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El elevado precio de la libertad de prensa

La periodista bielorrusa Elena Romanova debió abandonar su hogar dos veces. Con la ayuda de la Iniciativa Hannah Arendt encontró protección en Alemania.

Helen SibumHelen Sibum, 02.04.2024
Elena Romanova, periodista de Bielorrusia
Elena Romanova, periodista de Bielorrusia © privat

Elena Romanova cumple años este miércoles de fines de febrero de 2024. Parece cansada, pero sus ojos se iluminan cuando habla. Es el segundo cumpleaños que celebra exiliada en suelo alemán. En marzo de 2022, la periodista debió abandonar el lugar que consideraba su hogar por segunda vez en su vida. Y no quiere pasar por esa situación nuevamente. “Hoy en día tengo 49 años, no me imagino volviendo a comenzar de cero”. 

Romanova es de Bielorrusia. En Svetlogorsk, alrededor de 200 km al sur de Minsk, trabajaba en un canal de televisión regional. Allí investigaba asuntos locales, informaba, por ejemplo, acerca de interrupciones del suministro de agua y otras deficiencias infraestructurales. Tan solo eso fue suficiente para convertirse en una persona poco querida por los responsables de estas cuestiones. La evitaban, intentaban intimidarla e, incluso, presionaron al canal para que la despidieran, lo que finalmente sucedió.

En Rusia llegó a sentirse relativamente segura por mucho tiempo

En el año 2006, Romanova se mudó a Rusia con 30 años recién cumplidos. “En esa época, los medios todavía tienen una filosofía más liberal. Además, mi lengua materna es el ruso”. En Rostov del Don, trabajó para el periódico Nóvaya Gazeta. Por su lucha por la democracia y los derechos humanos, el periódico tiene una historia de impopularidad entre las altas esferas. Sus empleados son víctimas de amenazas una y otra vez e, incluso, en 2006, se produjo el asesinato de la periodista Anna Politkóvskaya. Sin embargo, Romanova se sentía relativamente segura en Rusia.

Informaba acerca de lo que veía.
La periodista Elena Romanova

Hasta que el país anexó Crimea en 2014. Mientras Moscú desmentía que se tratara de una ocupación armada, Romanova veía cómo los tanques se desplazaban por Rostov del Don, su ciudad a unos 100 km de la frontera ucraniana. “Informaba acerca de lo que veía”. Y la situación se volvió complicada nuevamente para la periodista. Mientras trabajaba para el Nóvaya Gazeta, comenzó a desempeñarse también como corresponsal de medios alemanes e internacionales informando sobre la anexión de Crimea. Así, organizó viajes y permitió acceder a fuentes en Rusia y Ucrania.

El apoyo del European Centre for Press and Media Freedom

La situación continuó igual por algunos años. Sin embargo, con el ataque de Rusia a Ucrania el 24 de febrero de 2022, la presión aumentó fuertemente. La preocupación de Romanova también era su hijo que tenía diez años en aquel entonces. Sus colegas internacionales le aconsejaron que se vaya del país. De este modo, un periodista amigo le facilitó el contacto con el European Centre for Press and Media Freedom (ECPMF) en Leipzig. El ECPMF es una organización sin ánimo de lucro que trabaja por la libertad de prensa y la protección de periodistas que se encuentran bajo amenaza. El 8 de marzo de 2022, Romanova se fue de Rusia, el país que se había convertido en su segundo hogar.

Video Día Mundial de la Libertad de Prensa 2023 - Mensaje del Secretario General de la ONU Naciones Unidas Reproducir vídeo

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El ECPMF se hizo cargo de los gastos del viaje y del visado, y le ofreció hospedaje para los primeros seis meses, una beca y un curso de alemán. Además, tenía la posibilidad de asistir a seminarios sobre medios y recibió apoyo para establecer contactos en Alemania. El objetivo de estas ayudas es que quienes las reciban puedan continuar trabajando en el ámbito del periodismo desde Alemania. De este modo, Romanova comenzó a escribir para el Nóvaya Gazeta Europa. Después de la interrupción de la publicación del periódico en Rusia por la presión de Moscú, las y los periodistas en el exilio crearon la edición europea.

Mantener la cobertura informativa libre en los países

El ECPMF es una de las organizaciones asociadas a la Iniciativa Hannah Arendt. De la red forman parte también la Deutsche Welle (DW) Akademie, el European Fund for Journalism in Exile (JX Fund) y MiCT – Media in Cooperation and Transition. Con recursos del ministerio de Asuntos Exteriores y de la comisaria del Gobierno federal para la cultura y los medios de comunicación, el ECPMF apoya a profesionales en riesgo del ámbito periodístico de Afganistán, Bielorrusia, Rusia y Ucrania. Los programas para el exilio son el último paso en una cadena de asistencia para situaciones de emergencia. Como primera medida, se intenta apoyar a las y los profesionales en sus mismos países para mantener la cobertura informativa.

Andreas Lamm, director general interino del ECPMF
Andreas Lamm, director general interino del ECPMF © Andreas Lamm

Por eso, la mayoría de profesionales de Ucrania que reciben el apoyo del ECPMF aún se encuentran en el país, de acuerdo con Andreas Lamm, director interino de la organización. “Desde aquí les apoyamos para que puedan continuar con su trabajo y las redacciones sigan funcionando, por ejemplo, al poner a disposición generadores eléctricos, reemplazar portátiles destrozados en ataques con bombas o financiar seguros de vida”. Alrededor de 1200 periodistas de Ucrania han recibido apoyo del ECPMF.

Para los gobernantes autoritarios, no hay nada más peligroso que una ciudadanía informada.
Andreas Lamm, European Centre for Press and Media Freedom

¿Qué piensan en el ECPMF de la Ley Fundamental y sus 75 años de vigencia garantizando la libertad de prensa en el artículo 5? “El hecho de que la libertad de prensa esté definida específicamente en la Ley Fundamental es un indicador claro de la importancia de la cobertura informativa independiente para una sociedad democrática”, afirma Andreas Lamm. “Con la disminución de los sistemas democráticos, se desplaza a los medios libres a un segundo plano porque son los que trabajan para generar sociedades en las que cada persona tenga la oportunidad de informarse a partir de las más diversas fuentes. Y es ese el mayor miedo de los gobernantes autoritarios. No hay nada más peligroso para ellos que una ciudadanía informada”.