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“Tan liberal 
 como sea 
 posible”

Alemania se ha abierto para inmigrantes cualificados, dice Christine Langenfeld, del Consejo de las Fundaciones Alemanas para la Integración y la Migración

13.08.2014
© David Ausserhofer - Christine Langenfeld

El más reciente informe del Consejo de las Fundaciones Alemanas para la Integración y la Migración (SVR) certifica a Alemania haberse transformado exitosamente en un país liberal de inmigración. El SVR ve éxitos particularmente en la inmigración laboral. ¿Está Alemania ahora bien posicionada para afrontar la 
escasez de personal especializado?

En Alemania tuvo lugar en 2012 y 2013 un notable cambio de paradigma: el país abrió considerablemente su mercado laboral para inmigrantes cualificados de terceros países. Quien posee una capacitación profesional reconocida o un diploma universitario y la perspectiva de un puesto de trabajo en el que gane 47.600 euros por año – 37.200 en profesiones con escasez de personal, tales como en las áreas de la TI y la medicina– puede inmigrar. Para profesiones no académicas ello vale para cualificaciones en las que Alemania tiene un particular déficit de personal. Además, para ciudadanos de terceros países con diploma académico existe ahora la posibilidad de vivir sin más seis meses en Alemania para buscar un lugar de trabajo.

¿Cómo es conceptuada la política inmigratoria alemana en el contexto internacional?

Según un estudio de la OCDE, las regulaciones alemanas se cuentan entre las más liberales del mundo. Alemania se ha decidido por una regulación de la inmigración que, si bien prevé un contrato de trabajo, por lo demás es extremadamente sencilla. Una cualificación más una oferta de trabajo: eso alcanza. En los países de inmigración clásicos, tales como Canadá y Estados Unidos, las regulaciones son mucho más selectivas y poco transparentes.

¿Fue la situación en el mercado laboral el detonante de este cambio de paradigma?

Sin duda fue un punto decisivo. En algunas profesiones y regiones, la escasez de personal especializado es obvia. Por eso, Alemania dio a la blue card para especialistas, exigida por la Unión Europea, características lo más liberales posibles. También se podrían haber creado cuotas y restricciones, 
pero Alemania renunció a ello conscientemente, a partir de la convicción política de que el país necesita a los inmigrantes. Los efectos de las nuevas posibilidades legales son, no obstante, mucho menores de lo que sería necesario a largo plazo. En los últimos años hemos entregado unas 14.000 blue cards, una gran parte de ellas a personas que ya estaban en Alemania y que solo cambiaron su estatus. Muy pocos hacen todavía uso de la posibilidad de venir a Alemania y buscar aquí un puesto de trabajo. En esa área se debería hacer aún mucho más. Sobre todo, la nueva imagen de la nueva realidad inmigratoria en Alemania debería ser comunicada hacia afuera y vivida hacia adentro.

¿Qué importancia tiene en ese contexto la tan citada “cultura de la bienvenida”?

Una gran importancia. Es difícil aclimatarse en un nuevo país. Uno se encuentra con personas desconocidas, con una vida cotidiana que le es extraña. Se necesitan contactos. Esa es una tarea de las comunas. Estas deben darles la bienvenida a las familias, asistir a los padres, ayudarles a hallar la 
escuela adecuada y a que tengan una buena asistencia sanitaria. Desarrollar una cultura de la bienvenida lleva naturalmente tiempo. Alemania subrayó durante muchos años que no era un país de inmigración, a pesar de que de hecho lo era. Ahora, muchos protagonistas deben asumir sus responsabilidades en la implementación del cambio: los políticos, las empresas, las universidades.

Las universidades alemanas atraen a cada vez más estudiantes de otros países. ¿Qué papel desempeñan para el mercado laboral?

Los estudiantes de otros países son inmigrantes ideales. Conocen Alemania, dominan el idioma, están familiarizados con la sociedad. Se han integrado bien ya durante sus estudios. Por eso Alemania debe estar interesada en que por lo menos una parte de los estudiantes se quede en el país después de graduarse.

En anteriores estudios del SVR se constató que si bien muchos estudiantes de otros países quieren quedarse, pocos lo hacen. ¿Qué ha cambiado desde que el SVR llamara la atención 
sobre esa discrepancia?

En 2012 entraron en vigor algunas regulaciones que facilitan mucho a graduados universitarios de países no pertenecientes a la UE la transición de los estudios a la actividad laboral. Los estudiantes extranjeros tienen ahora 18 meses en lugar de 12 para hallar un trabajo que se adecue a sus cualificaciones. Durante ese año y medio pueden trabajar sin restricciones para financiar su estadía. Esa es una considerable mejora, que catapulta a Alemania a los primeros puestos en Europa. No obstante, aún sigue existiendo la brecha entre intención de quedarse e implementación. Lamentablemente, las nuevas regulaciones son poco conocidas. Tenemos que difundirlas más.

¿Cuán estrechamente cooperan la política y la ciencia en el desarrollo de nuevas ideas?

La ciencia está en condiciones de elaborar propuestas fundamentadas e independientes. Con la imparcialidad de sus análisis crea confianza. Si además logra comunicar comprensiblemente sus conocimientos puede influir sobre la opinión pública y el espacio político, tal como ha sucedido en el análisis del mercado laboral. Como consejo de expertos vemos nuestra tarea en acompañar constructivamente a la política. Formulamos críticas cuando es necesario y destacamos procesos positivos cuando lo son, para continuar por la senda correcta.

¿Cómo debería verse esa senda?

El SVR piensa que es necesario crear un Plan Nacional de Acción para la Migración. En primer 
lugar debe ser una plataforma de comunicación, en la que se reúnan todos los protagonistas de las áreas de la migración y la integración. En esa plataforma deben confluir todas las corrientes migratorias, desde la inmigración laboral, pasando por la estudiantil y familiar hasta la de los refugiados. Sobre una base segura y empírica queremos constatar con cuántos inmigrantes debemos contar en los próximos tiempos y qué necesidades hay en Alemania. Nuestra esperanza es que de eso surja una especie de “tarjeta de visita de política inmigratoria”, que posicione mejor a Alemania como país de inmigración. ▪

Entrevista: Helen Sibum