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La costura como idioma universal

Una sastrería de Fráncfort del Meno demuestra cómo la diversidad puede contribuir al éxito. Allí trabajan juntas personas de un gran número de países que, de este modo, enriquecen la rutina diaria de la empresa.  

Constanze Kleis , 11.11.2025
Un equipo fuerte: la directora Claudia Frick (centro) con las sastres Tetiana Korenivska (izq.) y Reyhane Heidari
Un equipo fuerte: la directora Claudia Frick (centro) con las sastres Tetiana Korenivska (izq.) y Reyhane Heidari © Tim Wegner

¿Escasez de personal cualificado? En Fráncfort, la diseñadora de moda y sastre Claudia Frick compensó sus necesidades con una medida extraordinaria que se convirtió en un modelo de éxito.

El amplio y luminoso taller de “Stitch by Stitch” en Fráncfort del Meno tiene algo como de magia. No solo por la opulencia con la que se acumulan los rollos de telas e hilos, los patrones de corte y su orden impecable en los percheros, o las mujeres en máquinas de coser zumbando para producir prendas bonitas y aptas para distintos cuerpos. Lo que sucede aquí es casi tan improbable como un sapo que es rey o un gato con botas: que sastres formadas produzcan muestras y series de hasta 500 unidades en Alemania para pequeñas marcas de ropa y diseñadores.

Una experiencia a la que también debió enfrentarse la directora de Stitch by Stitch Claudia Frick. Cuando la diseñadora de moda y sastre se puso a buscar un taller en Alemania en el que personal cualificado pueda producir prendas para su propia marca “Coco Lores” en el año 2015, no encontró ni uno solo y, así, también una carencia en el mercado. “En ese momento, la idea era tener un taller como los de las décadas de 1960 o 1970, cuando todavía existían los talleres de producción para diseñadores”. En otras palabras, talleres regionales que producen series pequeñas: a veces simplemente diez prendas, pero también 500 unidades o más. No para el cliente final, sino para el vendedor.

Acceso a un empleo justo y formación

En el año 2015, la diseñadora de 52 años vio un informe en la televisión sobre personas refugiadas en la industria de los oficios: el impulso que necesitaba para crear una sastrería con la emprendedora social y experta en comunicaciones Nicole van Alvensleben, con el objetivo de llenar el vacío de personal cualificado que existía en este ámbito. Pero también buscando simplificar el acceso a un empleo justo y formación en Alemania a las sastres cualificadas con un trasfondo migratorio o que debieron huir del sitio donde vivían. A mujeres que muchas veces ya tenían una muy buena formación en el ámbito desde sus países de origen. “La sastrería es muy popular precisamente en los países de los que vienen muchas personas refugiadas y migrantes a Alemania, y tienen un muy buen nivel”, afirma Claudia Frick.

Esto puede observarse, en particular, en el caso de la empleada Reyhane Heidari, originaria de Afganistán, pero que se había mudado a Irán con su familia ya en la década de 1980. 

La sastrería es muy popular precisamente en los países de los que vienen muchas personas refugiadas y migrantes a Alemania, y tienen un muy buen nivel.
Claudia Frick, Directora

En palabras de Claudia Frick: “Nunca conocí a una persona con tanto talento y capacidad. Tiene el nivel de una experta”. Para Reyhane Heidari, quien comenzó a trabajar como sastre en Irán a sus 13 años, tener un título era fundamental. En el año 2020, terminó su formación profesional dual con las mejores calificaciones de su grupo y matrícula de honor. Para su trabajo final, creó un traje asimétrico de alta costura con una silueta de mujer en la solapa. Según la madre de 32 años, el mayor desafío en la formación no fue la capacidad técnica, sino el tema del idioma. “El aspecto práctico no era un problema. Sabía que podía hacerlo. Pero para la parte teórica tuve que aprender mucho”.

Fuentes de inspiración: la directora Claudia Frick (der.) y su vice Nadja Losse
Fuentes de inspiración: la directora Claudia Frick (der.) y su vice Nadja Losse © Tim Wegner

Práctica del alemán en cualquier ocasión

Un gran paso. Porque, al principio, no había mucho más que un simple pero amigable “Hallo!”. Sin embargo, Reyhane Heidari y Claudia Frick se entendían de todos modos. “Una blusa se cose de la misma manera en Afganistán, Venezuela o Alemania. Pinza, dirección del hilo, sobrecostura: la sastrería es como un idioma universal”. Y este es precisamente un pilar sobre el que Stitch by Stitch se basa de forma sistemática. Por ejemplo, con Rainer Vollmar, un profesor que da clases de alemán de forma voluntaria a las mujeres una vez por semana desde que se abrió el taller. Claudia Frick y Nadja Losse, una antropóloga cultural que asumió la vicedirección de la empresa cuando se fue Nicole van Alvensleben, animan a las empleadas, que, entre otros, vienen de Afganistán, Etiopía, Siria, Venezuela y Ucrania, a aprovechar cualquier oportunidad también en el trabajo para ampliar sus conocimientos del alemán y ponerlos a prueba. “Practicamos también situaciones cotidianas. Por ejemplo, pedir comida por teléfono. Muchas veces son cosas que se evitan para no estresarse”. En una pizarra del taller, también pueden verse palabras específicas del ámbito de la sastrería.

Me encanta lo que hago, siempre hay algo nuevo. No me aburro nunca. Siempre hay un material nuevo, una nueva manera de producir.
Tetiana Korenivska, sastre de Ucrania

Una manera de trabajar que demuestra grandes resultados. Como en el caso de Tetiana Korenivska de Ucrania que es diseñadora de patrones de costura y técnica, además de también haber trabajado en el ámbito cuando aún estaba en su país de origen. “Sus conocimientos técnicos enriquecen muchísimo nuestro trabajo”, afirma Claudia Frick. “Realmente es una suerte inmensa poder tenerla con nosotros”. Y Tetiana Korenivska, 45, madre de tres niños, en Alemania desde 2023 y parte del equipo de 18 personas de Stitch by Stitch añade: “Me encanta lo que hago, siempre hay algo nuevo. No me aburro nunca. Siempre hay un material nuevo, una nueva manera de producir.
A veces debo pensar un poco más tal vez sobre cómo funcionan algunas cosas, y podría parecer que no hago nada. ¡Pero estoy trabajando!”, comenta riendo. Junto con Claudia Frick, desarrolla nuevas ideas de productos para ampliar el ámbito de acción y el número de pedidos del taller.

Una emprendedora premiada

“Stitch by Stitch” es una “empresa social sostenible y de utilidad pública con la forma jurídica de una asociación registrada”, subvencionada, por ejemplo, con fondos del Programa del Mercado de Trabajo de Fráncfort de la ciudad de Fráncfort del Meno y que, entre otros, recibió el Premio de Emprendedores de Hesse en 2017. Las ayudas estatales se deben a que es una empresa que ofrece oportunidades a mujeres con trasfondo migratorio y en situación de refugiadas y crea puestos de trabajo y formación justos. Nadja Losse: “Hoy en día, junto con los talleres de la ópera, somos una de las mayores entidades de formación en el ámbito de la sastrería en Fráncfort y la región Rin-Meno”.

Espacio para las ideas: el taller de Fráncfort del Meno es amplio y luminoso.
Espacio para las ideas: el taller de Fráncfort del Meno es amplio y luminoso. © Tim Wegner

Pero el taller llena también un vacío a nivel empresarial con su calidad artesana que, desde luego, debe confirmar de forma constante en la libertad del mercado. Con sus trabajos para empresas y organizaciones, pero también en el ámbito del reciclaje y del upcycling, y con productos propios de la marca “Stitch”. Todo esto no es sencillo en una industria conocida por sus bajos salarios y que, por eso, concentra su actividad en países de ingresos reducidos. Sin embargo, según Claudia Frick y Nadja Losse, la sastrería también tiene un gran número de ventajas competitivas por la excelencia de las competencias del personal, la alta calidad de la producción y la diversidad cultural que aportan las mujeres.

El protagonismo del “Made in Germany”

Otra ventaja: el alto nivel de conocimientos técnicos que se observa con el gran número de máquinas del taller. En particular, en relación con el tejido jersey, un material que, como es sabido, es difícil de tratar. No es problema para ella, afirma Reyhane Heidari, especialista en materiales complejos y las complicaciones técnicas, que, de hecho, recientemente encontró la solución a un problema en una máquina de coser especial. Una trabajadora verdaderamente cualificada. Una que, como sus compañeras, da a diario el mayor protagonismo a la calidad “Made in Germany”.

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