Pro & Contra
¿Trabajar menos para vivir mejor?
La autora Sara Weber defiende que la semana laboral de cuatro días es razonable y perfectamente viable. El experto en organización del trabajo Veit Hartmann tiene sus dudas.

¿Trabajar solo cuatro días nos hace más felices?

Según los estudios, sin duda: sabemos por experiencias en varios países que quienes trabajan solo cuatro días están menos estresados y enferman con menos frecuencia, mientras que la productividad y los ingresos de las empresas se mantienen o incluso mejoran. Lo importante es que sea una semana de cuatro días de verdad, con menos horas de trabajo y el mismo sueldo. Por eso prefiero hablar de jornada completa reducida.

La satisfacción depende de las expectativas que tengan los trabajadores sobre este modelo y de si estas se cumplen o no. Lo primero es analizar con objetividad qué ventajas e inconvenientes tiene cada modelo y cuán viable es ponerlo en práctica. En la mayoría de los casos, habrá que olvidarse de ese fin de semana perfecto de tres días y de trabajar solo de lunes a jueves o de martes a viernes. A menudo eso no es viable desde el punto de vista organizativo, porque aunque muchos empleados lo deseen, las empresas no podrán ofrecérselo a todos.
¿Mejora la semana de cuatro días el equilibrio entre trabajo y vida personal?

Sí. Reducir la jornada laboral permite tener más tiempo para la vida personal. La gente tiene más energía y tiempo para amigos, familia, aficiones y hacer deporte. La semana de cuatro días también ayuda a que los cuidados se repartan de forma más justa, porque muchos hombres se implican más en la crianza y las tareas de casa.

Una semana laboral de cuatro días puede ayudar a compaginar la vida personal y profesional de algunos trabajadores. Pero, ¿de verdad un día libre más nos da el respiro que buscamos y lo usamos para desconectar? ¿O puede que, al concentrar la jornada en cuatro días más intensos, ocurra justo lo contrario?
¿Afectaría la semana de cuatro días a la productividad?

No, siempre que se implemente bien. Lo importante es diseñar con la plantilla una nueva forma de organizar el trabajo: ¿Qué tareas se pueden eliminar? ¿Qué reuniones se pueden suprimir? ¿Cómo podemos crear espacios que nos permitan trabajar más concentrados? ¿Cómo podemos usar la tecnología para reducir la burocracia? ¿Cómo se pueden reorganizar los turnos de trabajo? Planificar bien es el primer paso para que la semana de cuatro días funcione y todos salgan ganando.

Quienes defienden la semana de cuatro días, sobre todo si se reducen las horas sin bajar el sueldo, suelen apoyarse en que mejora la productividad. La idea es que, al ser más productivos, se puedan trabajar menos horas sin que eso suponga una bajada de sueldo. Ahora bien, los estudios y pruebas que se han hecho hasta ahora sobre la semana de cuatro días apenas ofrecen datos fiables para medir la productividad. Los resultados se basan más bien en las sensaciones subjetivas de empleados y jefes, y no ofrecen una base sólida para sacar conclusiones.
¿No deberíamos trabajar más, en lugar de menos, si queremos mantener nuestro nivel de vida?

Hay que trabajar con más productividad, pero eso no se mide solo por el tiempo que pasamos en la oficina. Quien descansa lo suficiente y organiza bien su trabajo, rinde mucho más. Sabemos por la historia que una reducción generalizada de la jornada laboral es posible: cuando se implantó la semana de cinco días en los años 60, la economía no se resintió.

La cuestión es si una sociedad puede permitirse que cines, teatros, restaurantes o incluso la policía y los bomberos no estén disponibles un viernes, porque todos disfrutan de un largo fin de semana. Y: ¿Qué pasaría si se interrumpen las cadenas operativas y de producción? ¿Se generarían problemas de suministro? Con una población cada vez menor y falta de personal cualificado, ¿quién va a cubrir esas bajas?
¿Se puede aplicar la semana de cuatro días a todos los trabajos?

¡Por supuesto! Evidentemente no se puede echar el cierre un día más en todos los sectores, pero es que tampoco es necesario. Al fin y al cabo, en muchos sectores ya se trabaja con horarios distintos. En sectores como el de los cuidados, la carga de trabajo es muy alta y se suele trabajar por turnos. Esa es una de las razones por las que muchas personas optan por trabajar a tiempo parcial y acaban cobrando menos. Una semana de cuatro días con el sueldo completo ayudaría a cuidar la salud de estos trabajadores y podría aliviar la falta de personal, porque habría menos bajas y más gente dispuesta a aumentar su jornada a una completa reducida.

En teoría, la semana de cuatro días es aplicable a muchos trabajos y se puede implantar en algunas empresas. También hay sectores que se adaptan mejor que otros a la semana de cuatro días. Al final, la pregunta es si esto va realmente de tiempo o simplemente de dinero, porque versiones de la semana de cuatro días ya existen dentro del trabajo a tiempo parcial y están contempladas por ley. El hecho de que apenas se utilicen deja claro que no son una alternativa efectiva.