“Para nosotros, el verdadero coraje es no quedarse de brazos cruzados”

El coraje es como un músculo: hay que ejercitarlo. Te presentamos a personas que inspiran con su valentía: personas que dan un paso al frente con determinación, ya sea por el clima, la educación política, el entendimiento entre pueblos o la defensa de quienes buscan refugio. 

Las turberas no tienen buena fama. Son lugares áridos, fangosos y sombríos, el escenario perfecto para más de una historia de miedo. Ann Christin y Alexander Kornelsen quieren contar otro tipo de historias. Para ellos, las turberas son “ecosistemas mágicos con superpoderes”, ya que almacenan enormes cantidades de CO2.  

Con su iniciativa Mission to Marsh, la científica y el experto en marketing luchan por la protección de las turberas, recaudan fondos, participan en proyectos de restauración y conciencian mediante charlas sobre el papel clave que desempeñan las turberas en la lucha contra el cambio climático. Y animan a plantarse y defender las convicciones personales. De todo ello hemos hablado con ellos.    

¿Qué es para vosotros el coraje? 

Para nosotros, el valor empieza donde termina la zona de confort. Dejamos atrás nuestros trabajos estables sin garantías, solo con la convicción de que teníamos que hacer algo y aportar nuestro granito de arena. Para nosotros, el verdadero coraje es no quedarse de brazos cruzados cuando uno percibe que la Tierra está en peligro. No significa soñar con ir a Marte, sino creer en un futuro aquí. El coraje es entender que la naturaleza es nuestra mayor aliada y defenderla, incluso cuando guarda silencio.

¿Qué os infunde esperanza? 

Para nosotros está claro: la naturaleza es resiliente. Está esperando que trabajemos con ella, no en su contra. La esperanza, para nosotros, nace cada día en la turbera. En cada gota de agua, que nos recuerda: el ecosistema sigue vivo. En los musgos de turbera, que vuelven a crecer tras décadas de destrucción.

¿Quién os inspira? 

La primatóloga británica Jane Goodall, que lamentablemente falleció en 2025. Nos enseñó que no basta con comprender los ecosistemas desde la ciencia, también hay que saber transmitirlos desde la emoción. También nos inspiran cada científica, cada activista y cada madre o padre que se hace la pregunta: “¿Qué mundo vamos a dejar a nuestros hijos?” Esa es la pregunta que nos mueve, en lo profesional, en lo personal y como familia.