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“Peacekeeper” por convicción

Daniel Maier trabaja en la misión de la ONU MONUSCO, en la República Democrática del Congo, comprometido con la estabilidad y la protección de la población civil. 

Friederike BauerFriederike Bauer, 14.10.2025
Daniel Maier, trabajador de la ONU
Daniel Maier, trabajador de la ONU © YCKF Fotografie

A Daniel Maier le fascina el Congo y la riqueza que encierra en cuanto a historia, recursos minerales y diversidad. Con cientos de grupos étnicos y más de 200 idiomas, el Congo está entre los países más diversos del planeta. A todo eso se suma una naturaleza espectacular: el río Congo, el segundo más largo de África, y selvas tropicales que albergan miles de especies únicas, como los okapis o los gorilas de montaña. La República Democrática del Congo tiene mucho que ofrecer. Pero el país arrastra décadas de conflictos y enfrentamientos armados. 

Responsable de la planificación estratégica

Precisamente por eso, Maier lleva casi 15 años viviendo y trabajando en este país africano. Forma parte de la fuerza de paz MONUSCO (Misión de la ONU para la Estabilización en la República Democrática del Congo), antes conocida como MONUC, donde dirige la unidad de planificación estratégica. Se encarga de que los recursos sean los adecuados y estén bien gestionados, para que los cerca de 12.000 integrantes de la misión puedan hacer su trabajo. 

Daniel Maier (centro), junto a representantes del ejército congoleño en Bukavu, en diciembre de 2024, tras la retirada de las tropas de la provincia de Kivu del Sur
Daniel Maier (centro), junto a representantes del ejército congoleño en Bukavu, en diciembre de 2024, tras la retirada de las tropas de la provincia de Kivu del Sur © MONUSCO

Una tarea nada sencilla, sobre todo en un entorno tan complejo como este. Grupos armados como el M23 o las Fuerzas Democráticas Aliadas frustran una y otra vez las esperanzas de paz y desarrollo. Además, Maier lidia con recursos escasos, ya que la ONU atraviesa una crisis financiera que también afecta a las operaciones de paz. “Planificamos mes a mes y cruzamos los dedos”, admite. 

Comprometido con la ONU, pese a las dificultades

Y eso que, desde su despliegue en 2010, los “cascos azules” de MONUSCO han logrado avances importantes, según Maier: se han celebrado elecciones democráticas, se han pacificado y desarmado algunas zonas, y se ha logrado contener la violencia contra las mujeres. Pero el país sigue siendo inestable y la misión, aún incompleta. Con tan pocos recursos y un entorno político adverso, los responsables de MONUSCO se topan constantemente con los límites de lo que pueden hacer. “Las dificultades económicas nos impiden actuar con rapidez y eficacia.”

Aun así, Maier tomó hace 20 años la decisión consciente de trabajar para la ONU y hacerlo en un país en crisis. Está convencido de que la ONU y sus misiones de paz son imprescindibles. “¿Dónde estaríamos si no?”, se pregunta. Para él, el entendimiento entre pueblos ya era una prioridad en su etapa escolar, por aquel entonces centrado en la relación entre Alemania y Francia. Por eso le duele que la ONU reciba ataques por todos lados y que “uno tenga que estar siempre a la defensiva”. Pero esto no impide que su trabajo le siga fascinando cada día. “Me siento privilegiado”, afirma, “por poder aportar, aunque sea un granito de arena, a un mundo que algún día, con suerte, será más pacífico”.