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Un problema matemático fue la clave del éxito

Ya solo un año después de su huida de Siria, Wael Amayri habla alemán y estudia. En entrevista relata cómo lo logró.

03.05.2017
© Plambeck/BMAS - Wael Amayri

Hasta hace dos años, Wael Amayri, un joven palestino que creció en Siria, estudiaba tecnología de la información en Damasco. En octubre de 2015 decidió abandonar Siria, porque no le fue prolongado el visado. Se unió entonces a un amigo y su familia. Luego de pocas semanas, el pequeño grupo llegó a Alemania. Ahora, el joven apátrida de 22 años con documento de viaje sirio vive en Berlín. Con su familia, que está alojada en casa de conocidos en Damasco, porque su propia vivienda está destruida, mantiene contacto vía WhatsApp.

Sr. Amayri, luego de solo 16 meses en Alemania habla usted alemán como viviera aquí desde hace años. ¿Cómo lo logró?

Estando todavía en Damasco busqué un interlocutor de lengua materna alemana en internet, para practicar. Así lo había hecho ya antes con el inglés. Cuando llegué a Alemania, igual no sabía mucho. Pero, de inmediato comencé a aprender y tuve una muy buena profesora.

¿Dónde?

En el marco del programa Welcome@FUBerlin, en la Universidad Libre de Berlín. Allí estudia mi interlocutora de lengua materna. Aún en camino hacia Alemania, en algún lugar de Serbia, recibí un mensaje de ella vía WhatsApp: ¡En Berlín se ofrecen cursos para refugiados! Cuando comenzó el curso, yo todavía no había llegado. Un par de días después llegué y tuve la suerte de poder comenzar de inmediato.

¿Dónde vivió durante ese tiempo?

Algunos días en un gimnasio, en un centro de acogida. Había mucho ruido, muchas familias, los niños jugaban y gritaban. No se podía estudiar. Además, estaba muy solo. El amigo con el que había venido fue enviado a otra ciudad. No había lavadora y las duchas estaban sucias. Entonces escribí en Facebook que me gustaría poder lavar mi ropa y ducharme.

¿Qué efecto tuvo el mensaje en Facebook?

Me ofrecieron varios cuartos. Primero me alojé en la vivienda de una pareja germano-británica. Aún hoy tengo contacto con ellos, incluso me invitaron a pasar la Navidad con su familia. Después me mudé a la casa de un ingeniero, que me ayudó mucho a aprender alemán. Hoy vivo en un piso compartido con otras dos personas en el sur de Berlín. Los alrededores son muy verdes. Eso me gusta. Hay un río, por cuyas riberas salgo a pasear. También hay un lago cerca. En Damasco siempre deseé poder vivir en medio de la naturaleza.

Luego de menos de un año pudo matricularse como estudiante. ¿Es usted un caso aislado?

No, una joven que hizo conmigo el curso de alemán estudia informática; otro joven, ética y literatura inglesa. Pero, no son muchos y debo decir que el examen oficial de alemán para comenzar estudios universitarios (DSH) es muy difícil. Como en el primer intento no alcancé el nivel necesario, fui matriculado en forma provisional. Ahora ya he aprobado el examen de alemán.

¿Y cómo le va en los cursos? La mayoría de los estudiantes son de habla materna alemana…

Así es, efectivamente. Al comienzo, no me animaba a decir nada. Un día debimos resolver una prueba matemática muy difícil. Necesité casi una hora para resolverla. Pedí para pasar adelante y explicar la solución en el pizarrón… y todos los estudiantes me alabaron. Desde entonces, siempre me ofrezco para presentar soluciones a pruebas matemáticas. Eso va también con mis deseos profesionales: siempre quise ser profesor universitario. Ahora espero hacer progresos rápidamente. Si en el verano asisto a cursos extras, lograré el bachillerato quizás en menos de tres años.

¿Y no siente nostalgia?

Casi ninguna. Naturalmente, extraño mucho a mi familia. Pero no echo de menos la sensación de inseguridad, ni las frecuentes interrupciones de electricidad e Internet ni carecer de calefacción en invierno. Y aquí tengo ya una segunda patria. Tengo amigos que me ven como parte de su familia. No estoy solo, ni triste. Ahora espero poder quedarme. Hasta ahora tengo autorización para permanecer un año. Me alegra que igual pueda recibir una beca del Estado. Me ha ayudado tanta gente, que soy optimista. Todo es muy diferente a Siria. Allí no tenía la sensación de ser una persona con suerte.

Entrevista: Jeannette Goddar

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