamente en todas las regiones del mundo, pero no es de ninguna manera un monopolio de Occidente. Los derechos humanos son también una respuesta a procesos de pluralización que se agudizan en medio de crisis, tal como se puede observar a nivel global.

Los derechos humanos debieron ser conquistados también en Occidente. ¿Tiene la esperanza de que la idea de los derechos humanos sea reconocida algún día en todo el mundo?

Es reconocida, por lo menos la aprobación abstracta se registra en todo el mundo. Pero no hay que ser ingenuo. En parte se trata solo de declaraciones huecas. La retórica de los derechos humanos tiene a veces un doble fondo. Lo importante es reaccionar adecuadamente a ese doble fondo, hacer que los Estados se enreden en su retórica sobre los derechos humanos, medirlos luego por sus propias declaraciones y plasmar las declaraciones en normas vinculantes. Para ello es importante la creación de instituciones de monitoreo, con reuniones periódicas, en las que se negocie sobre ello. Nos hallamos en medio de ese proceso.

¿Qué instrumento para la imposición de los derechos humanos es el más poderoso?

No sé si un ranking de ese tipo tiene sentido. Cuando Estados no cooperan, experimentamos brutalmente los límites de la eficacia. En ese caso a veces no se mueve nada. Es una realidad que hay que tomarla tal cual es. Básicamente depende de si los instrumentos pueden ser utilizados en su totalidad. Se trata de la cooperación entre las numerosas instituciones a diversos niveles. Sin un compromiso de la sociedad civil, todo es en vano. Sin su imposición judicial, la protección de los derechos humanos sería una cáscara vacía y sin opinión pública tampoco puede funcionar. Necesitamos una combinación de todas esas instituciones, de las formales y de las menos formales.

Hace poco tuvo lugar un debate en el que surgió una rivalidad entre la libertad religiosa y la libertad de opinión. ¿Cómo ve la relación entre ambos derechos?

Se trata esencialmente de una relación sinérgica. Naturalmente con el riesgo de ocasionales fricciones. Pero sería equivocado e incluso peligroso ver un antagonismo esencial entre ambas. La libertad religiosa a menudo se malinterpreta. El título sugiere que se trata de prácticas y valores religiosos. Pero lo que se protege no son ni la verdad ni la tradición religiosas, sino los seres humanos con su libertad. El sujeto de la libertad religiosa es, como también en el caso de los demás derechos humanos, el ser humano, como ser complejo, que posee convicciones, religiosas e ideológicas, y que valora las prácticas concomitantes. No puede ser tarea del Estado proteger prácticas religiosas concretas ni tampoco el honor de la religión, sino que siempre debe tratarse de la dignidad, la libertad y la igualdad entre los seres humanos. Las religiones, con sus contenidos, rituales y prácticas, pasan al foco siempre solo a través del ser humano.

¿Qué logros de la política de derechos humanos admira más?

Me impresionan sobre todo seres humanos que no se dejan desanimar, que de­fienden a otros incluso bajo amenazas y arriesgan mucho en ello. Una de las características fantásticas de mi trabajo es encontrarme una y otro vez con esos seres humanos. Ello da esperanzas de que realmente se pueda avanzar en el tema de los derechos humanos. ▪

Entrevista: Janet Schayan

PROF. DR. HEINER BIELEFELDT

El relator especial de DD. HH. de la ONU sobre libertad de religión y creencias es catedrático ordinario de Derechos Humanos y Política de Derechos Humanos en 
la Universidad de Erlangen-Núremberg. 
El teólogo, filósofo e historiador, nacido 
en 1958, es, entre otras cosas, experto en teoría y práctica de los derechos humanos, historia de las ideas políticas y filosofía intercultural.