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Voluntariado para personas sin hogar

Servir comidas y escuchar: Lisa Fäsing nos cuenta por qué colabora con youngcaritas y qué le aporta su compromiso social. 

Miriam Hoffmeyer , 27.02.2023
Lisa Fäsing en el proyecto de ayuda de youngcaritas.
Lisa Fäsing en el proyecto de ayuda de youngcaritas. © privat

"Todo. Y sopa." - A Lisa Fäsing, el lacónico nombre del proyecto de ayuda a los sin techo de Lüdenscheid le parece muy acertado: "La gente acude aquí para calentarse, tomar café y comer algo caliente. Eso es importante, pero aún se puede hacer mucho más", afirma esta joven (28), que lleva tres años trabajando como voluntaria en el proyecto youngcaritas. Como muchas personas sin hogar llevan una vida muy aislada por sentirse avergonzadas por su situación o por problemas psicológicos, proyectos como "Todo. Y sopa." proporcionan cierto apoyo a los afectados. "Algunos días, a menudo somos las primeras personas con las que la gente habla", señala la profesora de formación profesional en prácticas.  

Un lugar para personas sin hogar 

Lisa Fäsing, junto con otros dos voluntarios, realiza gratuitamente uno o dos turnos a la semana en el proyecto de ayuda, y lleva haciéndolo desde que el proyecto comenzó en diciembre de 2020. En aquel entonces, la situación de las personas sin hogar se agravó por la pandemia, porque desaparecieron muchas opciones de alojamiento. Youngcaritas, junto con otras organizaciones de ayuda de la ciudad, presionó para que se habilitara en un centro cultural una sala para personas sin hogar a última hora de la tarde y los fines de semana. 

El proyecto me enseñó a relacionarme sin prejuicios con la gente.
Lisa Fäsing

Antes de estudiar economía y teología evangélica en la Universidad de Siegen, Lisa Fäsing completó un período de formación de empleado bancario. "Sentí entonces que me faltaba el aspecto social." Empezó a trabajar a tiempo parcial en la Agencia de Protección de la Infancia. Durante el confinamiento en la primavera de 2020, ayudó a empaquetar y distribuir paquetes de alimentos como voluntaria en el banco de alimentos de Lüdenscheid. "Cuando el banco de alimentos volvió a abrir, me preguntaron si quería trabajar en 'Todo. Y sopa.'", nos cuenta.  

Impulsos para la profesión docente 

El hecho de que incluso en su pequeña ciudad haya casi un centenar de personas sin hogar, algunas incluso más jóvenes que ella, le impactó. "Pero afortunadamente estoy en condiciones de hacer algo por mí misma. No puedo salvar al mundo, pero sí servir café y escuchar." Su compromiso también le aporta mucho, asegura: "Me emocionan mucho las historias que cuenta la gente, y me hacen sentir cierta humildad, porque te hace darte cuenta de que el hecho de que a uno le vaya bien no es algo obvio. Aquí he aprendido también a tratar sin prejuicios a la gente, independientemente de su condición social, aspecto o procedencia. El proyecto también le da impulsos para su profesión: "Como profesora, mi tarea es educar a los jóvenes para que se conviertan en personas responsables, comprometidas social y políticamente, y que se traten con respeto." Sin duda, su experiencia podría ayudarla en esta labor. 

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