Humor sin fronteras
La estrella de la comedia Bülent Ceyland no cree en las generalizaciones, pero sí en la capacidad de unir a la gente que tiene el humor.
Vistos desde fuera, la carencia de humor suele ser considerada una de las características típicas de los alemanes. El por qué esto es así, seguramente nadie lo sabe. Sin duda, la época en la que éramos, es decir, el conjunto de nuestra nación, percibidos más bien como agresivos tiene parte de culpa. Pero en mis comedias pongo de relieve el valor que en mi opinión tienen estas generalizaciones: ¡ninguno!
Un hombre con pantalón de cuero, una pierna de cerdo asada, “sauerkraut” y una jarra de cerveza también es una imagen característica nuestra en todo el mundo, pero de hecho, gracias a Dios, esto no es típico alemán. En Mannheim, de donde yo soy, más bien se preocuparían si vieran a alguien así. Pero esta clasificación es más bien arbitraria y tiene más bien el carácter de caricatura.
Sin duda, reír es sano y la manera en la que generemos esa risa es siempre legítima, sin importar lo que se esconda detrás. El chiste no tiene que ser siempre profundo para hacer gracia; cuando nos reímos de algo o nos hace gracia no siempre necesitamos verle un trasfondo con sentido. El mejor ejemplo son los días de carnaval en Alemania. La quinta estación del año, el carnaval o Fastnacht, consigue en Renania que durante días la gente mantenga una sonrisa en la boca, irradie alegría y se olvide con gusto del día a día y de las preocupaciones. Es bien sabido que el humor es uno de los remedios más seguros que existe.
Así es que mientras escaseen las cosas que nos hagan reír, que nos pongan especialmente alegres durante un tiempo breve, mientras tanto, el humor seguirá desempeñando un importante papel en la vida de cada uno. La vida es un toma y daca, y al igual que hay personas que se ríen de buena gana y a las que les gusta que las hagan reír, tiene que haber a las que les guste hacer reír a los demás. Algunos lo hacen a veces en el trabajo, con la familia o amigos; y otros poseen tanto talento para ello que se suben al escenario y se ganan así la vida. Actualmente son muchos los que lo hacen en Alemania y el input humorístico personal ha aumentado notablemente en los últimos años gracias a la presencia de la comedia y el cabaret en todos los medios de comunicación, a la larga tradición de humoristas de la vieja escuela y de la comedia de bulevar en los escenarios alemanes y al aumento de las posibilidades de difusión, sobre todo de los vídeos de desgracias ajenas, a través de los medios sociales. La gente en Alemania está acostumbrada a encontrar algo de lo que reírse en cada esquina, si están dispuestos a ello.
Lo experimentamos cada día en los aspectos más diversos y a los niveles más distintos. Por eso, siempre encontraremos algo que nos resulte gracioso, solo sonreiremos aunque algunos se mueran de risa con el mismo chiste o contaremos a otros durante días los chistes que nos gusten especialmente, aunque a los otros les parezcan tontos. El humor es siempre una cuestión particular, determinada por nuestro desarrollo personal. En pocas ocasiones les hace gracia a todos justo la misma salida o el mismo chiste. Esto lo compruebo constantemente en mis espectáculos.
Pero no importa dónde ni en que entorno me encuentre en ese momento. Al igual que un arco iris puede forzar un “oh” hasta del mayor de los cascarrabias, el humor puede unir a la gente por encima de todos los prejuicios y diferencias de origen. Igual que la música o la sonrisa de un bebé. ¡Supera fronteras! ▪
Bülent Ceylan es uno de los comediantes alemanes de mayor éxito. Nacido en Mannheim en 1976, hijo de madre alemana y de padre turco, llena hoy las mayores salas de eventos con sus espectáculos de comedia. Le gusta especialmente asumir diferentes papeles, como el del siempre malhumorado portero “Mompfreed” (Manfred), y saca a relucir con mucho ingenio y encanto prejuicios y clichés alemanes y turcos. Además, nadie sabe darle mejor que él la entonación que toca al dialecto de Mannheim.