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Facetas de la sociedad civil

La tercera parte de los ­ciudadanos alemanes invierte tiempo, ideas y dinero en beneficio público.

14.08.2012
© picture-alliance/dpa

El presentador de televisión Markus Kavka discute con escolares en Sajonia acerca del extremismo de derecha y escribe en una página web un blog sobre el tema del neofascismo, en ambos casos apoyado por la iniciativa “¡Mostrar la cara!”. Eva-Maria Brand, de Eisenach, médica jubilada, recoge incansablemente firmas para un referéndum. Ullrich Schott trabaja voluntariamente durante su tiempo libre en un hospicio y se ocupa de los hermanos de un niño enfermo en estado terminal. Edith Schulz les enseña a leer todas las semanas a hijos de inmigrantes en una escuela básica de Fráncfort del Meno. Karin y Carlo ­Giersch apoyan con millones de euros las actividades científicas en la Universidad de Ciencias Apli­cadas de Darmstadt. Son seis seres humanos que invierten tiempo, ideas, simpatía o dinero y fama. Su compromiso es ho­norífico: lo llevan a cabo porque quieren cambiar algo, apoyar algo bueno o por­que les satisface lo que hacen. Son seis de 23 millones de personas en Alemania que asumen compromisos ­ciudadanos, ya sea en el área social, la protección ambiental o la defensa de ­intereses.

Entre el estado y el mercado

Sociedad civil, trabajo ciuda­dano o cargo hono­rífico: como se las quiera llamar, esas acti­vidades voluntarias abarcan una amplia gama de temas, que van desde entrenador de club de­portivo, pasando por actividades en parroquias hasta el ­trabajo en una orga­nización no guber­namental (ONG) y la “responsabilidad corporativa” de las empresas. Helmut ­Anheier, pro­fesor de ­So­ciología de la Universidad de Heidelberg, define a la sociedad civil como “la capacidad de la sociedad de autoorganizarse, independientemente del Estado, pero no necesariamente en oposición a él”. La sociedad civil está considerada una fuerza entre el Estado y el mercado, por lo que se la llama también “tercer sector”. Parte de éste son tanto los críticos de la globalización miembros de Attac como el multimillonario que crea una fundación.

La aseguradora Generali presentó en su estudio “Atlas del compromiso ciudadano 2009” las más recientes cifras sobre ese sector en Alemania. Según esa fuente, el 34 por ciento de las personas mayores de 16 años desarrolla una actividad de 3,2 millones de personas a tiempo com­pleto. La mayoría trabaja en las áreas del deporte, las asociaciones, la asistencia a niños y jóvenes y las Iglesias. Sólo un cinco por ciento lo hace en la política y la defensa de intereses. En el sur y el oeste del país, donde la situación económica es mejor, se realiza más trabajo ciudadano que en el norte y el este. Personas con un más alto nivel educativo se comprometen socialmente más que aquellas con un menor nivel educativo.

La forma del trabajo ciudadano ha cam­biado en los últimos años. “El compromiso ha aumentado”, dice Rupert von Strach­witz, director del Instituto Maecenata de Estudios sobre Filantropía y Sociedad Civil, con sede en Berlín. “Se traslada de las grandes asociaciones tradicionales a grupos pe­queños, jóvenes y autoorganizados, con una jerarquía plana”, agrega. La gente trabaja además sucesivamente en diferentes proyectos y no siempre para la misma organización.

¿Barómetro de la ­demo­cracia?

Mucha gente ve en el compromiso ciuda­dano un elixir y un barómetro de la so­ciedad democrática. En Francia, con su Estado fuerte, la sociedad civil no desempeña un papel preponderante. No ob­stante, la democracia funciona excelente­mente. En Estados Unidos, por el contrario, el compromiso ciudadano tiene una gran tradición: los ciudadanos organizan a menudo ellos mismos actividades so­ciales, educativas y culturales, porque el Estado no lo hace. Pero también en los Estados de bienestar escandinavos, la sociedad civil desempeña un papel mucho más importante que por ejemplo en el sur de Europa. Objeto de controversia es la relación entre la legitimación democrática y el compromiso autoorganizado. Sin duda, una fundación con recursos millonarios o una ONG que opere en forma profesional pueden ejercer gran influencia en la opinión pública sin tener un “mandato” para ello. Por otro lado, fueron los movimientos ambienta­listas de los años 70 y 80 del siglo XX los que llevaron con tenacidad y buenos ar­gumentos el tema de la ecología a la agenda política. Para beneficio de todos.

También se objeta que el trabajo voluntario, al asumir tareas que en realidad le corresponderían al Estado, puede dar pie incluso a una mayor reducción del Estado social. Heribert Prantl, periodista del diario “Süddeutsche Zeitung” responsable de política interior, dice al respecto: “El Estado debe cumplir con sus tareas, las iniciativas privadas son optativas”.

Prevención civil de crisis

Para el Gobierno Federal alemán, el desarrollo de estructuras de la sociedad civil en regiones en conflicto y países en transformación es una tarea que compete a todos los ministerios. El Gobierno Federal defiende valores como la democracia liberal, los derechos humanos y procesos de la sociedad civil y de paz, por ejemplo con el plan de acción “Prevención civil de crisis, solución de conflictos y consolidación de la paz”. Entre las condiciones para una implementación exitosa se cuenta el fortalecimiento de los actores sociales que abogan por una solución de conflictos sin violencia. El programa “zivik”, por ejemplo, financiado por el Ministerio Federal de RR. EE., asesora a ONG y fomenta proyectos implementados en regiones en crisis. Las regiones prioritarias son: África, Asia Central y Sudoriental, Oriente Próximo y el Cáucaso.