Donde el tranvía atraviesa la frontera
Las ciudades fronterizas de Kehl y Estrasburgo: un claro ejemplo de cómo la integración europea puede funcionar con éxito.
¿Me controlarán o no? Y si es así, ¿cuánto tardarán? ¿Merece la pena siquiera cruzar la frontera? Quienes crecieron en la frontera franco-alemana, en la pequeña ciudad alemana de Kehl durante la década de 1980, recordarán lo angustiante que podía resultar visitar la vecina Estrasburgo, ya reconocida entonces como sede del Parlamento Europeo. Aunque sólo se trataba de unos cientos de metros de puente sobre el Rin. A menudo la gente prefería quedarse en casa.
Con el tranvía a la catedral de Estrasburgo
En la actualidad, los puestos fronterizos hace tiempo que desaparecieron. Para ir de Kehl a Estrasburgo, o viceversa, basta con un trayecto de 15 minutos en coche, un paseo a pie, o un recorrido en bicicleta por el elegante “Passerelle des Deux Rives”, un puente peatonal y para bicicletas sobre el Rin inaugurado en 2004. O simplemente puedes subirte al tranvía en el ayuntamiento de Kehl y cruzar rápidamente el Rin. Desde 2017, el tranvía circula entre las ciudades.
Proyectos transfronterizos
El estrecho vínculo entre las ciudades y la región, Alsacia y la alemana Ortenau, se refleja en los numerosos proyectos transfronterizos que las conectan. El Eurodistrito Estrasburgo-Ortenau, una zona de cooperación transfronteriza, impulsa esta integración desde 2005.
El proyecto educativo “Spiel & Parle”, que enseña a los niños de primaria el idioma del país vecino de manera lúdica, está en marcha desde 2021. “El proyecto también fomenta el desarrollo de la curiosidad intercultural en los niños, una habilidad clave de vital importancia en una región transfronteriza como esta”, señala Katrin Neuss, vicesecretaria general del Eurodistrito. Desde 2013, existe la patrulla ciclista franco-alemana de la policía, que recorre la zona fronteriza con el mismo uniforme, un proyecto único en su tipo en Europa hasta ahora.
“Bassin de vie” - espacio vital compartido
En 2023, Kehl celebró el 30 aniversario de varias instituciones transfronterizas. Heike Thiele, cónsul general de Alemania en Estrasburgo y embajadora ante el Consejo de Europa, subrayó la naturalidad con la que conviven los ciudadanos alemanes y franceses: “Las regiones fronterizas son los puntos de conexión, visibles e invisibles, de Europa. El Alto Rin es lo que en Francia llaman un “bassin de vie”, un entramado vital profundamente entrelazado, tanto en lo institucional como en lo personal. Aquí, en este espacio compartido, la integración europea cobra vida de manera palpable.