Bancales en lugar de bloques de cemento: cultivar en comunidad
Los jardines comunitarios están de moda. Fomentan la protección del clima, la integración y nuevas formas de convivencia urbana.

En el Hildegarten de Leipzig, entre vías abandonadas, adoquines y un viejo vagón de tren, brotan tomates, árboles frutales y hierbas aromáticas. En lo que antes fue un almacén de mercancías, ahora son voluntarios los que cuidan los bancales: riegan, remueven la tierra y se ríen juntos. Los niños corretean por el parque de aventuras de al lado, y en las cálidas noches de verano se proyectan películas al aire libre.

“No se trata solo de frutas y verduras”, dice Friederike Christoph, coordinadora del Hildegarten, que celebrará su décimo aniversario en septiembre de 2025. “Especialmente en los días calurosos, mucha gente viene aquí en busca de sombra y compañía – se trata de un lugar donde se encuentran personas de lo más diverso.”

Espacios verdes de encuentro
En casi todas las ciudades alemanas se han consolidado hoy los jardines comunitarios; solo en Berlín hay 137. Voluntarios convierten solares abandonados en espacios verdes para el encuentro. La mayoría de estos jardines se financian gracias a asociaciones sin ánimo de lucro, ayudas municipales o fundaciones.

Uno de los actores clave es la fundación anstiftung. Su presidenta, Christa Müller, describe así esta evolución tan fructífera: “Cuanto más terreno ocupan las iniciativas de jardines comunitarios en los barrios, más diversa se vuelve la gente que se implica.”

Para Müller, que los ayuntamientos empiecen a ver este movimiento como una oportunidad es todo un cambio de mentalidad: “Al principio, algunos ayuntamientos respondieron con escepticismo ante los jardines comunitarios, sobre todo cuando el llamado ‘guerilla gardening’ ocupaba terrenos públicos sin permiso.” Pero hoy, las administraciones colaboran estrechamente con quienes gestionan estos espacios.
Protección del clima y diversidad
Los jardines interculturales también permiten a personas con pasado migrante aportar sus conocimientos, tejer relaciones… y echar raíces, en todos los sentidos. Así, los jardines urbanos cobran también un creciente valor social.

De vuelta en Leipzig. Está previsto renovar el vagón de tren del Hildegarten y convertirlo en un espacio de aprendizaje y encuentro. “Aquí no solo crece lechuga, sino algo aún más importante: el espíritu comunitario”, resume Friederike Christoph.