Ir al contenido principal

En misión 
por democracia 
y seguridad

Miles de observadores electorales voluntarios fomentan la democracia en todo el mundo.

24.09.2015

En mayo de 2014, los ojos del mundo estuvieron puestos en las elecciones presidenciales en Ucrania. En vista de la tensa situación política en ese país, tuvo gran 
importancia que la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) le diera a los comicios verosimilitud democrática: las elecciones se caracterizaron por una gran participación y la clara decisión de celebrarlas de acuerdo con los estándares internacionales y respetando las libertades básicas. A excepción de las regiones de Crimea, Donetsk y Lugansk, en términos generales ello se cumplió, dictaminó la OSCE.

No obstante, la OSCE también expresó 
un par de reparos e hizo propuestas de mejoras, por ejemplo, en cuanto a la selección, la independencia y la cualificación de las comisiones electorales a nivel de distrito. La organización manifestó que igualmente estas habían hecho bien su trabajo.

Así pudo leerse en el informe de Tana de Zulueta, la jefa de la misión de observadores electorales. Pero, ¿cómo llegó la exsenadora italiana a ese resultado? Es la síntesis de experiencias recogidas por un equipo de más de mil personas: 24 expertos, 100 observadores de largo plazo y, el día de las elecciones, 1025 observadores de corto plazo de todos los 46 países que conforman actualmente la OSCE habían verificado que todo se desarrolló correctamente.

Alemania pone a disposición observadores para misiones de la OSCE y la Unión Europea que pueden recurrir a probados métodos, décadas de experiencia e independencia institucional. Eso los diferencia –como también la calidad de su juicio–, por ejemplo, de aquellos políticos de diversos partidos políticos europeos de derecha que pretendieron, también en 2014, ponerle un sello de pulcritud democrática al referéndum de anexión de Crimea llevado a cabo por Rusia.

Los jefes de las misiones son por lo general políticos en actividad o retirados. La UE suele enviar europarlamentarios. En 2012 envió, por ejemplo, al político alemán Alexander Graf Lambsdorff, hoy 
vicepresidente del Parlamento Europeo. A los jefes asiste un equipo de expertos 
en derecho y administración, logística y relaciones públicas, así como responsables regionales. Los observadores de largo plazo y los muchos de corto plazo son voluntarios, a los que a lo sumo se les reembolsan los gastos.

En caso de elecciones en un país peligroso, un observador de largo plazo puede cobrar un importe que puede considerarse adecuado para una misión que dura seis semanas. Pero, por otro lado, debe postularse constantemente para nuevas misiones y puede considerarse feliz si participa en dos por año. Observadores de largo plazo deben poder partir rápidamente si son aceptados y estar dispuestos a ser enviados a las regiones más remotas, por ejemplo a Guinea-Bisáu o Nepal. También deben estar vacunados contra enfermedades tropicales.

¿Cuáles son las personas que lo asumen voluntariamente esa tarea? Son en gran parte académicos, en su mayoría politólogos o juristas, trotamundos e idealistas. Para algunos es un ingreso que complementa la jubilación; para otros, una segunda fuentes de ingresos, además de realizar, por ejemplo, fotorreportajes. A otros los atrae viajar a lugares remotos y conocer gente interesante.

Wolfgang von Schmettau, de 70 años de edad, es uno de los más experimentados. Ya fue observador en 25 elecciones. Su primera misión fue en Kazajistán, 
en 2004. Siguieron Afganistán y Timor Oriental, Macedonia y Ecuador, muchos países africanos y seis veces Ucrania, naturalmente también en 2014. Ese año desempeñó funciones de observador en Galitzia, en el oeste del país. Hasta allí no llegaba la guerra. “No hubo temas espinosos, pudimos trabajar sin dificultades”, dice. En su informe al jefe de misión menciona solo pequeñeces: en un centro de votación, por ejemplo, los funcionarios de mesa no conocían bien la ley electoral, lo que llevó a que los votos inválidos y las abstenciones se colocaran en una misma caja. Cosas como esa son las que se incluyen en el informe final y las recomendaciones.

El Ministerio de Relaciones Exteriores, donde se postuló Schmettau unos quince años atrás, lo invitó primero a participar en un curso de dos semanas en el Centro de Misiones Internacionales de Paz (ZIF), que acababa de ser fundado. Los temas tratados: la política en situaciones de crisis, el restablecimiento de la estabilidad, la interculturalidad, la capacidad de sobrellevar cargas y la gestión del estrés. También algunos países socios de la UE recurrieron al ZIF para cursos de entrenamiento. Entre 2002 y 2014, el ZIF capacitó a unos 3800 observadores para misiones de la OSCE y la UE.

En los países, los observadores trabajan en equipos de dos personas: una mujer y un hombre de diferentes países. Una vez en el lugar, se las tienen que arreglar solos. Ya eso puede ser todo un desafío. Pues si ambas personas no armonizan, igualmente deben trabajar juntas. Una vez por semana deben elaborar un informe para el jefe de misión. A disposición tienen un auto con chófer y, de ser necesario, un traductor. La tarea de los observadores de corto plazo es sobre todo ver cómo discurren la votación y el escrutinio de los votos. Una misión dura unos diez días: llegada, reunión de información en la capital sobre las particularidades del país y sus leyes electorales, luego viaje “al campo”. Quien cumple a satisfacción sus tareas puede ser elegido más tarde para misiones de varias semanas.

Wolfgang von Schmettau intenta participar siempre sobre todo en misiones de largo plazo. Una tarea central de observadores electorales voluntarios como él es llevar a cabo el mayor número posible de conversaciones en un determinado lugar, por lo general ciudades de provincia: con obispos católicos o imanes musulmanes, asociaciones o grupos de mujeres, candidatos y la administración electoral local. Asimismo observan cómo se comportan los partidos políticos y se llevan a cabo los actos electorales, intentan captar la atmósfera y registrar los campos de fuerzas políticas. ¿Hay demagogia, hay amenazas, se llama en las radios y los medios a la participación pacífica en las elecciones, cómo se lleva a cabo el registro de votantes?

Quienes han realizado esas observa­ciones durante un par de semanas in­forman sobre ello a los observadores 
de corto plazo designados para una de­terminada región. Por ejemplo, si un can­didato se comporta en forma particularmente polémica en relación con un adversario. O si hay personas que poseen propiedades, campos o una fábrica de las que se sabe que le dicen a la gente, como señores feudales, a quién debe 
votar. A veces se habla también de compra de votos. En esos casos, los observadores dependen de la información de terceros, a menudo los supuestos perjudicados. En las reuniones de información se advierte de tener cuidado con 
ese tipo de información: no debe creerse en rumores ni en calumnias. A orientarse correctamente ayuda sobre todo la experiencia.

El foco está puesto naturalmente en el día de las elecciones. Los observadores eligen una ruta que los lleve por el mayor número posible de centros de votación. En uno de ellos observan las últimas votaciones, el cierre y el escrutinio. Luego acompañan el transporte de los resultados al centro de recuento. Allí permanecen hasta que el acta es aceptada. En Ucrania, Schmettau y su compañera de equipo observaron en 2014 diez centros de votación de un total de 80 en su región. De las pruebas aleatorias, el equipo del 
jefe de misión extrae luego conclusiones estadísticas.

Schmettau vio solo una vez un caso 
evidente de “relleno” de urnas. Fue en Macedonia: en la urna transparente, las papeletas de votación se hallaban apiladas como tejas, una encima de otra. Se veía como si se hubieran colocado varias papeletas al mismo tiempo. También vivió situaciones de peligro. En 2006 estaba con una compañera de equipo en una 
casa sobre la que volaban los proyectiles de mortero disparados por los perdedores de las elecciones. En el primer piso impactaban disparos. Abajo, los observadores no pudieron moverse durante horas. “Entonces cocinamos espaguetis”. ▪