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Una visión de Europa desde Gran Bretaña

Gran Bretaña siempre ha querido estar en la UE, pero también fuera de ella. Sin embargo, Rachel Sylvester, The Times, está convencida de que es parte de Europa.

Rachel Sylvester, 09.03.2020
Londres: Tower Bridge y Distrito Financiero
Londres: Tower Bridge y Distrito Financiero © s4svisuals - stock.adobe.com

Hemos preguntado a periodistas de países europeos sobre el futuro de Europa. Lee aquí la respuesta de Rachel Sylvester, que escribe para el británico The Times.

Gran Bretaña siempre ha sido el vecino más incómodo en sus relaciones con el resto de Europa. Al igual que en ciertos juegos de parques de diversiones, en los que los pasajeros son presionados contra las paredes mientras giran, parecía haber una fuerza centrífuga que nos alejaba de Bruselas mientras el resto de la UE se dirigía hacia una unión cada vez más estrecha. Queríamos estar tanto dentro como fuera, tener el mercado único, pero rechazar el euro, conseguir nuestro pedazo de pastel y comerlo también. El Canal de la Mancha era una barrera política y física que creaba un sentimiento de aislamiento y a la vez de tonto orgullo. Fue este impulso de aislamiento el que generó el voto en favor del Brexit en 2016, pero el aislamiento siempre ha sido una ilusión.

Estamos inseguros de nuestro lugar en el mundo

El primer ministro Boris Johnson retrata a su país en la nueva era post-Brexit como una superpotencia mundial que saldrá al mundo como gran campeón del libre comercio. Pero a cambio estamos dando la espalda a nuestro mayor socio comercial, observando un tira y afloja entre Estados Unidos y China, y esperando acuerdos globales. Y la verdad es que estamos debilitados e inseguros sobre nuestro lugar en el mundo. Incluso hoy en día, sigue siendo válida la declaración del entonces ministro de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, Dean Acheson, en 1962, de que Gran Bretaña ha perdido un imperio pero aún no ha encontrado un nuevo papel.

El voto por el Brexit fue impulsado por la emoción. La campaña de salida jugó con miedos irracionales a la inmigración y el antipolítico anhelo de "recuperar el control". Pero ahora que estamos fuera, nos enfrentamos a la realidad, a los compromisos necesarios y a los duros costos económicos de no firmar acuerdos comerciales.

Rachel Sylvester
Rachel Sylvester

El primer ministro está decidido a dejar atrás a la UE y a concluir un acuerdo de libre comercio con Bruselas, aunque haya un precio que deban pagar las empresas, los agricultores y los consumidores. Si esto no funciona, está dispuesto a ir a un Brexit sin acuerdo, con todas sus consecuencias.

Incluso en la estimación del propio Gobierno, estas consecuencias significan una caída del 16% del producto interno bruto para algunas partes del país. Las áreas de clase trabajadora en el Norte y las Tierras Medias serían las más afectadas, justamente las áreas que dieron a los conservadores la victoria en las elecciones generales. Si el camino de Johnson lleva al cierre de fábricas y al desempleo, éste será severamente castigado en las próximas elecciones.

Por eso crecerá la presión política y económica por acordar compromisos con la UE. Europa sigue siendo el mercado geográficamente más cercano a Gran Bretaña. No se puede ignorar ni la geografía ni la historia. Así como una fuerza centrífuga emocional nos sacó de la UE, una fuerza centrípeta económica nos traerá de vuelta a Europa de forma lenta pero segura.

Rachel Sylvester es columnista política del The Times. Empezó a escribir de política en 1996 y ha sido colaboradora de Daily Telegraph y The Independent on Sunday. Empezó en The Times en 2008 y fue elegida Periodista Política del Año en Gran Bretaña en 2015 y 2016.

© www.deutschland.de

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