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La esencia del vino alemán

Para el experto en vinos David Schildknecht, el vino alemán es un herencia mundial culinaria.

06.09.2013
© Robert Parker - David Schildknecht

Este periodista norteamericano experto en vinos escribe para la revista “The Wine Advocate”, editada por Robert Parker. Sabe mucho de vinos alemanes y austriacos.

¿Es Alemania hoy para usted un país del vino? Y si así es, ¿cómo llegó hasta allí?

Como estudiante en Bonn podría haber probado los excelentes vinos de 1971 casi desde el barril, lo que me hubiera dado una ventaja de diez años en mi carrera vinícola y supuesto el fin de mi corta carrera académica. Pero ningún alemán me lo recomendó. No fue sino más tarde que me enamoré del Riesling. Sus más acérrimos defensores eran entonces los ingleses y norteamericanos, como los críticos Johnson y Pigott y los importadores Theise y Wiest. Desde los años 1990, también para los alemanes sus vinos no son solo presentables, sino también elegantes; no solo un testimonio histórico, sino también una rica herencia mundial.

En el exterior se sigue teniendo la impresión de que “Riesling” es sinónimo de “dulce”. ¿Qué se sabe en otros países sobre el vino alemán y qué fama tiene?

Cada vez menos gente piensa que el Riesling es un vino dulzón. La fama del vino alemán crece constantemente a nivel internacional.

A usted le gustan particularmente los vinos del Sarre. ¿Por qué?

Me gusta que sus viticultores no renieguen de la 
variedad que existe en la región. Lo que hace al Riesling del Sarre no es su perfil de gusto, sino el 
terrior.

¿Qué otra región vinícola alemana halla destacable?

¿Cuál no? Casi todas son hoy excelentes.