El compromiso alemán en la OSCE
La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) está de nuevo en el centro de atención con la crisis de Ucrania.

Al principio era el deseo de distensión en Europa: cuando a mediados de la década de 1970 se creó la entidad antecesora de la OSCE, el continente dividido había dejado atrás la fuerte confrontación del conflicto Este-Oeste. Con la firma del Acta Final de Helsinki en 1975, resultante de la Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa (CSCE), surgió una organización permanente para la seguridad. En ese documento, por un lado, se reconocían los límites del orden de posguerra y, por otro, los Estados se comprometían, entre otros acuerdos, al respeto de los derechos humanos y a la solución pacífica de los conflictos. Alemania por entonces estaba dividida aún por masivas fortificaciones fronterizas. Ambos Estados alemanes, la República Federal de Alemania y la República Democrática Alemana, se encontraban entre los países firmantes de Helsinki.
Después de la caída del Muro de Berlín en 1990, la Alemania unificada contribuyó a la continuidad de esta activa política de seguridad en el siglo XXI. Alemania contribuye con fondos y personal de forma determinante a la organización, cuyo nombre fue modificado en 1995 de CSCE a OSCE. En la organización trabajan todos los países europeos, los Estados sucesores de la Unión Soviética, Estados Unidos y Canadá. En total son 57 los Estados participantes, más once estados asociados. El enfoque integral de seguridad combina cuestiones militares, económicas, medioambientales y de derechos humanos.
El Gobierno de Alemania apuesta por una misión de la OSCE
Entre los instrumentos de la OSCE se incluyen, entre otros, las misiones de observadores. En la crisis de Ucrania, el Gobierno alemán ha refrendado desde el principio una misión de la OSCE que allane el camino hacia una solución diplomática. A finales de marzo de 2014, el Consejo de la OSCE resolvió el envío de una misión en Ucrania por seis meses. Comprende inicialmente 100 observadores, pero se puede extender a otros 400 observadores. Su tarea consiste, entre otras, en recoger información sobre la situación de seguridad. También deben informar sobre acontecimientos específicos, como infracciones a los principios de la OSCE, en especial contra los derechos de minorías. Los observadores pueden ser activos entrando en contacto con autoridades a todos los niveles, pero también con las fuerzas sociales y "facilitar localmente el diálogo a fin de reducir la tensión y contribuir a una normalización de la situación". Alemania apoya la misión con un millón de euros, la mitad para proyectos y la otra para observadores.