Los cazadores alemanes del coronavirus
Biontech y Curevac han desarrollado con éxitos vacunas contra la COVID-19. Lee aquí qué hace muy especiales a ambos laboratorios.
Los médicos Uğur Şahin y su esposa, Özlem Türeci, no tenían la intención de crear un laboratorio de vacunas. El objetivo de los dos científicos de la Universidad de Maguncia, cuyos padres emigraron de Turquía a Alemania, era completamente diferente: cuando, en el otoño de 2007, Şahin y Türeci, presentaron a inversionistas sus ideas para una nueva empresa farmacéutica, con la fundación de Biontech se habían trazado como meta nada menos que revolucionar el tratamiento del cáncer. Los inversionistas quedaron convencidos. En ese momento, una nueva terapia contra el cáncer prometía ser un objetivo mucho más ambicioso y potencialmente más exitoso de lo que podía ser desarrollar una vacuna contra una enfermedad pulmonar transmitida por un virus.
Ello cambió abruptamente cuando se diagnosticó por primera vez la COVID-19 e investigadores chinos hicieron público el genoma del coronavirus, en enero de 2020. En la sede de Biontech en Maguncia, Şahin y Türeci no dudaron mucho. Decidieron crear un nuevo programa de investigación y lo bautizaron “Lightspeed” (velocidad de la luz). Suena a exageración, pero es una descripción correcta. Porque solo unas semanas después, Biontech descubrió en sus laboratorios lo que resultó ser la sustancia activa adecuada. Ya en la primavera boreal comenzaron las pruebas clínicas en decenas de miles de personas. En noviembre se dieron a conocer los resultados, abrumadoramente positivos. Y desde diciembre se vacuna a la población ya en muchos países, con la esperanza de superar la pandemia.
26 proyectos solo en Alemania
Normalmente, desarrollar una nueva vacuna lleva varios años. En este caso, se consiguió en el tiempo récord de menos de doce meses. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha contado que existen nada menos que 240 proyectos de desarrollo de una vacuna contra el coronavirus, 26 de ellos en Alemania. Ningún otro proyecto alcanzó su objetivo más rápidamente que Biontech.
La vacuna BNT 162b2 se desarrolla, produce y distribuye en cooperación con la multinacional farmacéutica estadounidense Pfizer. Sin embargo, la propiedad intelectual pertenece a Biontech, de Uğur Şahin y Özlem Türeci, una empresa mucho más pequeña, que nunca antes había sacado un medicamento al mercado. Dos aspectos hacen que el éxito de Biontech sea particularmente notable. En primer lugar, una empresa recién llegada a este campo está superando a experimentados fabricantes internacionales de vacunas, como la empresa francesa Sanofi y las británicas Glaxo-Smith-Kline (GSK) y Astra-Zeneca. Por otro lado, una técnica novedosa, que recurre al ARN mensajero (ARNm), demuestra ser superior a otros enfoques con los que se trabaja ya desde hace tiempo.
Biontech utiliza nuevo procedimiento: ARNm
La vacuna de Biontech contra el coronavirus es el primer preparado medicinal aprobado en el mundo que recurre a ese método. El ácido ribonucleico (ARN), utilizado para ese fin, una especie de hermano del ADN (ácido desoxirribonucleico, que contiene el material hereditario), proporciona al organismo los planes genéticos necesarios para defenderse él mismo de los virus y otros agentes patógenos. Es un enfoque con el que Uğur Şahin y Özlem Türeci llevan años trabajando en el desarrollo de sus medicamentos contra el cáncer.
Pero Şahin y Türeci no son los únicos que recurren a esa tecnología en Alemania. A solo 250 kilómetros al suroeste de Maguncia, en Tubinga, tiene su sede la empresa biotecnológica Curevac, fundada en 2000 por el biólogo molecular Ingmar Hoerr. Hoerr ha sido un pionero del ARNm. Su empresa se dedicó ya desde un principio a desarrollar esa tecnología. También tempranamente se fijó como objetivo utilizarla para desarrollar una vacuna contra el coronavirus. El Gobierno alemán incluso ha invertido 300 millones de euros en la empresa, con el objetivo de que permanezca en Alemania a largo plazo.
Sin embargo, el desarrollo de la vacuna no fue tan rápido como en el caso de Biontech. En el interin, Curevac ha cerrado una alianza con la empresa químico-farmacéutica alemana Bayer AG, con el objetivo de seguir desarrollando su candidato a vacuna, que lleva el nombre de CVnCoV. Curevac también coopera con GSK, del Reino Unido. Se espera que los resultados de los ensayos clínicos estén disponibles a mediados de 2021. Si todo sale bien, también la vacuna de Curevac contra el coronavirus puede entonces ser aprobada.
Éxitos de investigación hacen subir el valor en bolsa
Por sus esfuerzos en la lucha contra la pandemia del coronavirus, Curevac y Biontech se han convertido en las empresas biotecnológicas más conocidas de Alemania. Ambas tienen interesantes similitudes. Las dos son propiedad mayoritaria de multimillonarios alemanes: el fundador de SAP, Dietmar Hopp, es desde hace años uno de los principales accionistas de Curevac y los empresarios farmacéuticos Thomas y Andreas Strüngmann participaron como inversionistas en la fundación de Biontech. Ambas empresas cooperan desde hace tiempo con la Fundación Bill y Melinda Gates. Curevac colabora con la fundación en el desarrollo de vacunas contra la malaria y el rotavirus, mientras que Biontech investiga en el área de las vacunas contra la tuberculosis y el VIH.
Ambas empresas han comenzado a cotizar recientemente en la bolsa de tecnología Nasdaq, en Nueva York. A mediados de enero, el valor en bolsa de Curevac era de unos 18.000 millones de dólares y el de Biontech, de casi 25.000 millones.
Ministerio apoya la investigación
El Ministerio de Investigación alemán apoya masivamente tanto a Curevac como a Biontech para acelerar el desarrollo y la producción de sus vacunas contra el coronavirus. En total, ha puesto a disposición hasta 750 millones de euros para 2020 y 2021 en el marco de un programa especial. El ministerio también apoya a una tercera empresa que aparece mucho menos en titulares: IDT Biologika, de Dessau, en el estado federado de Sajonia-Anhalt. La empresa, fundada en 1921 y propiedad de una familia de empresarios, produce normalmente medicamentos por encargo de otros grupos farmacéuticos. Ahora intenta desarrollar su propia vacuna. Para ello está utilizando un proceso convencional basado en una cepa del virus de la viruela que se utiliza para vacunas desde hace décadas. Como muy temprano, el proceso de aprobación podría comenzar a fines de 2021. Pero quizá sea necesario esperar hasta 2022. No es a la velocidad de la luz. Pero la vacuna de Dessau podría ser algún día mucho más barata de producir y más fácil de manejar que la BNT 162b2 de Maguncia y la CVnCoV de Tubinga.
¿Desea recibir regularmente información sobre Alemania? Suscríbase aquí a nuestro boletín.