Pro & Contra
¿Adiós al dinero en efectivo?
La periodista económica Sophie Schimansky prefiere pagar solo con tarjeta, mientras que el empresario Friedemann Berg defiende el efectivo como símbolo de libertad.

Efectivo: Casi nunca llevamos el cambio justo y esas monedas sueltas en el monedero acaban por desesperar… ¿o no?

A mí, la verdad, me saca bastante de quicio. Casi nunca llevo efectivo encima y muchas veces salgo solo con el móvil. En la caja no tengo que rebuscar en los bolsillos ni contar monedas una a una. Eso ahorra tiempo: al cajero, a la gente en la cola y a mí también. Sé perfectamente qué cafeterías y restaurantes solo aceptan efectivo. Si voy, ya sé que tengo que llevar suelto. O, si no, paga alguien del grupo y luego le hago una transferencia.

Es cierto, las monedas sueltas pueden resultar un incordio. Pero precisamente ahí reside también una forma de libertad: el dinero en efectivo nos da un control total sobre lo que gastamos, con cada céntimo literalmente en la mano. No tener cambio es, al fin y al cabo, solo una cuestión de hábito. Además, ese tintineo en el monedero no es un inconveniente, sino el sonido mismo de la libertad bien entendida. El dinero en efectivo no necesita ni electricidad, ni cobertura, ni intermediarios. Aceptar efectivo es proteger al consumidor y defender un principio básico de toda democracia: la libertad de elegir.
¿No es más seguro salir con menos efectivo en el bolsillo?

Totalmente, llevar mucho dinero encima me hace sentir insegura. No solo porque siento que soy un blanco fácil, sino también porque puedo perderlo. El móvil lo tengo siempre a mano, y si lo pierdo, puedo localizarlo. Además: si me quitan 100 euros, al menos puedo intentar pillar al ladrón o denunciarlo. Si el problema es online, aviso al banco o al servicio de pago y, con suerte, me devuelven el dinero.

La seguridad, sin duda, es una preocupación central para todos. Pero reducir el debate sobre la seguridad al dinero en efectivo que llevamos encima es quedarse muy corto. La delincuencia se adapta – llevar menos efectivo no nos hace automáticamente más seguros, simplemente cambian los puntos de ataque. El robo de datos, las estafas online o que se caiga el sistema dejan claro que pagar solo con el móvil también tiene sus riesgos, y a veces las consecuencias son mucho peores que si te roban la cartera. El dinero en efectivo es tangible, fiable y preserva el anonimato. Protege la privacidad y da autonomía, sobre todo en un mundo cada vez más digital.
¿Gastaríamos más si solo pagásemos con el móvil?

No tiene por qué. Cuando pago en efectivo, muchas veces acabo el día sin saber bien en qué se me ha ido el dinero. Con el pago móvil puedo usar apps que registran y analizan mis gastos. Mi banco lo hace automáticamente: puedo ver con detalle cuánto he gastado en cosas como comida, por ejemplo. También puedo fijar presupuestos. Así veo al momento si este mes me he pasado saliendo a comer fuera otra vez.

De hecho, hay bastantes estudios que indican que tendemos a gastar más cuando pagamos solo de forma digital. La razón es evidente: pagar con el móvil es cómodo, pero también más impersonal. Dar un billete en mano nos conecta directamente con su valor – es como un freno psicológico que nos ayuda a gastar con más cabeza.
¿Entonces, eliminar el efectivo ayudaría a frenar el blanqueo de capitales, no?

Sí, tal vez. Se trata de encontrar un equilibrio entre transparencia y libertad, y eso siempre es un terreno delicado. El dinero en efectivo es anónimo, y eso protege sobre todo a quienes hacen negocios en la sombra. Menos efectivo complica ciertas formas de blanqueo, pero no soluciona el problema de fondo.

Es común escuchar que eliminar el efectivo ayudaría a combatir el blanqueo de dinero, pero esa idea se queda corta. El problema no es el efectivo, sino que es solo uno de tantos canales posibles. Hoy en día, la mayoría de los grandes casos de blanqueo de dinero se mueven a través de estructuras digitales complejas y transferencias internacionales, no con maletines llenos de billetes.
Algunos aseguran pagar en efectivo es sinónimo de libertad. ¿Estamos renunciando a una parte de nuestra libertad si eliminamos el dinero en efectivo?

Lo entiendo perfectamente desde lo emocional: lo nuevo siempre da un poco de miedo. Desde un punto de vista racional, en absoluto. Porque un nuevo sistema de pago también implica progreso, y ese debería ser el motor que nos empuje – solo así pueden mejorar las cosas.

El efectivo es, de verdad, libertad. No es solo una frase hecha. El efectivo es un bien público al alcance de todos, sin importar la edad ni el nivel de familiaridad con la tecnología. Nos permite hacer nuestras compras diarias de forma anónima, directa y sin intermediarios, a cualquier hora, incluso si fallan los servidores o se cae la conexión.