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Se permite recolectar” en lugar de “Prohibido pisar”

Árboles frutales junto a la muralla, judías al borde de la carretera, hierbas aromáticas en bancales elevados: Andernach demuestra cómo las zonas verdes pueden convertirse en jardines vivos y accesibles para todos. 

Kim BergKim Berg , 03.09.2025
En Andernach, frutas y hortalizas están a disposición de todos.
En Andernach, frutas y hortalizas están a disposición de todos. © 90GRAD Photography/Hilger & Schneider GbR

Quien pasea por Andernach am Rhein, se encuentra con algo singular: entre la muralla, el foso del castillo y las rotondas no crecen plantas ornamentales fáciles de cuidar, sino tomates, judías, acelgas y hierbas aromáticas. “En lugar de ‘Prohibido pisar’, de repente en el espacio público se lee ‘Se permite recolectar’”, explica Lutz Kosack, impulsor del proyecto y profesor en la Universidad de Bonn, al describir el concepto de la “Ciudad comestible”. 

Desde 2010, Andernach transforma paso a paso sus zonas verdes en jardines comestibles. El punto de partida fue un proyecto con 101 variedades de tomate, que buscaba destacar la importancia de la biodiversidad en pleno centro de la ciudad. Desde entonces, cada año se dedica el protagonismo a un cultivo distinto: judías, cebollas, coles o fresas. Hoy, en los antiguos muros trepan higueras, membrillos o caquis; en bancales elevados prosperan hierbas aromáticas y hasta las ovejas pastando forman parte del paisaje urbano. 

Un jardín público para todos 

La idea es sencilla: los espacios públicos no deben limitarse a ser bonitos: también deben oler bien, saber y fomentar el encuentro. Y funciona. Lo que al principio fue escepticismo – ¿no acabaría la gente arrasando o destrozando las hortalizas? – se convirtió pronto en entusiasmo. Se organizó un sistema de recolección, se compartieron recetas y los vecinos empezaron a hablar entre ellos. 

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Para facilitar la convivencia, la ciudad llegó incluso a crear un sistema de semáforo para los cultivos: las tarjetas rojas indican que la verdura aún no está lista, las verdes señalan el momento óptimo de recolección. Así, niños y adultos aprenden de forma lúdica cuándo están realmente maduras las frutas. 

Sostenible y social 

La “Ciudad comestible” no es solo un proyecto ecológico, sino también social. Muchas de las zonas verdes las cuida Perspektive gGmbH, una empresa de inserción laboral para personas desempleadas de larga duración y refugiados. El proyecto se completa con huertos escolares, bancales móviles en el centro y una finca de permacultura de 14 hectáreas a las afueras. Allí no solo se cultivan hortalizas: también se crían especies animales poco comunes, como los zorros de Coburgo o los cerdos de lomo blanco. 

Bancales elevados en el centro de la ciudad completan los jardines.
Bancales elevados en el centro de la ciudad completan los jardines. © Lara Lindermann

Un modelo para otras ciudades 

El proyecto atrae a numerosos grupos de visitantes de otros municipios que buscan inspiración. Porque entre tomateras y lavanda, Andernach muestra cómo es posible dar forma a los espacios urbanos combinando sostenibilidad ecológica, cohesión social y viabilidad económica.